Duras, en los l¨ªmites de la autobiograf¨ªa
Nadie mejor que Marguerite Duras para escribir su propia vida, nadie mejor que ella para invent¨¢rsela a su manera y darle un nuevo respiro, llevarla hasta el l¨ªmite de lo posible: un amante que regresa despu¨¦s de toda una vida a decirle a una mujer anciana que la ama, como sucede en El amante, su novela m¨¢s conocida, la que le mereci¨® el Goncourt y un reconocimiento internacional. Marguerite Duras adquiri¨® los rasgos de su experiencia, los ojos achinados de una asi¨¢tica que ha crecido en Vinh Long, vivido en Sadec o Saig¨®n bajo la exuberancia de un paisaje t¨®rrido, en el seno de una familia de rasgos ex¨®ticos, apasionada en sus relaciones hasta la locura. Ese mundo tan personal como in¨¦dito ha hecho de Duras, Duras.
Pienso que es desde esa fragilidad de su infancia en Indochina, la relaci¨®n violenta con su madre y sus dos hermanos, Pierre y Paolo, que se construye la nueva Marguerite (ex Marguerite Donadieu), una mujer impetuosa y cargada de experiencias. Todo empieza por all¨ª, luego est¨¢ el regreso a Francia, los silencios de la guerra, la experiencia que impregna su lenguaje, su forma de hablar y la prosodia que adquiere en la escritura. Porque en ella hablamos de escritura, de huella personal, incluso con todas las exageraciones que tuvo y que la hicieron ingrata para mucha gente. Duras, era el caso Duras. Como me dijo un d¨ªa Robbe-Grillet, "ella ha sido capaz de inventar el silencio en el texto"; los espacios blancos que deja entre cada frase, fraccionando el texto, en analog¨ªa con la experiencia.
A los diez a?os de su muerte una serie de textos in¨¦ditos prometen pistas sobre la obra durasiana: los Cuadernos de la guerra y el Cuaderno rosa jaspeado. El Cuaderno rosa jaspeado fue escrito entre 1943-1944, y contiene un largo relato autobiogr¨¢fico en el cual Marguerite Duras cuenta sus recuerdos de infancia en Indochina, algunos esbozos de su novela Barrera contra el Pac¨ªfico y relatos publicados en el libro El dolor. Estos escritos ser¨¢n publicados este pr¨®ximo oto?o por el IMEC (Instituto de memorias de escrituras contempor¨¢neas), en Francia.
Una de las preguntas fundamentales sobre su vida es: ?el amante chino existi¨®? Seg¨²n su bi¨®grafa Laura Adler (Grasset, 1998), s¨ª, s¨ª existi¨®, pero en los rasgos de un mestizo exc¨¦ntrico que llevaba un brillante en el dedo, Leo. Este gesto impresion¨® a la Duras, para quien la relaci¨®n con el dinero fue casi neur¨®tica. Primero, porque ten¨ªa una madre viuda que nunca dej¨® de hablar del tema, y luego, porque ser de una familia francesa pobre en Saig¨®n, no hac¨ªa sino aumentar un sentimiento de desarraigo: "Adem¨¢s de no poseer encanto y que estaba vestida de una manera pr¨®xima al rid¨ªculo, no me distingu¨ªa por mi belleza" (Cuaderno rosa).
La madre es una figura clave en la vida de la autora, una especie de mito que ella construye para destruir, aquella madre que aparece fragmentada en sus novelas, la mujer arruinada que compra tierras est¨¦riles en Indochina y se queja de su mala suerte, la mujer incapaz de vivir sola la maternidad de sus tres hijos que se destrozan entre ellos. Pierre y Marguerite, los m¨¢s violentos, los m¨¢s apasionados: "Mi hermano ten¨ªa eso de especial, y es que no pod¨ªa hablar de una mujer hermosa sin decirme: 'puedes echarte a correr".
Esta mujer es tambi¨¦n la que describe Yan Andr¨¦a, su ¨²ltimo acompa?ante, en el libro Aquel amor (Cet amour l¨¤), la Marguerite tirana, posesiva, incapaz de prestarle su chaleco de cuero a condici¨®n de que se lo devuelva inmediatamente, o la que le proh¨ªbe ver a su familia, inclu¨ªda su madre. La posesi¨®n deb¨ªa ser total y completamente narcisista, digna de aquella mujer que se sienta en un caf¨¦ y pregunta al camarero si la reconoce, y entonces le dicen que s¨ª. Y exclama: "Es que todav¨ªa el mundo va bien".
Al lado de esta Marguerite, la ni?a de una fragilidad de porcelana es imposible de comprender sino es transformada por la fuerza de la ambici¨®n por construir su propio mito como persona, con todos los elementos de un drama, a veces tirando al melodrama o la afectaci¨®n. En el fondo con una historia miserable, ella ha hecho una biograf¨ªa sensual, desmedida, digna de la ficci¨®n.
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