El contexto
Permanente: que permanece. Permanecer: mantenerse sin mutaci¨®n en un mismo lugar, estado o calidad. No s¨¦ si estas definiciones del diccionario de Mar¨ªa Moliner sirven para evaluar un mensaje pol¨ªtico. Pero, sin duda, la palabra permanente es la que m¨¢s dar¨¢ que hablar del comunicado en que ETA declara un alto al fuego. Permanente es m¨¢s que indefinido y probablemente es menos que definitivo. Del mismo modo que alto al fuego es m¨¢s contundente que tregua que, por definici¨®n, es pasajera. El lenguaje de la declaraci¨®n de ETA nada tiene que ver con el car¨¢cter farragoso y ret¨®rico de sus textos habituales. Podr¨ªa ser perfectamente un comunicado pactado. No hay ninguna amenaza de retorno a la violencia, ETA no se reserva ning¨²n papel especial en el proceso, no hay referencia concreta a los presos y las exigencias son vagas y se mueven en el terreno de los principios. La primera cuesti¨®n, sin embargo, ser¨¢ verificar el alcance del alto al fuego. Es decir, asegurarse de que se acabaron los atentados, pero tambi¨¦n las extorsiones a empresarios y la kale borroka.
Por positivas que sean las se?ales emitidas por ETA, no hay duda de que la historia obliga a ser extremadamente prudentes. Pero hay algunos factores nuevos que no se pueden desde?ar y que hacen pensar que esta vez las expectativas son algo mejores. Los grupos terroristas se caracterizan por su aislamiento social y por su ensimismamiento. La clandestinidad y la necesidad de seguir motivando a los comandos les conduce a menudo a creerse unas fantas¨ªas que nada tienen que ver con la realidad. La violencia adem¨¢s se convierte a menudo en el verdadero motor de estos grupos, hasta el punto de que deja de ser un instrumento para convertirse en un fin. Pero este autismo tiene sus l¨ªmites. El grupo puede creerse sus mentiras mientras piensa que va ganando o por lo menos que cuenta con un amplio apoyo. Cuando su brazo civil es ilegalizado sin que se produzca ning¨²n terremoto en el Pa¨ªs Vasco, cuando los presos pierden toda esperanza, cuando las dificultades pol¨ªticas y t¨¦cnicas para hacer atentados son cada vez m¨¢s grandes, cuando la sociedad se acostumbra a prescindir de ellos y empieza a darlos por amortizados, tarde o temprano acaban entendiendo que nunca conseguir¨¢n sus objetivos por la fuerza. Esta es la primera premisa de cualquier fin de la violencia. Si a este contexto a?adimos la irrupci¨®n del terrorismo islamista internacional, que ha dejado completamente fuera de juego a estas formas de terrorismo local, es indudable que el marco en que se produce el alto al fuego es muy distinto de otros momentos.
A esta realidad contextual hay que a?adir otro elemento: d¨ªgase como se quiera, util¨ªcense los eufemismos que se consideren necesarios, este anuncio de tregua es el resultado de un proceso de negociaci¨®n que contaba por lo menos con el aval impl¨ªcito del Gobierno. No es por tanto un gesto que ETA toma por libre para provocar alg¨²n efecto calculado sobre la escena. Y se nota en el estilo y tono del comunicado. Si se ha llegado hasta aqu¨ª, cabe pensar que de alg¨²n modo est¨¢n definidos los protocolos a seguir. Sin duda, la legalizaci¨®n de Batasuna o de algo plenamente representativo del entorno etarra ocupar¨¢ las primeras etapas del proceso que se abre ahora. Probablemente la necesidad que Batasuna ten¨ªa de poder acudir a las pr¨®ximas elecciones municipales tenga que ver con el calendario del alto al fuego. ETA en su comunicado en ning¨²n momento pide plaza en las mesas pol¨ªticas que se constituyan en el futuro. Sin la violencia, de alg¨²n modo habr¨¢ que encauzar la representaci¨®n de la izquierda abertzale.
Hace tiempo que el Pa¨ªs Vasco ha dado por amortizada a ETA. Y realmente ha sido el momento en que la sociedad vasca ha asumido que era posible y deseable derrotar a ETA cuando ha llegado el principio del fin de esta organizaci¨®n. A que este momento llegara ha contribuido tanto el anterior Gobierno del PP como el actual del PSOE. Ser¨ªa incomprensible, adem¨¢s de irresponsable, que el resentimiento arrastrara a los actuales dirigentes del PP a quedarse fuera del proceso o a ponerle trabas. En la derecha tiene alguna carta de naturaleza la idea de que para preservar la unidad de Espa?a m¨¢s vale una ETA de baja intensidad que la desaparici¨®n de ETA, porque, sin violencia, tarde o temprano el Pa¨ªs Vasco se ir¨¢. Ser¨ªa una pena que tan perverso argumento impidiera a la derecha compartir con los dem¨¢s este momento de esperanza.
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