Truman Capote se pudri¨®
Viendo el otro d¨ªa la estupenda pel¨ªcula Truman Capote me qued¨¦ pensando una vez m¨¢s en que no es nada f¨¢cil vivir una existencia entera manteniendo la dignidad, la vitalidad, la curiosidad y la entereza. Si no mueres joven, los a?os te ofrecen muchas otras posibilidades de morirte por dentro. Puedes corromperte, adocenarte, amedrentarte. Puedes equivocarte totalmente y convertirte en algo que de joven despreciabas. Puedes petrificarte en tus emociones y tus ideas, o deprimirte, o quiz¨¢ alcoholizarte. Hay incalculables formas de perderse y todos llevamos dentro la posibilidad de hacer de nuestras vidas un disparate.
Eso es exactamente lo que le sucedi¨® a Truman Capote, ese inmenso escritor que vendi¨® su alma al diablo por una desmedida ambici¨®n de ser rico y famoso. Ansiaba tanto triunfar que no le import¨® sacrificar vidas humanas para ello; es decir, dese¨® durante a?os y con todas sus fuerzas que ejecutaran a los dos asesinos en los que bas¨® su obra maestra, A sangre fr¨ªa, en la equivocada creencia de que la muerte de esos hombres (con los que hab¨ªa desarrollado una larga y estrecha relaci¨®n) pondr¨ªa el broche de oro a su libro. Personalmente creo que fue toda esa miseria lo que destruy¨® a Capote. Vivi¨® veinte a?os m¨¢s despu¨¦s de A sangre fr¨ªa, pero, aparte de unos pocos cuentos, no consigui¨® terminar ning¨²n otro libro. Y cuando muri¨®, con 59 a?os, era un personaje pat¨¦tico y enfermo, un ser profundamente infeliz destrozado por las drogas y el alcohol.
Hace muchos a?os que le¨ª la formidable biograf¨ªa de Capote hecha por Clarke en la que est¨¢ basada la pel¨ªcula, y ahora no recuerdo si el autor pone en alg¨²n momento esa fat¨ªdica frase que suelen decir todos los bi¨®grafos: "Esos fueron los mejores a?os (o meses) de su vida". Soy una amante del g¨¦nero biogr¨¢fico y les aseguro que siempre se me ponen los pelos de punta cuando me tropiezo con semejante afirmaci¨®n: entonces, ?todo lo dem¨¢s, el resto de la existencia del personaje, fue un puro decaer? ?Las vidas pueden estropearse as¨ª, sin previo aviso? ?Y habr¨¦ gastado y superado yo ya, sin darme cuenta, mi periodo de gracia y plenitud? ?Estar¨¦ al borde de alg¨²n oscuro precipicio, como Capote lo estaba al publicar A sangre fr¨ªa, aunque, cegado por el estruendoso ¨¦xito, seguramente creyera que estaba empezando lo mejor de su vida? Es una reflexi¨®n escalofriante.
Vivimos en una sociedad que mitifica de tal modo la juventud que, a la hora inevitable de envejecer (un trayecto que tenemos que hacer todos) no s¨®lo no solemos contar con apoyos para el viaje, sino que, por el contrario, se nos bombardea con mensajes inquietantes. Por ejemplo, otra cosa que me fastidia de las biograf¨ªas es que suelen dedicar el grueso del volumen a la infancia, la juventud y la primera madurez, y que luego, alcanzada cierta edad del personaje, normalmente despachan el resto de sus d¨ªas (a veces, en los longevos, m¨¢s de veinte a?os) en un pu?adito de p¨¢ginas, como si el ¨²ltimo tercio de la vida fuera algo carente de inter¨¦s y valor. Y lo mismo sucede en las encuestas: habr¨¢n visto que est¨¢n divididas por sectores de edad, de manera que hay un apartado dedicado, pongamos, a los que est¨¢n entre 15 y 24 a?os, otro a los que caen entre 25 y 40, un tercero entre los 41 y los 55, por ejemplo, y despu¨¦s? Despu¨¦s muchos de estos estudios abren un inquietante tramo ilimitado: "De 56 en adelante". Es como si a partir de esa edad entraras en la bruma que todo lo deshace, como si fueras escupido al espacio exterior de la vida rica y verdadera.
Y, sin embargo, cada vez vivimos m¨¢s. Qu¨¦ paradoja. Yo siempre he pensado que la vejez es la edad ¨¦pica del ser humano. Que es dif¨ªcil envejecer con dignidad y manteni¨¦ndose verdaderamente vivo hasta el final, y que cumplir esa aventura, es decir, conseguir desarrollar una existencia entera lo m¨¢s plena y feliz, es la mayor ambici¨®n a la que uno puede dedicar su vida. Verdaderamente envejecer tiene muy pocas cosas buenas, pero las que tiene son formidables. La primera, la maravillosa evidencia de que no has muerto joven. Y la segunda, el hecho de que, si te esfuerzas un poco, sin duda la vejez te hace m¨¢s sabio (por el contrario, si te rindes y te dejas llevar, lo m¨¢s probable es que acabes siendo un imb¨¦cil). Ser m¨¢s sabio es conocerte mejor, es llegar a encontrar tu lugar en el mundo, es aceptarte y aceptar a los dem¨¢s, es descubrir la oculta armon¨ªa de la vida. Es decir, es una sabidur¨ªa que creo que te ayuda a ser feliz. Lo mejor est¨¢ siempre por venir, a pesar de lo que digan los bi¨®grafos.
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