La mala pol¨ªtica energ¨¦tica de Bush
En una de las sesiones m¨¢s surrealistas del Foro Econ¨®mico Mundial de Davos de este a?o, los expertos de la industria del petr¨®leo explicaron c¨®mo el derretimiento de la capa de hielo polar -que est¨¢ ocurriendo m¨¢s r¨¢pido de lo que nadie hubiera previsto- representa no s¨®lo un problema, sino tambi¨¦n una oportunidad: ahora puede que facilite el acceso a vastas cantidades de petr¨®leo.
El presidente George W. Bush tiene una extra?a habilidad de no ver el mensaje mayor. A?o a a?o, se ha hecho cada vez m¨¢s evidente que su pol¨ªtica energ¨¦tica est¨¢ bastante errada. Siguiendo los dictados de la industria del petr¨®leo, incluso miembros de su propio partido se refirieron a una ley energ¨¦tica anterior como una que "no dej¨® a ning¨²n lobbista insatisfecho". Al tiempo que alaba las virtudes del libre mercado, Bush no ha hecho m¨¢s que dar enormes prebendas a la industria energ¨¦tica, incluso en tiempos que el pa¨ªs enfrenta alt¨ªsimos d¨¦ficit.
A?o tras a?o, se ha hecho cada vez m¨¢s evidente que la pol¨ªtica energ¨¦tica del presidente Bush est¨¢ bastante errada
Hay una falla del mercado en lo que se refiere a la energ¨ªa, pero la intervenci¨®n del Gobierno deber¨ªa ir precisamente en direcci¨®n opuesta a la que propone la Administraci¨®n Bush. El hecho de que los estadounidenses no paguen todo el precio de la contaminaci¨®n resultante de su derrochador uso de la energ¨ªa significa que ¨¦sta se encuentra subvaluada, lo que a su vez sostiene un consumo excesivo.
El Gobierno debe estimular la conservaci¨®n, e intervenir en el sistema de precios -a trav¨¦s de impuestos a la energ¨ªa- es una manera eficiente de hacerlo. Sin embargo, en lugar de estimular la conservaci¨®n, Bush ha impulsado una pol¨ªtica de "drenar a Estados Unidos primero", dejado a EE UU m¨¢s dependiente del petr¨®leo externo en el futuro. No importa que la alta demanda haga aumentar los precios del petr¨®leo, creando una lluvia de dinero para muchos de los actores de Oriente Pr¨®ximo que no son precisamente amigos de EE UU.
Hoy, a m¨¢s de cuatro a?os de los ataques terroristas de septiembre de 2001, Bush parece haber despertado a la realidad de la creciente dependencia de EE UU; con el gran aumento de los precios del petr¨®leo, le ser¨¢ dif¨ªcil no notar las consecuencias. No obstante, casi con toda seguridad, las vacilantes medidas de su Administraci¨®n empeorar¨¢n las cosas en el futuro inmediato. Bush todav¨ªa se niega a hacer cualquier cosa en lo referente a la conservaci¨®n, y ha apoyado con muy poco dinero su constante cantinela de que la tecnolog¨ªa es lo que nos ha de salvar.
Entonces, ?qu¨¦ se puede pensar de su reciente declaraci¨®n de un compromiso para hacer que EE UU sea un 75% menos dependiente del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo dentro de 25 a?os? Para los inversionistas, el mensaje es claro: no invertir m¨¢s en el desarrollo de reservas en Oriente Pr¨®ximo, que es la fuente m¨¢s barata de petr¨®leo mundial.
Sin embargo, sin nuevas inversiones para el desarrollo de reservas en Oriente Pr¨®ximo, el crecimiento debocado del consumo de energ¨ªa en EE UU, China y el resto del mundo implica que el ritmo de la demanda superar¨¢ el de la oferta. Por si eso no fuera suficiente, la amenaza de Bush de aplicar sanciones contra Ir¨¢n plantea el riesgo de que ocurran interrupciones en el suministro de uno de los mayores productores del mundo.
Est¨¢ claro que no se deber¨ªa acusar a Bush de, por lo menos y finalmente, haber reconocido que existe un problema. Pero, como siempre, una mirada m¨¢s detallada a lo que propone sugiere otro truco de manos por parte de su Administraci¨®n. Adem¨¢s de negarse a reconocer la importancia del calentamiento global, estimular la conservaci¨®n o dedicar fondos suficientes a investigaci¨®n para hacer una diferencia real, la grandilocuente promesa de Bush de lograr una reducci¨®n de la dependencia del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo significa menos de lo que parece. Puesto que s¨®lo el 20% del petr¨®leo utilizado en EE UU proviene de Oriente Pr¨®ximo, su meta se podr¨ªa lograr con un modesto cambio de adquisici¨®n desde otras fuentes.
Como ocurre a menudo con la Administraci¨®n Bush, la explicaci¨®n de la pol¨ªtica oficial no resulta muy halag¨¹e?a. ?Est¨¢ Bush jugando a hacer pol¨ªtica al azuzar el sentimiento anti¨¢rabe y antiiran¨ª en EE UU? ?O es s¨®lo otro ejemplo m¨¢s de incompetencia y desorden? Por lo que hemos visto en los ¨²ltimos cinco a?os, la respuesta probablemente contiene m¨¢s que algo de mala fe y pura ineptitud.
Joseph E. Stiglitz es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia y fue presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos del presidente Clinton. ? Project Syndicate, 2006.
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