Juventud
Imaginemos un joven al que le gusta beber pero no necesariamente hasta caer inconsciente, imaginemos que ese joven vuelve a casa cruzando el centro de cualquier ciudad espa?ola, Madrid, Barcelona, C¨¢ceres, el d¨ªa elegido para el botell¨®n sin fronteras. Imaginemos que ese joven est¨¢ terminando su carrera, ha empezado a trabajar a tiempo parcial y tiene en mente algunos proyectos, que unas veces ve f¨¢ciles y otras imposibles, seg¨²n los d¨ªas. Imaginemos que ese joven necesita irse de casa de sus padres ya, no porque se encuentre mal en el nido, sino porque no quiere prolongar m¨¢s este estado de transici¨®n. Ha escuchado a sus padres una y mil veces contar c¨®mo dejaron la casa paterna a los 21 a?os, c¨®mo la verdadera vida comenz¨® a los 21, les ha escuchado narrar la ¨¦pica de una juventud progre, antifranquista, se ha divertido ante el recuerdo de las broncas a las que tuvieron que enfrentarse para conseguir el m¨¢s m¨ªnimo logro de independencia. Para ¨¦l, sin embargo, todo ha sido relativamente f¨¢cil: volver a las tres de la madrugada, manifestarse, expresar su opini¨®n. Va camino de los 24 a?os y piensa que ya ha perdido dos de la verdadera vida, piensa que le resulta c¨®modo tener una relaci¨®n relajada con sus padres pero hay veces que secretamente envidia una historia m¨¢s procelosa. El a?o que viene termina la carrera pero ese joven no acierta a vislumbrar cu¨¢ndo podr¨¢ renunciar a la vida subvencionada. Cuando eres ni?o, piensa, te sientes en tu derecho, en la juventud te sabes subvencionado. No sabe si irse de Espa?a y probar suerte fuera. Si se queda tiene el panorama de un contrato basura, si se va le espera lo mismo pero al menos podr¨¢ a?adir a su curr¨ªculo un toque de cosmopolitismo. Ese joven que cruza la ciudad mira sin mirar la apote¨®sica reuni¨®n de defensores del botell¨®n, ver sin ver la cara de algunos conocidos, pero hoy no tiene el ¨¢nimo para eso. Quisiera gritar. Gritar¨ªa, pero por un futuro, por la posibilidad de cumplir alguna ambici¨®n que no quiere que vaya perdiendo fuste ahogada por una comodidad chata. Ese joven que cruza la ciudad inquieto y desesperanzado ante el porvenir forma parte tambi¨¦n de eso que llamamos la juventud. "La juventud reclama espacios de ocio para emborracharse", dicen. ?Pero qu¨¦ es la juventud? La juventud es tambi¨¦n ese muchacho.
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