Fallas y barbarie

Probablemente, las fiestas no tienen por qu¨¦ asemejarse a la barbarie, pero las Fallas llevan camino de serlo. Cualquier ciudadano que haya estado esos d¨ªas en Valencia habr¨¢ comprobado c¨®mo la ciudad se convierte en un lugar inh¨®spito y hostil, donde no hay l¨ªmites y todo vale. No s¨®lo es el ruido las 24 horas del d¨ªa, los petardos sin control, las carpas y barras de bebidas alcoh¨®licas ocupando las calles, la basura y vidrios en jardines y aceras y los orines. Si, orines por todas partes, impregnando con su olor las calles y los paseos. Y c¨®mo va a ser de otra manera, si como muy bien dijo la se?ora alcaldesa, "Valencia entera es un botell¨®n autorizado", no s¨®lo en Fallas, sino tambi¨¦n en cualquier fin de semana.

S¨ª, ¨¦sta es la otra cara de la ciudad, la que no sale en las postales con los edificios de Calatrava, la que vivimos -y sufrimos- los que en ella vivimos y no queremos trasladarnos a alguna de las urbanizaciones que rodean la ciudad. Valencia, ciudad del pelotazo (inmobiliario) y del petardazo (fallero).