Tras el mito de Chopin y George Sand

El ¨²nico establecimiento espa?ol adherido este a?o a la pl¨¦yade internacional de los Relais & Ch?teaux, que desde noviembre pasado preside Jaume T¨¤pies, orea bajo el sol de Mallorca el recuerdo literario y musical de George Sand y Fr¨¦d¨¦ric Chopin. Sus nombres asaltan al viajero en cada recodo de la carretera vieja a Valldemossa, en cada sillar de su cartuja y en los folletos tur¨ªsticos. Tambi¨¦n se hacen recurrentes cada una de las dependencias del hotel Valldemossa, inaugurado hace tres temporadas sobre los restos de una centenaria possessi¨® situada en el barrio alto de la localidad.

Desde las terrazas descolgadas de la casa madre, entre barandas de teja, escalinatas p¨¦treas, jardines de palmeras y arriates de flores, se divisa un valle profundo de olivos y construcciones de mar¨¨s insular. Sin duda, el escenario id¨ªlico para unos nocturnos de piano.

Igual que otros hoteles de campo mallorquines, Valldemossa sacraliza lo r¨²stico como una simple categor¨ªa est¨¦tica, suscrita, eso s¨ª, a las exigencias del lujo y la multiplicaci¨®n de los servicios inherentes al negocio tur¨ªstico. Probablemente, su nivel de exquisitez no sea tan alto como el del vecino hotel La Residencia, pero no se queda muy a la zaga. Si en los parterres se juega a p¨ªdola con la pavimentaci¨®n de barro y el alfombrado de gravilla suelta, intramuros el ambiente huele a madera seria, tapicer¨ªas de peso, mobiliario de evocaci¨®n mediterr¨¢nea y cera derretida de velas a la hora de la cena.

Una plantilla esmerada y muy cumplida agasaja al hu¨¦sped desde su ingreso en el ¨¢rea de aparcamiento. Desde la recepci¨®n se vislumbra un peque?o sal¨®n cuya atm¨®sfera noble no renuncia a tener expuestos algunos grabados de Mir¨® y Momp¨®. Otras serigraf¨ªas numeradas con la firma de Pep Coll decoran las paredes de las habitaciones, espl¨¦ndidas por su elegancia interior y las vistas prodigiosas que ofrecen sobre la sierra, pero decepcionantes en el acondicionamiento de los cuartos de ba?o. El kit cosm¨¦tico es muy vulgar, la ducha no tiene suficiente presi¨®n y, en demasiadas ocasiones, el inodoro filtra aguas toda la noche. Y un detalle chocante: el minibar aparece escondido debajo del lavabo.

A pesar de lo cual, la suite George Sand enamora a sus ocupantes no s¨®lo por el mito literario, sino tambi¨¦n por los tres ventanales que miran de t¨² a t¨² a la cartuja de Valldemossa. No se oye un alma en toda la noche, salvo las sonajas de las ovejas en el campo.