Los da?os colaterales del pensamiento y el discurso mis¨®ginos
La autora mantiene que la descalificaci¨®n de Eduardo Zaplana respecto a la actitud de la vicepresidenta del Gobierno en ?frica tambi¨¦n insulta a las mujeres de ese continente
En la Sesi¨®n de Control del Congreso de los Diputados de la pasada semana, el se?or Eduardo Zaplana, en una pregunta que no ten¨ªa nada que ver con el tema del que trataba, sugiri¨® de forma machista, que "la Vicepresidenta del Gobierno se vistiera como tal, y no se disfrazara...". Alud¨ªa claramente al viaje a ?frica, al que a continuaci¨®n me referir¨¦, y sobre el que se han vertido manifestaciones absolutamente intolerables. Las mujeres diputadas abandonamos el hemiciclo, exceptuando, por supuesto, a las del Partido Popular.
Estamos a casi dos semanas del 8 de marzo, d¨ªa que conmemora la muerte, hace m¨¢s de un siglo, de 173 trabajadoras en una f¨¢brica textil de Nueva York, encerradas en huelga por las jornadas infames y sueldos miserables que sosten¨ªan. El empresario de la f¨¢brica opt¨® por quemar la misma, en lugar de negociar con las mujeres. Eran los inicios del movimiento obrero. Las mujeres no ten¨ªan derecho a votar, no pod¨ªan disponer de sus bienes -en caso de que tuvieran algunos-, compon¨ªan una legi¨®n de fuerza de trabajo en el incipiente capitalismo, pero no se las reconoc¨ªa, ni siquiera por su fuerza de trabajo. Eran hijas, hermanas, esposas, amantes..., que defin¨ªan su estatus en la sociedad mediante la relaci¨®n con un var¨®n.
Quiz¨¢ el ¨²nico "internacionalismo solidario" del siglo XXI sea el de las mujeres
Estamos en el inicio del siglo XXI y las mujeres hemos luchado, hemos quebrado nuestras biograf¨ªas personales, muchas de nosotras en funci¨®n de que esa larga cadena que comporta la libertad, la autonom¨ªa personal y colectiva, podamos verla en esta generaci¨®n. Que nosotras mismas, nuestras hijas, y las que vengan despu¨¦s, puedan enfrentarse a su destino con toda la libertad e igualdad que nos merecemos. Creo firmemente, que ha sido una lucha digna, poco escandalosa, nada incruenta y, que merece la pena seguir manteni¨¦ndola.
Hemos asistido en el pasado 8 de marzo a un aluvi¨®n de cifras, datos y testimonios de cu¨¢nto hemos logrado, y cu¨¢nto nos falta por conseguir... Hay pol¨ªticos que afirman que la nueva Ley de Igualdad, que promueve el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, es "pol¨ªtica con min¨²sculas"... No deja de sorprenderme esta afirmaci¨®n que he o¨ªdo en varias ocasiones, cuando es una ley que, al equiparar hombres y mujeres en los puestos de responsabilidad, lucha directamente contra la discriminaci¨®n de salarios para las mujeres en aquella f¨®rmula de "igual salario, igual trabajo". Que implica a empresarios y sindicatos en la concertaci¨®n social, es decir, que va al coraz¨®n de la democracia porque se centra en la pasi¨®n por la igualdad. Me sorprende pues que algunos la tachen de "pol¨ªtica menor". Pero, estas afirmaciones parten del mismo "principio duro" y de algunas mentes masculinas.
La Vicepresidenta Primera del Gobierno, con la que la mayor¨ªa de las mujeres de este pa¨ªs se sienten representada y apoyadas al m¨¢s alto nivel; con la Secretaria de Estado de Cooperaci¨®n, Leire Paj¨ªn, y una Delegaci¨®n de mujeres trabajadoras: mariscadoras, mujeres del campo, del textil, sindicalistas, empresarias, mujeres de la cultura, de la sanidad y de la educaci¨®n, se fueron a conmemorar el 8 de marzo a ?frica: a Kenia y Mozambique.
Al propio tiempo que o¨ªamos las cifras, los datos a los que me refer¨ªa antes sobre la igualdad, asist¨ªamos, es verdad que muy minoritariamente, a algunas "perlas" que encierran las palabras de determinados varones: una emisora de radio lleg¨® a decir, que "ese viaje era peligroso, no fuera que vinieran ablacionadas"... El l¨ªder de la oposici¨®n dijo, en el seno de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso de los Diputados donde se discut¨ªa el Estatut de Catalu?a, que ¨¦l no se siente representado por la Vicepresidenta Primera del Gobierno, cuando en una foto la ve rodeada de mujeres africanas, con sus atuendos de colores y bailando... Otros han declarado y escrito en sus columnas, que "han ido a posar... a ?frica".
Quiero se?alar, que todas estas "perlas", que encierran un pensamiento mis¨®gino, no nos sorprenden, estamos acostumbradas, pero s¨ª nos indignan. Nos indigna a las mujeres, a las que, en general, nos sobran razones para rebatir esos argumentos que nuclean el mismo pensamiento en el fondo que la educaci¨®n que todos hemos recibido, pensamiento v¨¢stago de las Tres Religiones del Libro. Hijos, ellos, del Dios monote¨ªsta, que excluy¨® cuidadosamente a las mujeres del universo del pensamiento... hasta el d¨ªa de hoy.
Cuando hablo de la indignaci¨®n de las mujeres ante estas afirmaciones, tambi¨¦n me refiero a c¨®mo se ofende "colateralmente" a las mujeres de un continente como ?frica, que, si no fuera por ellas, que mantienen la poca cohesi¨®n social que existe, con capacidades de subsistencia inimaginables en el Primer Mundo y, que conforman redes de solidaridad entre ellas, que los hombres, probablemente, no acierten a entender nunca. Quiz¨¢, el ¨²nico "internacionalismo solidario" que subsiste en el siglo XXI es el que han creado las mujeres. Recordemos aquella frase de Mary Wollstonecraft, sufragista inglesa, que a finales del siglo XIX afirm¨® que "en cualquier lugar donde una mujer fuera violentada, vejada, humillada y sustra¨ªda de sus derechos m¨¢s elementales, todas las mujeres del mundo se deber¨ªan sentir concernidas". Ha transcurrido m¨¢s de un siglo y esto sigue siendo algo real.
Las mujeres, en general, tenemos una sensibilidad especial "al olor" de la misoginia: los codazos de los varones, compa?eros de trabajo e, incluso, amigos. Los peque?os "chascarrillos", que dicen en voz baja cuando una mujer detenta poder y, que osan afirmar que no se sienten representados por las mujeres que conforman su Gobierno, el de todos. Ellos, que inventaron la cadena de solidaridades ocultas, los acuerdos no verbales de apoyo mutuo, se atreven a salir de lo "pol¨ªticamente correcto" s¨®lo en las ocasiones en las que se refieren a las mujeres.
?Verg¨¹enza les deber¨ªa dar!
Rosa Delia Blanco Ter¨¢n es presidenta de la Comisi¨®n de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo, del Congreso de los Diputados y miembro del Grupo Parlamentario Socialista.
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