?Qui¨¦n manda en m¨ª?
Mar¨ªa Teresa Le¨®n y Rafael Alberti estaban en Rota el 14 de abril de 1931. Hab¨ªan ido a esconderse en la Bah¨ªa de C¨¢diz, porque su amor reci¨¦n inaugurado necesitaba el secreto. Mar¨ªa Teresa Le¨®n era madre de dos hijos cuando conoci¨® a Rafael. Despu¨¦s de una relaci¨®n desgraciada y humillante, hab¨ªa abandonado a su primer marido, y la tarde en la que coincidi¨® al poeta, en casa de Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal, era una mujer separada, sospechosa, alta y rubia. Resultaba dif¨ªcil ser tan guapa, tan libre, tan dispuesta a vivir y a pensar sin velos. As¨ª que conven¨ªa huir de los murmuradores, refugiarse en las arenas de las playas solitarias, dejar atr¨¢s los cuentos chinos y las habladur¨ªas escandalizadas de las gentes que s¨®lo saben mirar con ojos color rosario. Por eso estaban en Rota el d¨ªa en que se proclam¨® la Segunda Rep¨²blica, el d¨ªa en el que Espa?a abri¨® los balcones y salud¨® al futuro. La palabra futuro tiene a veces el peligro de los vac¨ªos grandilocuentes y las utop¨ªas que se muerden la cola para hacer imposible la dignidad del presente. Pero en este caso se trataba de un futuro sensato. La bandera republicana s¨®lo quer¨ªa ver desde el balc¨®n una Espa?a en la que fuese posible divorciarse, en la que las mujeres tuviesen derecho a votar, en la que un credo religioso no supusiera una obligaci¨®n o un delito. La palabra futuro significaba tambi¨¦n intentar que el analfabetismo dejase de ser el pan de cada d¨ªa en unos pueblos sin pan, condenados por tradici¨®n al orgullo de los caciques y a unos abismos econ¨®micos casi feudales. Esa era la ilusi¨®n pac¨ªfica que palpitaba el 14 de abril en la Puerta del Sol, cuando los poetas Vicente Aleixandre y Luis Cernuda se unieron a la multitud. Como es l¨®gico, los pol¨ªticos republicanos de 1931 se hubieran escandalizado si alguien llega a proponer una ley de matrimonios homosexuales. Pero all¨ª, en la plaza, estaba Luis Cernuda, que ese mismo a?o empez¨® a escribir uno de los libros m¨¢s hermosos de la vanguardia espa?ola, Los placeres prohobidos, libro en el que la dignidad de los homosexuales es inseparable de la dignidad de todos. El complicad¨ªsimo Luis Cernuda trabaj¨® como bibliotecario en las Misiones Pedag¨®gicas. Despu¨¦s de la Guerra confes¨® que nunca volver¨ªa a sentir tanta necesidad de ser ¨²til.
Las guerras se libran en el campo de batalla y se cuentan en los libros, los panfletos y los discursos. Durante los a?os de la dictadura franquista, los historiadores del r¨¦gimen manipularon calculadamente la realidad para hacer creer que la Guerra Civil hab¨ªa sido consecuencia de las leyes de la Rep¨²blica y no de las armas de un ej¨¦rcito golpista apoyado por Hitler y Mussolini. La apuesta hist¨®rica de la reacci¨®n espa?ola se bas¨® en identificar pol¨ªtica republicana y guerra, con la intenci¨®n no s¨®lo de manchar la imagen de la Segunda Rep¨²blica, sino tambi¨¦n de desacreditar la pol¨ªtica. Por eso me siento inc¨®modo cada vez que se centran los homenajes a la Espa?a de 1931 en la evocaci¨®n del hero¨ªsmo republicano durante la Guerra y en la denuncia de la barbarie franquista en la represi¨®n. Mi nostalgia republicana tiene menos que ver con los muertos de 1936 que con la democracia del 2006. Los homenajes a la dignidad del pasado son justos, pero no son el motivo principal de la palabra futuro, quiero decir, de un futuro sensato. Las preguntas que me llenan de nostalgia tienen ya poco que ver con los huesos de una fosa com¨²n. Me siento nost¨¢lgico y republicano porque me pregunto: ?qui¨¦n manda en m¨ª?, ?qu¨¦ mecanismos pol¨ªticos tengo para participar como ciudadano en el control del poder y en la elaboraci¨®n de la sociedad? Si uno observa la realidad del mundo en el que vive, la prepotencia de las leyes de un mercado mundial unificado y las limitaciones muy fragmentadas del poder pol¨ªtico, la ¨²nica nostalgia razonable es la que se desti?e hoy sobre la palabra democracia. En el calendario de la Espa?a progresista, el 14 de abril es el d¨ªa de la pol¨ªtica, un d¨ªa de fiesta y reflexi¨®n. Necesitamos reivindicar la pol¨ªtica para preguntarnos qui¨¦n manda en nosotros.
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