Las otras obras de El Escorial

El pr¨ªncipe era el futuro rey Carlos IV. El infante, su hermano don Gabriel de Borb¨®n. Y las casitas, dos palacetes que pap¨¢, Carlos III, mand¨® construir a Juan de Villanueva en las vecindades del monasterio de San Lorenzo de El Escorial para que uno y otro hijo pudiesen divertirse con sus amigos durante las estancias de la corte en el real sitio, sin molestar ni ser molestados. En el monasterio, tan abarrotado entonces de cortesanos como hoy de turistas, no hab¨ªa intimidad. Adem¨¢s, aquella mole de granito no era lo m¨¢s apropiado para hacer galantes fiestas campestres, del estilo de las que pintaba Watteau.

De 1772 data la casita del Pr¨ªncipe o de Abajo, que ocupa una amplia finca situada entre el monasterio y la estaci¨®n de tren.

Un atrio similar al del Museo del Prado -l¨®gico, pues es del mismo arquitecto- da paso a esta bombonera decorada con pinturas al fresco de estilo pompeyano, sedas bordadas y un mont¨®n de cuadros de Lucca Giordano, el veloz pintor napolitano al que sus contempor¨¢neos motejaron, por eso mismo, Fa Presto. Camas, en cambio, no hay ni una. Y es que, por la noche, el pr¨ªncipe veintea?ero deb¨ªa volver al monasterio, a dormir en compa?¨ªa de los reyes, los vivos y los sepultados.

Lo mejor de la Casita del Pr¨ªncipe, sin duda, son sus jardines conc¨¦ntricos. En el jard¨ªn exterior, de casi tres kil¨®metros de per¨ªmetro, predominan las especies aut¨®ctonas -arces, robles, fresnos, encinas...-; en el interior, los setos laber¨ªnticos de boj, los frutales y los enormes ¨¢rboles ex¨®ticos, sobre los que se?orea una secuoya de 43 metros de altura y 13 de talle. En este ¨²ltimo pensil, frente al atrio, el pr¨ªncipe mont¨® una plaza de toros, un coso que dur¨® lo que el antitaurino Carlos III tard¨® en enterarse de su existencia.

Emplazada a mayor altura que la Casita del Pr¨ªncipe, junto a la carretera de Robledo de Chavela, la del Infante o de Arriba es de la misma ¨¦poca y estilo, s¨®lo que m¨¢s peque?a, del tama?o de un chal¨¦. De planta cuadrada, sus cuatro habitaciones se distribuyen alrededor de un sal¨®n central, una especie de rotonda rematada con c¨²pula donde don Gabriel, mel¨®mano ¨¦l, gustaba de o¨ªr la m¨²sica que compon¨ªa su maestro, el padre Soler. Aparte de esto, el uso m¨¢s memorable que ha tenido el lugar fue el de alojar a Juan Carlos I cuando era pr¨ªncipe de Asturias y alumno del colegio local Alfonso XII.

El jard¨ªn de la Casita del Infante -escalonado, de estilo italiano- alberga tambi¨¦n a una buena pandilla de ¨¢rboles gigantes, nacidos entre 1870 y 1914, cuando estuvo en San Lorenzo la Escuela de Ingenieros de Montes. Entre coloso y coloso, se ve el monasterio, la fachada oriental y, mejor a¨²n, la de mediod¨ªa.

Es un mirador magn¨ªfico: como la silla de Felipe II, pero en fino.