Darfur cuenta 200.000 muertos en el olvido
La violencia en la regi¨®n sudanesa impide que dos millones de desplazados vuelvan a sus tierras
Mohamed Abdala Ibrahim se encontraba en su choza con su abuela y su hermano en Shangil Tobaya, una aldea de la regi¨®n de Darfur. Eran las dos de la tarde. De repente, llegaron soldados del Gobierno sudan¨¦s y empezaron a incendiar chozas y disparar al aire. "Procur¨¦ cargar con mi abuela a la espalda y sacarla de all¨ª. Cuando sal¨ªa de la casa, un soldado estaba pregunt¨¢ndole algo a mi hermano. Lleg¨® otro soldado y le dispar¨®. Me acerqu¨¦ y vi que respiraba, as¨ª que decid¨ª salvar a mi abuela primero y despu¨¦s regres¨¦ a por mi hermano. Pero cuando llegu¨¦ ya estaba muerto". Ibrahim tiene 32 a?os, tres menos que su hermano asesinado. Fue el 17 de junio de 2005. Y no se puede decir que no hubiese testigos de lo ocurrido. Los soldados de la Uni¨®n Africana (UA, organizaci¨®n compuesta por 53 pa¨ªses del continente cuya misi¨®n de observaci¨®n en Darfur est¨¢ financiada en gran parte por la UE) presenciaron la escena. "Pero no hicieron nada", recuerda Ahmed Mohamed, trabajador del campo de Shangil Tobaya. "Nos dec¨ªan que lo ¨²nico que pod¨ªan hacer era informar de lo sucedido. Un d¨ªa de estos no tendr¨¢n nada de lo que informar porque habremos muerto todos".
Aquella noche, los soldados quemaron 23 casas, una de ellas con una mujer dentro. Lo que se respira en el pueblo de Mohamed Abdala Ibrahim es odio hacia el Gobierno sudan¨¦s, odio hacia las milicias ¨¢rabes y, cada vez m¨¢s, resentimiento contra los soldados de la Uni¨®n Africana.
En agosto de 2004, la ONU hab¨ªa documentado la muerte en Darfur de 50.000 personas en menos de un a?o y el desplazamiento de un mill¨®n de seres que vagaban por el desierto huyendo de la violencia. Ahora se sabe que los muertos fueron cerca de 200.000 y los desplazados, dos millones. "Pero lo peor es que siguen cometi¨¦ndose violaciones de los derechos humanos. En el 99% de los casos las cometen los soldados y las milicias ¨¢rabes", indica Leire Garrastachu, de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Darfur.
Junto a El Fashir, una de las tres capitales de Darfur, se encuentra el campo de desplazados de Abushok, con 60.000 personas. "Aqu¨ª es donde suelen venir los pol¨ªticos a hacerse la foto con los desplazados porque est¨¢ cerca del aeropuerto. En media hora pueden coger el avi¨®n de vuelta. Pero este campo es el Hotel Palace de todos los campos, pues la mayor¨ªa no son as¨ª", indica Hugo Fiz, coordinador de la Cruz Roja. No obstante, ese Palace tiene un peque?o inconveniente: se encuentra rodeado de puestos de soldados sudaneses. "Hemos recibido denuncias de desplazados que cuando quieren salir del campo, los soldados les piden dinero. Si no tienen, les dan una paliza", se?ala Garrastachu.
Los responsables de la masacre de Darfur se pasean impunes por Sud¨¢n. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n cree que el Gobierno es c¨®mplice de los cr¨ªmenes y que los 7.000 soldados de la UA emplazados como observadores no son de ayuda. Sud¨¢n sali¨® en junio de 2005 de una guerra civil que dur¨® 21 a?os, pero ahora no encuentra la salida para Darfur.
"Creo que la comunidad internacional no est¨¢ haciendo todo lo que deber¨ªa", dice Leire Garrastachu, aunque precisa que ¨¦sa es su opini¨®n personal y que no coincide con la de la ONU. "La cuesti¨®n es que la gente en la regi¨®n de Darfur afronta las cosas con entereza. Llora en silencio. Y eso nos puede hacer pensar que no han sufrido tanto. He entrevistado a madres que han visto c¨®mo violaban a sus hijas delante de ellas o herido a sus maridos. No s¨¦ si es la religi¨®n lo que les ayudar¨¢ a encajar el dolor con tanta entereza, pero desde luego llama la atenci¨®n".
La guerra de Darfur estall¨® en febrero de 2003 con la toma del municipio de Golo por el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Sudan¨¦s (SLA, en sus siglas en ingl¨¦s). Por primera vez, las tribus africanas de los fur (mayoritaria en la regi¨®n), los masalit y los zagaua olvidaron los agravios hist¨®ricos y se unieron contra el Gobierno de Jartum, la capital de Sud¨¢n. En s¨®lo dos meses, los rebeldes se plantaron en la capital de Darfur del Norte y tomaron el aeropuerto de El Fashir.
El Gobierno de Omar Bashir no pudo aplastar la rebeli¨®n con su Ej¨¦rcito porque muchos de sus soldados eran fur, masalit o zagaua. A¨²n hoy permanecen en prisi¨®n 20 oficiales que se negaron a tomar las armas contra su pueblo. Entonces, el Gobierno ech¨® mano de las tribus ¨¢rabes de Darfur. Los ¨¢rabes llegaban con camellos, caballos y fusiles a las aldeas, apoyados por helic¨®pteros artillados y aviones del Gobierno. Las tribus africanas llamaron yanyauid a los milicianos ¨¢rabes. Ahora, la sola menci¨®n del nombre causa escalofr¨ªos en muchas familias. En otra gente, como Husein Mohamed Hamid, el t¨¦rmino yanyauid (una especie de bandoleros del desierto) despierta una sonrisa ir¨®nica.
Husein Mohamed Hamid es el gobernador de Al Wahad, un distrito de El Fashir. Es miembro de la tribu ¨¢rabe de los rezeigat, pariente de Musa Hilal, l¨ªder ¨¢rabe tribal que coordin¨® los ataques de todos los l¨ªderes yanyauid contra la poblaci¨®n civil. Hamid habla del yanyauid Musa Hilal como alguien "muy generoso, popular entre su gente, muy justo y muy bravo". Hamid posee un negocio de aparatos electr¨®nicos en Jartum. Habla un ingl¨¦s perfecto y ha escrito cuatro libros; el ¨²ltimo se titula ?Est¨¢ Darfur marginado? "La respuesta, por supuesto, es que si se compara con otras regiones de Sud¨¢n, no lo est¨¢", se?ala.
Hamid tiene su visi¨®n del problema de Darfur. "Aqu¨ª siempre ha habido disputas entre tribus. Pero se solventaban con pu?ales y cuchillos, hab¨ªa menos muertos. Y el Gobierno sol¨ªa detenerlas. Compensaba a las tribus con dinero seg¨²n el n¨²mero de muertos y se acababa la lucha. Pero en Chad empezaron los problemas. Tuvo una guerra con Libia. Y despu¨¦s hubo una guerra civil en Chad en los a?os ochenta y los soldados de Chad, cuando eran derrotados, entraban en Darfur y vend¨ªan sus armas y robaban caballos y camellos. Esos soldados eran de la tribu zagaua. ?Y qui¨¦nes eran los propietarios de los camellos? Las tribus ¨¢rabes".
Husein Mohamed Hamid explica que el presidente del pa¨ªs, Omar Bashir, tuvo un enfrentamiento con un viejo aliado suyo y l¨ªder religioso, Hasan Turabi. "Y entonces Turabi se propuso derrocar al presidente y financi¨® la rebeli¨®n en Darfur", se?ala. En efecto, todos los analistas coinciden en que Turabi est¨¢ detr¨¢s del grupo rebelde JEM, pero ¨¦ste es minoritario. "Los seguidores de Turabi son zagaua. Y nosotros, los ¨¢rabes, dijimos: 'Si conquistan el Gobierno, despu¨¦s vendr¨¢n a por nosotros'. Y entonces luchamos ferozmente apoyados por el Gobierno".
Esa ferocidad de la que habla Hamid se tradujo en 200.000 muertos y dos millones de desplazados. "Tambi¨¦n los ¨¢rabes tenemos desplazados. Pero los ¨¢rabes no quieren vivir en campos porque les da verg¨¹enza. Piden a las organizaciones que les den la comida y las organizaciones s¨®lo la dan a quienes entran en los campos".
Tanto las tribus ¨¢rabes como las africanas profesan la religi¨®n musulmana y comparten tradiciones. En las fiestas, los hombres se sientan en una habitaci¨®n y las mujeres en otra. Los hombres suelen llevar un cuchillo debajo de la manga de la chilaba, pegado al b¨ªceps por una cinta, apuntando al cielo. Tambi¨¦n llevan, tanto ¨¢rabes como africanos, amuletos que son como peque?os monederos de cuero con versos del Cor¨¢n en su interior. En teor¨ªa, los africanos tienen la piel m¨¢s negra, pero al cabo de cientos de a?os las razas se han mezclado y cuesta trabajo distinguirlos. Pero una cosa los separa: la lengua. Aunque los africanos hablen ¨¢rabe, el acento es distinto. Tambi¨¦n les separa la historia: los africanos sol¨ªan ser esclavos, y muchos n¨®madas ¨¢rabes, mercaderes de esclavos.
Los mayores cr¨ªmenes contra la humanidad se cometieron entre noviembre de 2003 y marzo de 2004. Pero no hubo apenas testigos internacionales para dar testimonio de las atrocidades. Hasta abril de ese a?o no comenzaron a acceder a Darfur la mayor¨ªa de las agencias humanitarias. "El Gobierno no nos conced¨ªa ni siquiera el visado para viajar desde Espa?a a Jartum", recuerda M¨®nica de Castellarnau, miembro de M¨¦dicos sin Fronteras (MSF). Una vez que las agencias y los periodistas entraron, se encontraron un paisaje de cenizas. A¨²n hoy, cuando el avi¨®n planea sobre el aeropuerto de El Fashir, se pueden ver los pueblos aleda?os quemados.
Hay en Darfur 72 ONG, unos 1.000 trabajadores humanitarios extranjeros y 11.500 sudaneses que trabajan para las organizaciones de ayuda. Pero casi ning¨²n periodista. La guerra de Darfur ha dejado de interesar. Los rebeldes se han enzarzado en disputas y el Gobierno se frota las manos vi¨¦ndolos divididos. Los afines al presidente aseguran que la mayor¨ªa de los desplazados est¨¢n ganando dinero con tanta ayuda internacional. "Y es verdad que en el campo de Abushok, por ejemplo, utilizan el agua potable que traen las ONG para construir ladrillos y venderlos", reconoce un funcionario de la ONU. "Pero si yo estuviera en su lugar tambi¨¦n me buscar¨ªa la vida".
El jeque tribal Ahmed Abdell Al¨ª, de 40 a?os, vive en una choza del campo de Shangil Tobaya desde hace dos a?os, con sus siete hijos, su madre de 88 a?os y su esposa, ahora embarazada. Es una choza parecida a la que ten¨ªa antes de 2004. Ahora tiene un burro, y antes de que los yanyauid se los quitaran ten¨ªa 14 cabras y 4 burros. "Pero, sobre todo", dice en ingl¨¦s, "antes ten¨ªa mucha tierra para cultivar. Y con eso siempre llevaba los bolsillos llenos de dinero". Vive a seis horas en burro de su aldea. "No tiene sentido volver. Los yanyauid viven demasiado cerca".
En el desierto de Darfur se cultivan naranjas, mangos, tomates, sorgo y limones. Abundan las buganvillas por encima de las tapias. Por la noche, el aire huele a jazm¨ªn. Los vestidos de las mujeres son de colores intensos, verde menta, rojo fresa, violeta, azul marino, y contrastan con el amarillo de la arena y las chozas. La gente es de natural alegre y optimista. Pero el peligro siempre acecha. A las oficinas de la ONU siguen llegando denuncias de violaciones contra mujeres cometidas por soldados sudaneses. El mayor n¨²mero de atentados contra los derechos humanos consisten en detenciones ilegales y torturas, seg¨²n una fuente de la ONU en El Fashir.
La psic¨®loga de MSF Mar¨ªa Crist¨®bal est¨¢ elaborando un estudio sobre el impacto de la guerra en la poblaci¨®n civil. Adem¨¢s de las entrevistas a mujeres que aseguran haber sido violadas recientemente por los yanyauid, Crist¨®bal ha percibido que muchas madres sufren de mashkul, un concepto que aglutina la falta de energ¨ªa, problemas de sue?o y memoria y disminuci¨®n de la capacidad para tomar decisiones. "A veces no nos explic¨¢bamos c¨®mo muchas madres dejaban a sus hijos desnutridos y no los tra¨ªan", comenta la psic¨®loga. "Algunas nos dec¨ªan: 'Es que tengo mashkul', y siempre hab¨ªa alguna vecina que asent¨ªa, como diciendo que cuando se tiene mashkul no puede hacer nada".
Algunas de las chozas que se quemaron el d¨ªa en que muri¨® el hermano de Mohamed Abdala Ibrahim se hallaban dentro del campo de desplazados donde trabaja un equipo de MSF-Espa?a. La ONG evacu¨® el campo durante varias semanas y muchos de los desplazados se refugiaron en la monta?a. Cuando los m¨¦dicos volvieron, bajaron de la monta?a y empezaron a levantar sus tiendas junto a a ellos. Pero los ataques alrededor de la zona continuaron. La mayor¨ªa, de noche.
El 17 de enero, a las dos de la madrugada, llegaron tres jinetes vestidos de negro al pueblo de Nama Adam Abad¨ªa, una joven de 16 a?os. Mataron a tres hombres y dispararon cinco tiros contra Nama. Habla con la cabeza gacha y a¨²n tiene la mano vendada a causa de los balazos. "Me dispararon en los brazos, en el pecho, en el muslo... En la oscuridad pensaron que era un hombre. S¨®lo dejaron de disparar cuando grit¨¦ para decirles que era una mujer. Robaron las vacas y se fueron", recuerda. ?Simples bandidos o yanyauid? Para las tribus africanas, yanyauid son los jinetes ¨¢rabes. Para los ¨¢rabes, los yanyauid han sido siempre una especie de bandoleros del desierto que viven en cuevas y roban cualquier cosa. "Los bandidos de antes", explica Ahmed Mohamed, "sol¨ªan montar en camellos. Pero los yanyauid son ¨¢rabes y vienen a caballo porque son los mejores jinetes, se tumban a un lado y a otro mientras cabalgan".
La fiebre de Jartum
En las tribus africanas es dif¨ªcil ver un caballo. Lo que prima son los burros. Y las distancias se miden seg¨²n lo que se tarde de un lado a otro en burro. La diferencia en la calidad de vida con otras partes del pa¨ªs es evidente. En Jartum, la capital de Sud¨¢n, la fiebre de los tel¨¦fonos m¨®viles ha inundado las calles y los ministerios. Los funcionarios juegan con las melod¨ªas de sus Nokia con c¨¢mara incorporada, los taxistas hablan mientras conducen y hasta en las farmacias se venden tarjetas de prepago. A dos horas en avi¨®n de all¨ª, en El Fashir, la cobertura con los m¨®viles es escasa. Cuando se sale de cualquiera de las tres capitales de Darfur, en una regi¨®n tan grande como Espa?a, el tel¨¦fono se convierte casi en un artilugio de ciencia-ficci¨®n. No existen televisiones, no se ven tuber¨ªas, ni red el¨¦ctrica. Los hospitales, colegios y kil¨®metros de carretera asfaltadas son menos que escasos.
En realidad, las tribus ¨¢rabes de Darfur tambi¨¦n han sido marginadas desde siempre por todos los Gobiernos centrales de Jartum. ?Por qu¨¦, entonces, atacaron las milicias ¨¢rabes a poblaciones civiles? "Los rebeldes", explica Husein Mohamed Hamid, el gobernador del distrito de Al Wahad en El Fashir, "se escond¨ªan en los pueblos. Y nosotros les dec¨ªamos a la gente de los pueblos: ten¨¦is que echarlos. Pero los rebeldes amenazaban a la gente", aduce Hamid. ?Por qu¨¦ violaron a cientos de mujeres? "Eso es lo que la propaganda de los rebeldes ha difundido. Pero no es cierto. Hubo s¨®lo algunos errores, cometidos tal vez por diez o cinco soldados".
El objetivo de los rebeldes, seg¨²n Hamid, era derrocar al presidente. "S¨®lo cuando fueron derrotados empezaron a decir que lo hac¨ªan por el desarrollo de Darfur. Y entonces buscaron el apoyo de Estados Unidos y Europa". Husein Mohamed Hamid dice que si la comunidad internacional no obligara al Gobierno a mantener el alto el fuego, los problemas en Darfur se solucionar¨ªan en una semana. "Los rebeldes van poniendo ahora sus banderas en algunos pueblos y dicen que los han conquistado. En realidad, se est¨¢n aprovechando de que el Gobierno no quiere romper la tregua. Esto lo solventar¨ªamos la gente de Darfur en s¨®lo una semana".
Lo que no dice Hamid es con cu¨¢ntos muertos se solucionar¨ªa el problema.
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