Perspectivas inciertas para la econom¨ªa mundial
Aunque las perspectivas de crecimiento para la econom¨ªa mundial parezcan favorables para el 2006, subsisten importantes nubarrones. En 2005, China (9,4%) y Estados Unidos (3,6%) han generado el 50% del crecimiento mundial y han arrastrado a otros bloques que siguen su estela. Jap¨®n ha crecido un 2,4%. ?nicamente la eurozona, que ha moderado su crecimiento del 2,1% en 2004 al 3,1% en 2005, se resiste a salir de su aton¨ªa.
En realidad, el crecimiento mundial se ha basado en dos motores: la potencia manufacturera china y el dinamismo del consumidor norteamericano. Pero existe el riesgo de que las econom¨ªas china y estadounidense inicien un proceso de aterrizaje antes de que Jap¨®n y el ¨¢rea euro, impulsadas por la demanda externa, hayan conseguido consolidar su recuperaci¨®n de la demanda interna. As¨ª, la recuperaci¨®n japonesa es tributaria de c¨®mo vaya a reaccionar la demanda norteamericana, la cual evolucionar¨¢ seg¨²n la sensibilidad que manifieste a la subida de los tipos de inter¨¦s.
Existe el riesgo de que China y EE UU inicien un proceso de aterrizaje antes de que Jap¨®n y el ¨¢rea euro consoliden su recuperaci¨®n
En todos los pa¨ªses desarrollados aumenta el empleo precario y los salarios reales tienden a evolucionar negativamente
El elevado precio del crudo es consecuencia de un aumento persistente de la demanda que rebasa la capacidad de oferta y de refino
?Ser¨¢ sostenible un crecimiento basado en la expansi¨®n continua del consumo y del endeudamiento cuando se ha producido un encarecimiento del cr¨¦dito en m¨¢s de 3,5 puntos en a?o y medio y cuando la FED va a seguir endureciendo su pol¨ªtica monetaria al conceder mayor atenci¨®n a los riesgos inflacionistas? Al estar las familias norteamericanas mucho m¨¢s endeudadas en 2006 de lo que lo estaban en el 2000, la subida de los tipos de inter¨¦s es susceptible de incidir negativamente en su consumo. Uno de los retos a los que se enfrenta la econom¨ªa mundial, estimulada desde 2001 por la facilidad de cr¨¦dito, es pues seguir creciendo en 2006 pese a la inevitable subida de los tipos de inter¨¦s en Estados Unidos, Europa (salvo Reino Unido) y Jap¨®n.
Otra incertidumbre que se cierne sobre la econom¨ªa mundial es la evoluci¨®n creciente del precio del petr¨®leo. No cabe duda de que la demanda proveniente de China y la desafortunada aventura de la Administraci¨®n Bush en Irak han contribuido a elevar el precio y volatilidad de esta materia prima estrat¨¦gica. El elevado precio es consecuencia, en contra de lo ocurrido en los a?os setenta, de un aumento persistente de la demanda que rebasa la capacidad de oferta y de refino de un bien relativamente escaso. Si existe un riesgo de repunte relativo de la inflaci¨®n, los bancos centrales de los pa¨ªses desarrollados podr¨ªan endurecer su pol¨ªtica monetaria y, al igual que ocurri¨® en los a?os setenta, se producir¨ªa una contracci¨®n de la actividad econ¨®mica.
Vinculado a este aspecto de la subida del petr¨®leo se encuentra que las empresas van a acabar por ver reflejados en sus m¨¢rgenes el aumento de estos precios, as¨ª como el de los costes laborales unitarios, toda vez que las ganancias de productividad tienden a desacelerarse en Estados Unidos y a ser d¨¦biles en Europa. La tasa de crecimiento de la productividad del trabajo ha sido del 4% en 2004 y 2005 en Estados Unidos. En Europa se ha elevado un modesto 0,6% de media anual entre 2001 y 2005. Estos m¨¢rgenes acusar¨¢n tanto m¨¢s el deterioro en cuanto que los tipos de inter¨¦s han repuntado en Estados Unidos y est¨¢n al alza en la eurozona.
Luego est¨¢ la incertidumbre que rodea el precio de los activos inmobiliarios en los pa¨ªses desarrollados. Sus precios habr¨ªan de desacelerarse y al pinchar la burbuja podr¨ªa contraerse el consumo. De hecho, la subida de los tipos de inter¨¦s a corto plazo no se ha visto recogida en la misma proporci¨®n en los tipos largos. Un incremento demasiado brusco podr¨ªa hundir los precios de los activos inmobiliarios y provocar un creciente servicio de la deuda que acabara por estrangular la capacidad de pago de las familias. Lo cual comprometer¨ªa la salud de las entidades financieras muy volcadas en la concesi¨®n de pr¨¦stamos hipotecarios. Pero los tipos a largo plazo podr¨ªan subir si se debilitara el d¨®lar y se produjera un nuevo repunte de la inflaci¨®n.
Las finanzas p¨²blicas norteamericanas han pasado de un excedente del 2% en el a?o 2000 a un d¨¦ficit del 4,5% en 2005. El crecimiento a largo plazo podr¨ªa verse lastrado por un recorte del gasto p¨²blico en infraestructuras, educaci¨®n, sanidad y tecnolog¨ªa. En cuanto a los pa¨ªses centrales de la eurozona siguen incumpliendo los preceptos del Pacto de Estabilidad y de Crecimiento (PEC) y no se ven alentados a elevar aquellas partidas de gastos que les permitiera cumplir con los compromisos de Lisboa para elevar su productividad y competitividad.
Los excesos de consumo y, m¨¢s recientemente, de inversi¨®n respecto de la capacidad de ahorro est¨¢n generando elevados desequilibrios de la balanza corriente en Estados Unidos y en algunas econom¨ªas de menor importancia como, por ejemplo, Espa?a. La econom¨ªa mundial se encuentra pues en una situaci¨®n parad¨®jica: la primera potencia es tambi¨¦n el primer deudor mundial. Para cubrir dicho d¨¦ficit, EE UU ha de absorber casi el 75% de todo el ahorro disponible del resto del mundo, siendo los principales proveedores de estos flujos de capitales China, Jap¨®n, Alemania, la OPEP y Corea. Frente al d¨¦ficit corriente norteamericano, el bloque euroasi¨¢tico mantiene un excedente de 460.000 millones de d¨®lares en 2005, de los cuales el 48% corresponde a China, el 37% a Jap¨®n y el 15% a la zona euro. As¨ª pues, Europa tiene un exceso de ahorro respecto de su inversi¨®n. Pese a los d¨¦ficit p¨²blicos de las econom¨ªas centrales de la eurozona, el estado de las cuentas p¨²blicas deber¨ªa preocupar menos que la debilidad del crecimiento y la crisis del empleo.
Tambi¨¦n han cambiado las modalidades de financiaci¨®n del d¨¦ficit externo. En la actualidad, Estados Unidos financia el 70% de su d¨¦ficit corriente apelando al endeudamiento respecto de los bancos centrales, fundamentalmente japon¨¦s y chino. Con esta monetizaci¨®n de la deuda norteamericana, los bancos centrales asi¨¢ticos, cuya econom¨ªa est¨¢ orientada hacia las exportaciones y las inversiones vinculadas a la exportaci¨®n, persegu¨ªan una estabilizaci¨®n del d¨®lar e intentaban frenar una apreciaci¨®n excesiva de sus monedas que da?ara su capacidad exportadora. Aunque si bien esta pol¨ªtica amortigua en Estados Unidos los efectos inflacionistas vinculados al alza del crudo y le permiten importar productos baratos dificulta la reabsorci¨®n de su d¨¦ficit comercial. Adem¨¢s, consecuencia del proceso de deslocalizaciones manufactureras, as¨ª como del recrudecimiento de la competencia proveniente de los pa¨ªses emergentes, que desembocan en una p¨¦rdida de cuotas de mercado, no compensadas por la tendencia a la mundializaci¨®n de los servicios generados por las nuevas tecnolog¨ªas, es que la depreciaci¨®n del d¨®lar pierda eficacia en su labor de reabsorci¨®n de los desequilibrios.
La lenta recuperaci¨®n econ¨®mica europea no va acompa?ada por un proceso de creaci¨®n de empleo. La tasa de paro est¨¢ estancada en torno al 9,0% de la poblaci¨®n activa. Luego en todos los pa¨ªses desarrollados crece el empleo precario y los salarios reales tienden a evolucionar negativamente. ?Qu¨¦ efecto tendr¨¢ ello sobre el consumo en un momento en que se aten¨²an los est¨ªmulos presupuestarios y monetarios? Si obviamente la pol¨ªtica monetaria, ya bastante expansiva con tipos nominales del 2,5%, no puede suplir las carencias de las pol¨ªticas estructurales, ?no influir¨¢ una reforma del mercado de trabajo no s¨®lo sobre la demanda de empleo sino tambi¨¦n sobre la demanda? Las pol¨ªticas que pasan por un deterioro del salario nominal, un abaratamiento del coste del despido, etc¨¦tera, acaban desanimando el consumo. Tanto m¨¢s en cuanto que los tipos de inter¨¦s est¨¢n subiendo en Europa.
Adem¨¢s, para que el crecimiento mundial fuera m¨¢s equilibrado y sostenible, la Uni¨®n Europea habr¨ªa de participar m¨¢s de un proceso de recuperaci¨®n mundial. La correcci¨®n de los desequilibrios externos norteamericanos va unido al repunte de la econom¨ªa global.
Francisco Rodr¨ªguez Ortiz es profesor del Instituto de Estudios Europeos-Universidad de Deusto.
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