Listas abiertas
Se empiezan a o¨ªr voces que reclaman la modificaci¨®n del sistema electoral. Son las voces de las Comisiones C¨ªvicas de algunos lugares de Espa?a. Es la hora de la sociedad civil. La pol¨ªtica, dicen, no se agota en los partidos y los partidos pol¨ªticos no pueden pretender agotar en s¨ª mismos todo el pluralismo de la sociedad civil. Es necesario garantizar la elecci¨®n directa de los representantes y su relaci¨®n personalizada y eficaz con sus electores.
Las listas cerradas y bloqueadas hurtan a los ciudadanos su representaci¨®n y mandato, evitan el di¨¢logo de los diputados con sus electores. Los ciudadanos, suplantados por los aparatos pol¨ªticos de los partidos, no ejercen el justo control de aquellos a los que eligen. El partido se convierte, as¨ª, en mandatario y ocupa el lugar que corresponde al ciudadano. Son los partidos, de esta manera, los que deciden el lugar que ocupa el diputado o concejal en la lista y, por tanto, si puede ser elegido o no. El diputado pasa a ser un desconocido con el sistema de listas cerradas.
El m¨¢ximo valor que predomina en el representante del pueblo es el seguimiento ciego de la consigna de partido, que es la ¨²nica instancia de la que depende para ser incluido en la lista. De esta manera, los ciudadanos carecemos de representantes pol¨ªticos reales que nos informen, a quienes pedir cuentas y a quienes acudir. El resultado de todo esto es una pol¨ªtica desvinculada y un pol¨ªtico que ocupa el ¨²ltimo lugar en la valoraci¨®n ciudadana. Esta desvinculaci¨®n entre el pueblo y el Parlamento favorece la oligarqu¨ªa de los partidos y la preeminencia de los grupos de presi¨®n, que son los ¨²nicos que disponen de medios para hacerse escuchar por las c¨²pulas de los partidos.
Es necesario garantizar la elecci¨®n directa de los representantes de los ciudadanos y la relaci¨®n personalizada y eficaz con sus electores. Hace falta una nueva ley electoral que, manteniendo la proporcionalidad, permita la elecci¨®n directa del diputado por su circunscripci¨®n, el conocimiento mutuo entre elector y elegido, la obligaci¨®n del segundo de dar cuenta continuada de su mandato y que garantice la posibilidad de repetir el voto o neg¨¢rselo en las pr¨®ximas elecciones en funci¨®n de su actuaci¨®n, sin que ello signifique votar o rechazar toda una lista.
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