Ficciones y realidades
Me gustar¨ªa tener la edad del botell¨®n, pero estoy en la edad del dry mart¨ªni. Los d¨ªas de los macrobotellones los pas¨¦ en Londres. Bebiendo civilizadamente sentados en un restaurante pijo de Belgravia, en la, tambi¨¦n muy civilizada compa?¨ªa, de Paul Preston y de Juan Pedro Aparicio. Nuestro reducto era un lugar tranquilo, pero el Londres m¨¢s central era un enorme botell¨®n en calles y pubs. Los j¨®venes hab¨ªan tomado la ciudad. Beb¨ªan como espa?oles con la excusa de celebrar San Patricio, un santo irland¨¦s con fama de bebedor. ?Bebiendo en Londres por un irland¨¦s? Un irland¨¦s, lo contrario de un ingl¨¦s, como dijo Samuel Beckett. Nosotros brindamos por Beckett, ahora se celebra su centenario. Beckett, el patrono de los desesperados. Siempre esperando a Godot, esa esperanza que nunca llega, la desesperanza. Muy ajenos a las esperanzas con las que nos sorprender¨ªa el principio de la semana, nos pusimos a criticar casi todo, lo normal. En Londres como en Madrid. Eso que Londres ya no es la que era; ahora se puede comer, beber vino espa?ol, ver exposiciones en la Tate Modern -los que all¨ª viajen no se pierdan las de Albers y Moholy-Nagy, ni la de Kippenberger, los ¨²ltimos ¨¦xitos del espa?ol Todol¨ª que dirige aqu¨¦l tinglado de modernidades- y hasta no comprar ropa. Todo cambia, pero lo que sigue siendo imposible, o al menos complicado si no eres Florentino P¨¦rez o Beckham, es viajar en taxi. Treinta libras la carrera y sin sudar mucho.
Para seguir la marcha nos escapamos a Par¨ªs. Ya no es canalla, pero mantiene su movida y sin necesidad de botell¨®n. Un periodista de Liberation, de cuyo nombre no quiero acordarme, me dec¨ªa, con esa modestia tan propia de algunos parisienses de la cosecha del 68: "?stos s¨ª son j¨®venes. Esto s¨ª que demuestra que se mantiene vivo el esp¨ªritu, la utop¨ªa, la lucha... Ya ves, mientras los j¨®venes espa?oles est¨¢n moviliz¨¢ndose por el botell¨®n, los nuestros lo hacen por terminar con el Gobierno de la derecha. La excusa es luchar contra el Contrato de Primer Empleo, pero en realidad est¨¢n contra el sistema, contra Sarkozy, contra Villepin". Me dej¨® callado. Despu¨¦s, cuando ya no estaba, pens¨¦ que tendr¨ªa que haberle preguntado por los votos de los j¨®venes franceses. Tambi¨¦n se me ocurrieron unas cuantas razones para no demonizar a los j¨®venes del esp¨ªritu de botell¨®n. Era tarde, el Barrio Latino estaba lleno de polic¨ªas; yo me hab¨ªa comprado el ¨²ltimo disco de Jane Birkin, Fictions, y el de Gainsbourg revisitado, tan lleno de frescuras y realidades como hace unos cuantos mayos. Mi victoria fue una retirada a tiempo.
Con las caricias cantadas de la Birkin, con las provocaciones de Gainsbourg escuchados en mi Epod, un tren me llev¨® hasta Nantes. En la ciudad de Julio Verne, desde hace ya bastantes a?os, se celebra el m¨¢s visitado encuentro con el cine espa?ol de Francia. M¨¢s de 15.000 personas llenan los cines de Nantes, una de las ciudades con menos presencia espa?ola de Francia, pero con unos profesores espa?oles, Pilar Mart¨ªnez al frente, que ten¨ªan mono de cine espa?ol y cumplieron su deseo. Hay gente pa to. Este a?o el festival de cine espa?ol en Nantes esta dedicado al Pa¨ªs Vasco. Cocineros, cineastas, profesores, documentalistas y otras faunas euskaldunas all¨ª se dieron cita. All¨ª se encontraron o desencontraron. Nantes fue un micromundo del Pa¨ªs Vasco y otras Espa?as. Las salas, dedicadas al cine vasco, al cine en la Guerra Civil y a la revisi¨®n de ¨²ltimas pel¨ªculas espa?olas, se llenaban tanto como el peculiar txoco vasco que los organizadores hab¨ªan montado. Digo peculiar porque pod¨ªan entrar chicas. Que tomen nota.
Los estudiantes hac¨ªan su huelga, sus manifestaciones y despu¨¦s se re¨ªan, aburr¨ªan o sorprend¨ªan con el cine espa?ol. Un p¨²blico tan entregado, tan agradecido, que fue capaz de ver un documental sobre la santidad sin fisuras sobre el lehendakari Aguirre y no se convirtieron, ni se afiliaron al PNV, ni nada. Hay que ser franc¨¦s.
No todo vasco es un nacionalista. Coincidimos con Manu Montero, el perseguido ex rector de la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Es este profesor de Historia Contempor¨¢nea un hombre afable, inteligente, brillante y libre. Montero, como tantos vascos que no rezan con Arana, se tiene que mover con cuidado, sin libertad y en forzada compa?¨ªa. En Nantes disfrutaba de la rareza de poder pasear en soledad o en la compa?¨ªa que eligiera. Algo que no siempre ha podido hacer. Ten¨ªamos el tel¨¦fono cerrado, est¨¢bamos en una charla de Manu Montero; al terminar, nuestros tel¨¦fonos anunciaban mensajes. Nuestros mensajes dec¨ªan lo mismo: "Alto el fuego permanente de ETA". Pasamos de la sorpresa a la alegr¨ªa. Yo miraba a Montero. Estaba como en una enso?aci¨®n, como en una ficci¨®n. Aterrizaba, pasaba a la realidad, sonre¨ªa, se mov¨ªa nervioso, llamaba por tel¨¦fono, se alegraba; nos comunicaba su esperanza, su felicidad, su liberaci¨®n, su fe en el futuro. Brindamos con vino franc¨¦s. Nos prometimos futuros brindis con txakoli. En Nantes, capital de las ficciones de Verne, se hizo realidad la noticia m¨¢s esperada. Despu¨¦s vendr¨¢n otras realidades; el largo camino, el proceso, la pol¨ªtica, lo que sea. Pero all¨ª, en Nantes, vimos que al final del t¨²nel hab¨ªa luz. Dijo Manu Montero: "Nunca me olvidar¨¦ de Nantes". Nosotros tampoco, all¨ª vimos a un hombre feliz. Y nosotros tambi¨¦n lo fuimos.
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