Un golpe mortal en la meca del transfuguismo
Tamayo trabaja en su bufete; Berm¨²dez vive en Zaragoza tras una cirug¨ªa; Sampietro, en la Costa del Sol
El destino judicial de Marisol Yag¨¹e, alcaldesa de Marbella, y de los tres concejales de este municipio detenidos en la Operaci¨®n Malaya, tendr¨¢ consecuencias no s¨®lo en la Costa del Sol, o en la pol¨ªtica espa?ola, sino en otra guerra menor, especialmente activa desde 1998: la guerra al transfuguismo. Porque los cuatro, imputados en este esc¨¢ndalo de cuentas corrientes fabulosamente dotadas, presunta malversaci¨®n de fondos y cohecho, forman parte del muestrario nada desde?able de ediles que obtuvieron su esca?o dentro de unas siglas pol¨ªticas y las abandonaron por razones de conveniencia no precisamente ideol¨®gica.
Yag¨¹e fue una pieza importante del GIL (Grupo Independiente Liberal), fundado por el magnate de la construcci¨®n Jes¨²s Gil y Gil, que gobern¨® Marbella entre 1991 y 1999, antes de traicionarlo y provocar la ca¨ªda de su sucesor (aunque al final ambos estuvieran a la gre?a), Juli¨¢n Mu?oz. Victoriano Rodr¨ªguez -otro de los inculpados- sigui¨® los pasos de Yag¨¹e. Dej¨® el GIL y pas¨® a formar parte con ella del Grupo Mixto A (hubo un mixto B, otro C y existe todav¨ªa el Mixto D en el gobierno municipal marbell¨ª). Los otros dos ediles salpicados por este esc¨¢ndalo may¨²sculo, Isabel Garc¨ªa-Marcos, primera teniente alcalde, y el concejal Jos¨¦ Ja¨¦n, ganaron sus puestos con el PSOE, partido al que traicionaron y del que fueron expulsados.
Tanto en el caso de Ceuta como en el de Madrid, los tr¨¢nsfugas han abandonado la escena pol¨ªtica sin mayores consecuencias
Los socialistas no han superado todav¨ªa el impacto de ver a Susana Berm¨²dez y a su padre del brazo del fallecido Jes¨²s Gil y Gil
Pero el caso marbell¨ª, con ser la mayor met¨¢fora de la corrupci¨®n municipal en Espa?a y de transfuguismo (pr¨¢cticamente todo el gobierno municipal estaba integrado por traidores del GIL y del PSOE), no es el ¨²nico ejemplo de esta enfermedad pol¨ªtica que socava los cimientos en los que se sustenta el servicio p¨²blico: honestidad y credibilidad.
Desde 1998, a?o en que los principales partidos espa?oles firmaron el Pacto Antitransfuguismo, el control ha sido mayor pero no han faltado casos llamativos. Por ejemplo, el de la ciudad aut¨®noma de Ceuta, que entre 1999 y 2003 tuvo cuatro gobiernos diferentes. El primero y el ¨²ltimo, surgidos de las elecciones; los otros dos, fruto de cambios de mayor¨ªas provocados por sendas tr¨¢nsfugas. En esa etapa hubo 45 casos de transfuguismo en Espa?a s¨®lo en el ¨¢mbito municipal. Una cifra inferior a la que se ha registrado ya en la actual legislatura (2003-2007), con 67 casos de cambio de mayor¨ªas en otros tantos ayuntamientos, algunos tan importantes como el de Le¨®n. ?De qu¨¦ ha servido entonces ese pacto?
"El pacto es importante, pero violarlo no genera m¨¢s que una reprobaci¨®n pol¨ªtica", advierte ?lvaro Cuesta, parlamentario socialista y miembro de la comisi¨®n de seguimiento de dicho acuerdo. El caso de la tr¨¢nsfuga de Ceuta, Susana Berm¨²dez, sirvi¨® de ense?anza a la comisi¨®n, que introdujo medidas disuasorias para desincentivar esta pr¨¢ctica. Por ejemplo, se impidi¨® a los tr¨¢nsfugas integrarse en otro grupo. A partir de 2003, el que traicionaba a un partido quedaba en una especie de limbo pol¨ªtico. Y eso tiene un significado econ¨®mico. El no adscrito s¨®lo cobra dietas de asistencia a plenos y comisiones.
Pero como un r¨ªo que adapta su curso a la orograf¨ªa del paisaje, el transfuguismo ha sabido sortear estos obst¨¢culos econ¨®micos. El pasado oto?o, dos tr¨¢nsfugas de la Uni¨®n del Pueblo Leon¨¦s permit¨ªan un cambio de gobierno local, dando la alcald¨ªa de Le¨®n al PP. "Sabemos que se les dieron representaciones en cajas de ahorro o fundaciones, pese a ser concejales no adscritos", dice Cuesta. "Eso representa mucho dinero".
Detr¨¢s, el 'ladrillo'
En todo caso, ese tipo de plusval¨ªas son bagatelas comparadas con el volumen de negocios presuntamente fraudulentos que manejaban los implicados en la Operaci¨®n Malaya. "Lo que est¨¢ claro es que detr¨¢s de casi todos los casos de transfuguismo hay un plan de remodelaci¨®n urbana en puertas, o un caso de desarrollo urban¨ªstico en marcha", reconoce este parlamentario. ?se parece ser el caso de Marbella, y, en opini¨®n de los socialistas, el de Madrid. El m¨¢s sonado de todos por sus consecuencias pol¨ªticas. La deserci¨®n de Eduardo Tamayo y Maite S¨¢ez, en junio de 2003, oblig¨® a repetir los comicios auton¨®micos y arrebat¨® al PSOE una victoria cantada.
Tanto en el caso de Ceuta como en el de Madrid, los tr¨¢nsfugas han abandonado la escena pol¨ªtica sin mayores consecuencias. Tamayo vive dedicado a su bufete, "y a mi familia", precisa por tel¨¦fono. "Mi vida ha mejorado un 2000% desde que dej¨¦ la pol¨ªtica. Los partidos son como sectas, pero eso no se ve cuando uno est¨¢ dentro. Lo que siento es no haber dejado antes el PSOE", dice. En la Federaci¨®n Socialista Madrile?a nadie quiere hablar del tema. "Lo haremos cuando tengamos las pruebas de que hubo cohecho", apunta una fuente.
Tambi¨¦n los socialistas de Ceuta hablan con rencor de Susana Berm¨²dez, la militante que les traicion¨® en agosto de 1999 y dio el gobierno de la ciudad al GIL. Es cierto que el partido de Gil se hab¨ªa quedado a unas decenas de votos de la mayor¨ªa y que para hacerle frente hubo de arbitrarse un tripartito algo complicado (PP, PSOE y el partido ceut¨ª PSDC). Por eso la traici¨®n de Berm¨²dez fue capital. Hoy, cumplidos los 37 a?os, vive en Zaragoza, con su hija menor, de 10 a?os, y un nuevo compa?ero, antiguo guardia civil. Berm¨²dez, que pas¨® por el quir¨®fano para hacerse unos retoques, no quiere entrevistas, ni siquiera para dar su versi¨®n de los hechos.
En enero pasado, un jurado popular la consider¨® no culpable de un delito de cohecho. La sentencia exoner¨® tambi¨¦n a su ex marido, Francisco Cazalla, y a Antonio Sampietro, que presidi¨® fugazmente la ciudad y hoy vive retirado en la Costa del Sol.
Fueron d¨ªas febriles que Teo Garc¨ªa, asesor del delegado del Gobierno en Ceuta, recuerda con amargura. "Ella desapareci¨® de la ciudad. Se fue a Disneylandia con sus hijas y con la mujer de Sampietro y se present¨® despu¨¦s en el pleno acompa?ada de Jes¨²s Gil".
El GIL gobern¨® 17 meses hasta que otra tr¨¢nsfuga, A¨ªda Piedra, devolvi¨® el poder al tripartito gracias a una nueva moci¨®n de censura. ?ngel Berm¨²dez, padre de Susana -expulsado del PSOE pero no de UGT donde dirige la Federaci¨®n de Transporte local, cree que en el caso de su hija se usaron distintos pesos y medidas. "Parec¨ªa la tr¨¢nsfuga de Espa?a, vamos". Sobre todo por culpa de los medios de comunicaci¨®n. "Menos mal que la justicia ha demostrado que no hubo dinero. Tr¨¢nsfuga es, eso s¨ª, pero eso no es un delito", dice.
Del brazo de Gil y Gil
Los socialistas no han superado todav¨ªa el impacto de ver a Berm¨²dez y a su padre del brazo del fallecido Jes¨²s Gil. Y To?i Palomo, que tom¨® las riendas del PSOE local despu¨¦s de la cat¨¢strofe, sabe lo duro que fue aquel golpe para la formaci¨®n. Casi siete a?os despu¨¦s s¨®lo dos de los 25 consejeros que integran el gobierno local son socialistas.
"Es que Berm¨²dez fue tr¨¢nsfuga dos veces", insiste Palomo. "Primero vot¨® al GIL; luego apoy¨® al PP, que sac¨® ventaja de la situaci¨®n y ahora gobierna con una mayor¨ªa hist¨®rica de 19 esca?os".
Elena S¨¢nchez, consejera de Fomento y portavoz del gobierno actual, no recuerda que el voto de Berm¨²dez fuera determinante en aquella segunda moci¨®n de censura. Y comprende que el papel de la tr¨¢nsfuga del GIL A¨ªda Piedra haya sido juzgado con m¨¢s benevolencia. "En este segundo caso, los ceut¨ªes percibieron que el cambio de gobierno iba en el sentido de la normalidad. El GIL era un partido aventurero que lleg¨® prometiendo cosas absurdas. Ten¨ªan el proyecto de abrir unos canales y convertir Ceuta en una especie de Venecia". La Venecia ceut¨ª no se hizo. Pero la ciudad no se parece tampoco al proyecto impecable dise?ado en los a?os cuarenta que cualga enmarcado en el despacho, de la portavoz. Como en Marbella, y como en media Espa?a, el desarrollo urban¨ªstico salvaje se ha impuesto en Ceuta con autoridad. Muchas veces, sin necesidad de los tr¨¢nsfugas.
?La medicina? Fuera de las listas para siempre
LOS NOMBRES de Marisol Yag¨¹e, Eduardo Tamayo o Susana Berm¨²dez no empa?an la buena marcha del Pacto Antitransfuguismo, cree Jordi Jan¨¦, del grupo parlamentario de CiU, y miembro de la comisi¨®n de seguimiento del mismo. "Ahora se producen unas pocas decenas de casos, antes eran centenares", explica. Su grupo est¨¢ de acuerdo en endurecer, no obstante, las medidas para reducir todav¨ªa m¨¢s la incidencia de este fen¨®meno. En estos momentos se estudian varias medidas, como la posibilidad de dificultar la presentaci¨®n de mociones de censura y se intenta alcanzar el compromiso de que tanto el tr¨¢nsfuga como los beneficiarios del transfuguismo queden fuera de las listas electorales en posteriores comicios. "Nosotros estamos de acuerdo", dice Jan¨¦, "siempre que esta medida se adopte a partir de las elecciones del a?o pr¨®ximo".
El problema es que algunas veces las decisiones de los partidos no se ajustan a la realidad concreta de algunos municipios. En Ceuta, por ejemplo, los socialistas locales recuerdan que fue mal aceptado el Pacto anti-Gil que se adopt¨® a nivel federal en los a?os noventa.
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