Euskadi, 'guerra y paz'
El lector me permitir¨¢ que inicie este art¨ªculo con una autocita del publicado el 18 de febrero: "El estilo Zapatero hace temer que sean aceptados suced¨¢neos tales como una tregua permanente, esto es, duradera, esto es, nueva trampa". Acert¨¦ sin duda en el pron¨®stico de cuanto hab¨ªa de suceder a corto plazo, pero la carga de pesimismo resultaba excesiva. Hubiera sido mucho mejor escribir: "... que puede convertirse en una nueva trampa". Y no se trata s¨®lo de ceder ante la oleada de optimismo imperante. La experiencia de la tregua de 1998 no debe ser olvidada. Tambi¨¦n entonces el vocabulario de ETA parec¨ªa sugerir un fin definitivo de la violencia, al ser la tregua "indefinida", incluso alguna vez "indefinida y total". Y pas¨® lo que pas¨®. ETA reh¨ªzo sus comandos, intensific¨® extorsiones y terrorismo de baja intensidad, y por fin rompi¨® la tregua cuando le vino bien. Al ser "alto el fuego" menos que tregua, e insistir en los objetivos "democr¨¢ticos" tradicionales, la trampa resulta posible. ETA no ha pasado de ser una organizaci¨®n criminal a una agrupaci¨®n de patriotas bienintencionados. Sin embargo, hay un elemento que favorece el optimismo. Las circunstancias son hoy mucho m¨¢s desfavorables para ETA que en 1999, y no precisamente por cuestiones de di¨¢logo o de talante del interlocutor, sino por el enorme desgaste provocado por la colaboraci¨®n policial con Francia y la Ley de Partidos, tanto en cuanto a recursos como a la vinculaci¨®n con una sociedad harta de violencia.
As¨ª que optimismo y prudencia. Las primeras palabras pronunciadas por la vicepresidenta del Gobierno mantienen todo su valor. Es hora de cambiar los modos de actuaci¨®n pol¨ªtica, pero no de alterar los juicios ni de deslizarse hacia el interior del campo sem¨¢ntico propio del mundo abertzale. En Euskadi no ha habido una guerra, ni el "ambiente de guerra civil" de que hablaba hace poco Javier Pradera, por la sencilla raz¨®n de que nunca hubo dos contendientes. Euskadi nunca fue el Ulster: insistamos en ello una y otra vez. Unos agred¨ªan, conjugando terrorismo e intimidaci¨®n, y otros lo soportaban o abandonaban el pa¨ªs. Sin olvidar que entre tanto muchos miraban, lamentando por razones humanitarias la suerte de las v¨ªctimas y compartiendo la visi¨®n pol¨ªtica de los agresores. Por eso resulta doblemente siniestro hablar de "ni vencedores ni vencidos", expresi¨®n al tiempo err¨®nea y afrenta para las v¨ªctimas. Lo que en Euskadi puede y debe haber ahora es una normalizaci¨®n de la vida democr¨¢tica al desaparecer el terror. Hay una sola victoria, de todos y por el bien de todos, parafraseando a Jos¨¦ Mart¨ª.
Es hora de la pol¨ªtica, y para centrar los temas conviene alejarse una vez m¨¢s del patr¨®n Ulster en los contenidos. Tal vez la negociaci¨®n sea dif¨ªcil, pero prolongarla seg¨²n ese modelo resultar¨ªa suicida. En Euskadi las habas est¨¢n contadas. Tenemos el tema de los etarras encarcelados (los presos), el regreso de Batasuna a la legalidad y la negociaci¨®n sobre el futuro pol¨ªtico de Euskadi. Los tres con opciones de fondo acotadas y con m¨¢rgenes estrechos para el juego de los actores. Para mal del Gobierno, tiene ya trazado el camino de las concesiones que de momento otorgan ventaja al movimiento realizado por ETA. Es previsible que acerque presos, conceda a Batasuna una vida legal de hecho, cosa que estaba en el aire ya antes del "alto el fuego" y, diga lo que quiera, disminuya la presi¨®n policial. Todo ello gratis e inevitable, si se desea crear un clima favorable al entendimiento. El problema es que a partir de ah¨ª no queda mucho por ofrecer.
Hay concesiones ulteriores, pero muy duras. La m¨¢s previsible consistir¨ªa en poner en marcha un proceso de "reinserci¨®n", l¨¦ase de excarcelaci¨®n de etarras, por agregaci¨®n de indultos individuales a cambio de declaraciones tambi¨¦n personales de abandono de "la violencia". Tocar¨ªa a Conde-Pumpido ablandar en ese caso a los jueces. Y, por fin, est¨¢ el cambio pol¨ªtico, con su Mesa que sin duda rebasar¨ªa los l¨ªmites del Estatut. Aqu¨ª rozamos el objetivo com¨²n nacionalista de la autodeterminaci¨®n, cuyo ejercicio respaldan la mayor¨ªa de ciudadanos vascos y a cuya legalidad nuestro Gobierno ha abierto una puerta suscribiendo el acuerdo de la UE que respalda y tutela el pr¨®ximo refer¨¦ndum por la independencia en Montenegro. Sin llegar a tanto, precio pol¨ªtico habr¨¢.
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