Colar bombas at¨®micas en EE UU
Agentes secretos del Gobierno pasan dos aduanas con material radiactivo
En el contenedor de los dos camiones hab¨ªa suficiente cantidad de cesio-137 para fabricar dos bombas radiactivas que, pegadas a explosivos convencionales, pod¨ªan convertirse en armas de destrucci¨®n masiva. Los conductores sincronizaron la operaci¨®n para introducir el material en EE UU a la misma hora del mismo d¨ªa de diciembre de 2005. Uno entrar¨ªa desde Canad¨¢ al Estado de Washington y el otro tratar¨ªa de pasar por un puesto fronterizo con M¨¦xico en su larga frontera con Tejas. Lo ocurrido al atravesar la frontera en dos puntos a miles de kil¨®metros de distancia fue perfectamente simult¨¢neo. La polic¨ªa par¨® a los dos camiones cuando saltaron las alarmas de los detectores de radiactividad. Pidieron a los individuos que bajaran del cami¨®n.
Los detectores de radiactividad son tan sensibles que un pl¨¢tano o un baldos¨ªn pueden confundirlos
Los ch¨®feres estaban preparados. Se hab¨ªan bajado de Internet la copia de un certificado de la Comisi¨®n de Regulaci¨®n Nuclear y hab¨ªan falsificado un permiso de importaci¨®n con un ordenador y una impresora dom¨¦stica. El papel explicaba que el material era de uso industrial y que se les autorizaba la recepci¨®n, adquisici¨®n, posesi¨®n y transferencia de esa fuente nuclear. En los dos puestos fronterizos trataron de verificar la validez de los certificados, pero no supieron c¨®mo. Bloqueados por una mezcla de burocracia e incompetencia, en ambos casos tomaron la misma decisi¨®n: permitir la entrada del cargamento.
Los individuos implicados en este contrabando acabaron reunidos en el Capitolio de Washington, pero no para cometer un atentado, sino para contar su peripecia a quienes se la hab¨ªan encargado: eran, en realidad, investigadores secretos de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO), organismo independiente del Congreso que analiza la eficacia en el gasto federal de EE UU. El ¨¦xito de esta operaci¨®n permit¨ªa concluir con l¨®gica que el dinero invertido desde el 11-S en la seguridad fronteriza del pa¨ªs no es suficiente o no sirve de mucho.
"Sufrimos agujeros masivos en nuestra seguridad fronteriza", dijo el senador republicano Norm Coleman al presentar el informe ante el subcomit¨¦ de Seguridad Interior. Horas despu¨¦s, la Casa Blanca anunci¨® que en los pr¨®ximos 45 d¨ªas dotar¨¢ a los agentes fronterizos con herramientas para verificar la autenticidad de los permisos de importaci¨®n de materiales peligrosos.
Los responsables de las instituciones abochornadas defendieron sus procedimientos o minimizaron sus defectos. Jayson Ahern, responsable de Operaciones del Servicio de Aduanas, declar¨® estoicamente su satisfacci¨®n "al comprobar que esta prueba demuestra la eficacia de nuestra tecnolog¨ªa". Las alarmas, efectivamente, detectaron la radiaci¨®n. La Oficina de Detecci¨®n Nuclear del Departamento de Seguridad Interior asegur¨® que el material apenas servir¨ªa para crear dos "bombas sucias" de efecto muy limitado. Las consecuencias de un artefacto as¨ª no pueden anticiparse: el n¨²mero de v¨ªctimas inmediato ser¨ªa reducido, pero los efectos m¨¦dicos a largo plazo podr¨ªan ser devastadores.
Seg¨²n la GAO, ni el Gobierno lograr¨¢ instalar los m¨¢s de 3.000 detectores que prometi¨® para antes de septiembre de 2009 ni bastar¨¢ el presupuesto. El problema de esos detectores es su sensibilidad. Hay m¨²ltiples fuentes falsas de radiaci¨®n, como un baldos¨ªn de cer¨¢mica, un fertilizante, un pl¨¢tano o incluso un individuo sometido a determinadas terapias. Ante un posible falso positivo, los aduaneros s¨®lo pueden consultar los certificados.
![Funcionarios de aduanas canadienses en el puesto fronterizo de Stanstead en 2001.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7O6C5SQW64A5YE5JVRIOFDRSXI.jpg?auth=63c4e3cf15cbb2251b2e11914f0744b276f31b6dc05cf5399ed0e24472efdfec&width=414)
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