Mundiales, ferias y fiestas
En muchas pel¨ªculas del Oeste cada hallazgo minero o cada feria de ganado llevaban aparejada la ruidosa y celebrada irrupci¨®n de una carreta llena de prostitutas. Muy "alegres" y dispuestas a "aliviar", por una pepita de oro y un descorche, a una reata de borrachos, groseros y malolientes. O sea, que en todas partes "y de toda la vida" parece como que no hay trato bien rematado si no se dispone de un burdel al alcance de la... mano. Hace poco un colega perspicaz me hac¨ªa notar la sonrisa babosa exhibida por los espectadores de aquellos desfiles de ropa interior (femenina, por supuesto) en cierto stand de Cevisama: la misma que toda esta clientela, esta vez selecta, ba?ada y perfumada, pasear¨¢ luego por los puticlubs que florecen en las cercan¨ªas y al ritmo del calendario ferial. En algunos "reputados" establecimientos, a las mujeres "fijas" se a?aden otras ambulantes venidas ex profeso para esos d¨ªas, carne fresca que durante el tiempo que dura tal o cual certamen son eficaz reclamo en los anuncios: "chicas nuevas". Y en ellas aterrizan honrados industriales sobradamente partidarios de la innovaci¨®n y el dise?o. Quiz¨¢ forma parte del programa de esos estrafalarios cursillos para ejecutivos a la americana: entre las t¨¢cticas de ventas, ?les sugerir¨¢n c¨®mo conseguir entradas para los toros, pagar una buena cena o subvencionar un revolc¨®n mercenario?
He aqu¨ª una de las muchas razones por las que las mujeres lo tienen dif¨ªcil en el mundo de los negocios: la imposible camarader¨ªa en las juergas que se pegan los brokers en los strip-tease y "alternes" donde a veces rematan reuniones de trabajo. Francamente, no me imagino a una directora de producto tirando de Visa oro al cierre de Textilhogar para invitar a unas copas y a unas "canas al aire" en el Roman¨ª, por poner un ejemplo. Por desgracia no se ha visto a las C¨¢maras de Comercio (que por otra parte tienen tendencia a opinar sobre lo divino y lo humano) recomendar a sus empresas afiliadas y cargos directivos que no promuevan la esclavitud ni se hagan c¨®mplices del trato de blancas, amarillas o negras. Claro que tampoco lo hacen los dem¨¢s. Observemos qu¨¦ ocurre en otras concentraciones t¨ªpicamente masculinas. Por ejemplo, en el mundo del deporte. Aunque no pertenezcan ustedes a lo que se suele denominar globalmente "la afici¨®n" seguro que saben que clubs, campeones y campeonas se han movilizado m¨¢s de una vez contra la droga, el racismo y la xenofobia... y ahora contra el machismo y la homofobia, esto ¨²ltimo sobre todo en Catalu?a.
?Pero qu¨¦ hay de la explotaci¨®n sexual y el tr¨¢fico de mujeres? A¨²n est¨¢ por ver qu¨¦ hacen la Uni¨®n Europea y la FIFA ante los macroburdeles que est¨¢n siendo construidos en las cercan¨ªas de los estadios donde se disputar¨¢ este verano el Mundial de f¨²tbol, y en los que 40.000 mujeres ofrecer¨¢n sus "servicios". Ante las primeras cr¨ªticas, el abogado de un complejo de 30.000 metros cuadrados construido en Berl¨ªn dice que "f¨²tbol y sexo van emparejados". Pero diversas organizaciones civiles ya han iniciado campa?as alegando que "comprar sexo no es un deporte" y que se deber¨ªa promover la igualdad, el respeto mutuo y la no discriminaci¨®n. Piden, adem¨¢s, que los equipos, sus integrantes y las Federaciones hagan p¨²blica su oposici¨®n al comercio sexual, aunque alguno de sus altos dirigentes se haya apresurado a decir que los organismos deportivos no disponen de competencias para controlar lo que los aficionados hacen fuera del estadio. Cambiando de motivaciones y consecuencias de ciertos encuentros humanos, les dir¨¦, respecto del Mundial de la Familia del pr¨®ximo julio en Valencia, que un amigo homosexual se confiesa m¨¢s contento que unas pascuas. No por vaticanista, sino por las perspectivas de ligue, ya que parece m¨¢s que sabido en "su ambiente" que all¨¢ donde se organizan este tipo de eventos, las peras y las manzanas se mezclan como descosidas. Se lo cuento no porque tenga nada que objetar al libre y gratuito intercambio de placeres, vengan de donde vengan. Sino porque acabo de recordar la ¨²ltima andanada cardenalicia contra los matrimonios homosexuales, tan legales y decentes. Qu¨¦ cosas.
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