Gn¨®stico cainita
Los descubrimientos de textos relacionados con los or¨ªgenes del Cristianismo y la vida de Jes¨²s han tenido en los ¨²ltimos tiempos un gran eco y dan lugar a interpretaciones en las que abunda el sensacionalismo. Fue el caso en los a?os 40 del pasado siglo de los pergaminos del Mar Muerto o de Qumram y de los c¨®dices en papiro de Nag Hammadi en Egipto. El retraso que por diversos motivos experiment¨® la publicaci¨®n de estos textos no hizo sino a?adir especulaciones extra?as e infundadas sobre su contenido. Su conocimiento ha servido para ampliar enormemente el conocimiento del juda¨ªsmo de la ¨¦poca de Jes¨²s y de los primeros siglos del cristianismo. Pero todas las especulaciones sensacionalistas se vieron defraudadas: son textos de sumo inter¨¦s para los especialistas pero muy escaso para el gran p¨²blico, que apenas logra penetrar en su contenido.
Sospecho que esta situaci¨®n se va a repetir con la publicaci¨®n de lo que se presenta como un nuevo gran descubrimiento: un Evangelio de Judas (el traidor, conocido por los evangelios como Iscariote). Todo parece indicar que se trata de un evangelio gn¨®stico, la gran corriente del cristianismo que en los siglos II y III disput¨® la hegemon¨ªa de la interpretaci¨®n del mensaje de Jes¨²s a la corriente eclesi¨¢stica, que termin¨® por imponerse. Ireneo de Lyon, un obispo de la segunda mitad del siglo II, escribi¨® el primer tratado que nos ha llegado para refutar a los gn¨®sticos y otras corrientes her¨¦ticas. En su obra Contra los Herejes 1,31,1 menciona ya la existencia de un llamado Evangelio de Judas, utilizado por una secta gn¨®stica conocida como los cainitas.
Si el manuscrito cuya publicaci¨®n se nos presenta con todo el aparato propagand¨ªstico de que es capaz una editorial como National Geographic resulta aut¨¦ntico, y parece que lo es, se tratar¨ªa del evangelio citado por Ireneo o de otro parecido. Y, aunque se dice que fue descubierto en los a?os 70 del siglo pasado en una tumba egipcia, es posible que pertenezca a uno de los papiros de Nag Hammadi que se extraviaron despu¨¦s de su descubrimiento. Al igual que ¨¦stos, es una traducci¨®n del siglo IV al copto de un original griego del siglo II, pues el copto era la lengua m¨¢s utilizada por los cristianos egipcios a partir del siglo III. En la Antig¨¹edad era muy frecuente, tanto entre los jud¨ªos como entre los cristianos o los griegos, atribuir un escrito a un personaje famoso para darle mayor autoridad. Es lo que se denomina la pseudoepigraf¨ªa o falsa atribuci¨®n. Casi todos los escritos del Nuevo Testamento, y en concreto los cuatro evangelios can¨®nicos, son pseudoep¨ªgrafos y lo son tambi¨¦n los numerosos evangelios, cartas, actas, etc, ap¨®crifas y gn¨®sticas de los siglos II y III que han llegado hasta nosotros. Se acostumbraba a atribuirlos a un personaje hist¨®rico relacionado con Jes¨²s, bien como seguidor de ¨¦ste, bien como enemigo. Baste recordar el interesante escrito conocido como Actas de Pilato, basado en la creencia de que Poncio Pilato se habr¨ªa arrepentido y convertido, tanto es as¨ª que la Iglesia Copta lo conmemora entre sus santos al igual que la cat¨®lica venera a san Cornelio, el centuri¨®n que atraves¨® con su lanza el costado de Jes¨²s.
Este ser¨ªa el caso del Evangelio de Judas, un personaje que los evangelios presentan como el ap¨®stol traidor y del que, adem¨¢s, se da la circunstancia de que debi¨® de ser una invenci¨®n de los evangelistas. Las sospechas sobre la no existencia de Judas se basan en que Judas es un personaje ep¨®nimo, es decir, el que dio nombre a todo el pueblo jud¨ªo (la tribu de Jud¨¢) y con gran trasfondo b¨ªblico. Si los Doce Ap¨®stoles son un s¨ªmbolo de los Doce hijos de Jacob, que dieron nombre a las doce tribus de Israel, fue precisamente Judas el que, seg¨²n la narraci¨®n b¨ªblica (G¨¦nesis 37, 26 ss.), propuso a sus hermanos vender a Jos¨¦ a los comerciantes egipcios por "veinte monedas de oro". La narraci¨®n de la traici¨®n de Judas en el evangelio de Mateo, que como los dem¨¢s evangelios tiene un fuerte contenido antijudaico, parece, pues, una clara evocaci¨®n de la traici¨®n por dinero del pueblo jud¨ªo a sus hermanos primero y a Jes¨²s despu¨¦s. Se trata de una atractiva hip¨®tesis de los modernos ex¨¦getas del Nuevo Testamento de gran trascendencia para interpretar la realidad hist¨®rica de la vida de Jes¨²s, pero que no ha tenido el eco de ciertas novelas como El C¨®digo Da Vinci y otras. A veces la realidad hist¨®rica es m¨¢s apasionante que la ficci¨®n.
Que la figura evang¨¦lica de Judas fuese utilizada por los grupos gn¨®sticos que defend¨ªan una interpretaci¨®n cr¨ªptica, esot¨¦rica y simb¨®lica del mensaje de Jes¨²s, no tiene, pues, nada de sorprendente. La recuperaci¨®n de este nuevo texto ser¨¢ de gran inter¨¦s para conocer mejor algunas de las corrientes cristianas de los primeros tiempos, pero no alterar¨¢ en nada la fe de los creyentes ni nuestros escasos conocimientos de la figura hist¨®rica de Jes¨²s de Nazaret. Representar¨¢ un gran negocio para los editores, pero s¨®lo un peque?o avance para la ciencia.
Ram¨®n Teja es catedr¨¢tico de Historia Antigua de la Universidad de Cantabria y presidente de la Sociedad Espa?ola de Ciencias de las Religiones.
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