Bush pide al Congreso un debate "civilizado y digno" sobre la reforma de la inmigraci¨®n a EE UU
Con el eco de los gritos de cientos de miles de personas que se han manifestado en Los ?ngeles y otras ciudades de Estados Unidos, el Senado abre un dif¨ªcil debate sobre la reforma de la inmigraci¨®n. Las leyes, desbordadas, no dan soluci¨®n ni a la demanda de mano de obra ni a la presencia de 12 millones de indocumentados. Republicanos y dem¨®cratas tienen posiciones encontradas. El asunto es explosivo en v¨ªsperas de las legislativas; iglesias, empresarios y sindicatos entran en la discusi¨®n y Bush pide que "nadie juegue con los miedos de la gente".
El presidente aprovech¨® ayer la ceremonia de naturalizaci¨®n de 30 inmigrantes procedentes de 20 pa¨ªses para pedir "un debate civilizado y digno" y defender su propuesta de trabajadores invitados y un refuerzo de la vigilancia en las fronteras. "No va a ser f¨¢cil", admiti¨®, al tiempo que detallaba el plan: "Un programa de visados temporales es vital para la seguridad de las fronteras", porque crear¨ªa "una v¨ªa legal para aquellos que vienen a trabajar y reducir¨ªa radicalmente el n¨²mero de los que entran clandestinamente".
Los grupos m¨¢s preocupados por la seguridad despu¨¦s del 11-S se aliaron con los que temen las consecuencias de la presencia de indocumentados en el mercado de trabajo y en las redes de apoyo social, y sacaron adelante un proyecto de ley en la C¨¢mara de Representantes con estos puntos:
-Ampliar los actuales tramos de valla fronteriza entre M¨¦xico y EE UU, que cubren unos 180 kil¨®metros, otros mil kil¨®metros -un tercio de la frontera- y reforzar la verja con una pared virtual de sensores y c¨¢maras de vigilancia. -
-Convertir la inmigraci¨®n irregular en un delito, en lugar de una falta.
-Castigar severamente a los empresarios que contraten a indocumentados.
El proyecto de ley no pasar¨¢ el filtro de moderaci¨®n que es el Senado, pero tampoco los senadores tienen una posici¨®n com¨²n; hoy se abre un periodo de dos semanas para tratar de llegar a un acuerdo. Las opciones en juego son:
-Bill Frist, l¨ªder de la mayor¨ªa republicana, propone ampliar el n¨²mero anual de visados de inmigraci¨®n y penalizar a las empresas que empleen a indocumentados, pero no dice nada sobre los 12 millones que ya est¨¢n aqu¨ª.
- -Los republicanos John Cornyn y Jon Kyl proponen permisos temporales de cinco a?os para los indocumentados que se vayan de EE UU y soliciten volver.
-El republicano John McCain y el dem¨®crata Ted Kennedy defienden una v¨ªa que refuerce la vigilancia, pero que legalice a los indocumentados si pagan impuestos atrasados y una multa, tienen trabajo y est¨¢n aprendiendo ingl¨¦s; despu¨¦s de seis a?os, obtendr¨ªan la residencia permanente.
Las dos ¨²ltimas propuestas suponen para los grupos contrarios a la inmigraci¨®n una amnist¨ªa encubierta, y la acusaci¨®n contra Bush es similar. El presidente se mueve en terreno resbaladizo: los planteamientos simplistas contra la emigraci¨®n tienen amplio eco en ciertos Estados, y m¨¢s en v¨ªsperas de elecciones legislativas. Bush no puede aparentar mano blanda, porque lleva a?os jugando la carta de la seguridad nacional; y tampoco se puede enfrentar a los hispanos, sensibles a la reforma de la inmigraci¨®n, porque son una apuesta electoral estrat¨¦gica (un 44% de hispanos votaron a Bush en 2004).
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