La desinformaci¨®n
En estos fastidiosos tiempos de crispaci¨®n pol¨ªtica, un consumidor normal de noticias, una persona que lee peri¨®dicos y oye y mira noticiarios, dif¨ªcilmente puede enterarse de qu¨¦ es lo que pasa en realidad con ciertos temas. Lo que puede sacarse en claro de asuntos como el Estatuto de Catalu?a, o la negociaci¨®n con ETA o la dichosa OPA no es suficiente porque toda esta informaci¨®n est¨¢ permanentemente contaminada por las declaraciones, a favor o en contra, que hacen los pol¨ªticos de uno y otro bando, generalmente preocupados hasta la crispaci¨®n, no por los ciudadanos, sino por ganar posiciones y llevar todav¨ªa m¨¢s agua a su molino.
?ltimamente ha circulado por la prensa inglesa una interesante historia que tiene que ver con la manipulaci¨®n medi¨¢tica de la realidad; se trata de un apunte perif¨¦rico que puede servir para ir calibrando la desinformaci¨®n que nuestros pol¨ªticos, a fuerza de declaraciones estent¨®reas, llevan meses implementando. Voy a la historia, que completar¨¦ despu¨¦s con una desasosegante noticia. Christian Bailey es un hombre misterioso de treinta a?os, graduado en Oxford, que dirige una oficina donde se proyectan "operaciones psicol¨®gicas" (psy-ops, de acuerdo con su juguetona abreviatura en ingl¨¦s) situada a dos calles de la Casa Blanca, en Washington. La oficina de Bailey est¨¢ en un edificio gris flanqueado por una tienda de licores y una agencia de viajes; se trata de un edificio normal donde se desarrollan proyectos no tan normales. Uno de ellos, por ejemplo, consiste en recopilar informaci¨®n y establecer los contactos necesarios para echar a andar negocios en Irak durante la era post-Sadam. Junto a este proyecto, que parece m¨¢s bien una misi¨®n de relaciones p¨²blicas, se ha puesto en marcha de manera paralela una psy-op que consiste en lo siguiente: un equipo de gente enviado por el Lincoln Group -as¨ª se llama la oficina de Bailey- ha organizado un grupo de periodistas iraqu¨ªes, conocido como El club de prensa de Bagdad, que est¨¢ dedicado a escribir art¨ªculos, reportajes y noticias que favorezcan la "labor" que los Estados Unidos, por medio de su ej¨¦rcito, hace en Irak. Una vez escritas estas "historias positivas" (positive stories, literalmente en ingl¨¦s), se les va colocando en los doscientos peri¨®dicos que circulan en aquel pa¨ªs, a veces pagando cuarenta d¨®lares por el espacio o, seg¨²n la importancia del peri¨®dico, hasta dos mil.
Por hacer esto y algunas otras cosas, todas ellas referentes a eso que el ej¨¦rcito estadounidense denomina "superioridad informativa" o "dominaci¨®n de amplio espectro", el Pent¨¢gono ha firmado un contrato con la oficina de Bailey de entre cien y trescientos millones de d¨®lares, seg¨²n informaci¨®n que public¨® el diario The Independent.
Estas "historias positivas" de Bailey son una ficci¨®n que es presentada como un recuento noticioso de la realidad, justamente lo contrario de la desasosegante noticia que servir¨¢ de complemento, donde el recuento riguroso de la realidad parece una pieza de ficci¨®n: lejos del edificio gris donde despacha Bailey el misterioso, cient¨ªficos militares del Pent¨¢gono han dise?ado un implante electr¨®nico que, una vez instalado en el cerebro de un tibur¨®n, logra dirigirlo, controlarlo y monitorearlo para que ejecute misiones de esp¨ªa. S¨ª, se?or: un tibur¨®n aparentemente normal que en realidad es un esp¨ªa militar o, en el caso menos glamoroso, un torpedo viviente con las narices cargadas de explosivos.
Estos tiburones pueden dirigirse a control remoto con un fascinante sistema que consiste en estimular, con un impulso el¨¦ctrico, la zona del cerebro que procesa los olores: cuando el est¨ªmulo, conocido como "esencia fantasma", se aplica en el lado derecho del centro olfativo, el tibur¨®n vira a la derecha, y vira hacia la izquierda cuando se aplica en el lado izquierdo, y, seg¨²n con qu¨¦ intensidad se aplique, var¨ªan el ¨¢ngulo y la velocidad con que dan la vuelta el esp¨ªa o el torpedo.
Estos tiburones son una novedad, pero no lo es que las criaturas marinas hagan de esp¨ªas, pues durante la Guerra Fr¨ªa ya hab¨ªa delfines y orcas en las filas del Pent¨¢gono, y lo mismo pasa con las "historias positivas" que implanta Bailey en los diarios iraqu¨ªes, que es una t¨¦cnica que la inteligencia militar ha usado durante d¨¦cadas.
Las inserciones sistem¨¢ticas en los diarios que coordina la oficina de Bailey han ido conformando poco a poco una narraci¨®n que favorece a los Estados Unidos, que no da cuenta de la realidad, sino que inventa una propicia con la intenci¨®n de hermosear, si es que esto es posible, la presencia infame de las tropas estadounidenses en aquel pa¨ªs.
Uno de los efectos de la crispaci¨®n pol¨ªtica aqu¨ª en Espa?a recuerda a la psy-op de Bailey en Irak, nada m¨¢s que aqu¨ª no hay Lincoln Group, ni club de prensa de Bagdad, ni inserciones masivas en los medios de comunicaci¨®n, ni al parecer mucha estrategia; se trata de un fen¨®meno espont¨¢neo, lleno de improvisaci¨®n y bravuconer¨ªa, que se ha ido haciendo con la suma de las declaraciones de los pol¨ªticos, generalmente deformadas por su ambici¨®n personal o la de su partido, que poco a poco van constituyendo una "historia positiva" verbal y vociferada, que m¨¢s tarde ser¨¢ reinterpretada y publicada por los medios de comunicaci¨®n, seg¨²n sus propios intereses y sus afinidades. En el margen que hay entre la declaraci¨®n, ya de por s¨ª sesgada, de un pol¨ªtico y la reinterpretaci¨®n que de ¨¦sta hacen los medios de comunicaci¨®n, no se sabe ya qu¨¦ es "historia positiva" (ficci¨®n que pasa por realidad) y qu¨¦ es tibur¨®n esp¨ªa (realidad con aspecto de ficci¨®n). Hoy, a una persona normal, como dije al principio de estas l¨ªneas, le cuesta trabajo desbrozar de una noticia lo que es informaci¨®n real de lo que son intereses partidistas, personales y en general marruller¨ªa desinformativa, y es justamente aqu¨ª, frente al saldo de desinformaci¨®n que tiene que purgar todos los d¨ªas el ciudadano com¨²n, que los pol¨ªticos y los medios de comunicaci¨®n deber¨ªan replantearse esta crispaci¨®n irresponsable, que empieza a conducirnos a esta situaci¨®n parad¨®jica: la de irnos desinformando en la medida en que nos informamos.
Jordi Soler es escritor.
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