Duelo a la italiana
Los italianos acuden hoy a las urnas. Frente a frente, Berlusconi, l¨ªder de la derecha, siempre perseguido por la sombra de la corrupci¨®n, y Prodi, bander¨ªn del centro-izquierda, con una imagen impecable, pero que suscita un escaso entusiasmo. ?sta es la Italia que aspiran a dirigir.
Italia soporta la mayor deuda p¨²blica de Europa. Sus trenes y autopistas est¨¢n anticuados. Su jefe de Gobierno en los ¨²ltimos cinco a?os es el hombre m¨¢s rico del pa¨ªs y ha sufrido varios procesamientos por corrupci¨®n, uno de ellos a¨²n pendiente. Aunque es propietario de tres de las cuatro televisiones privadas, dice que la informaci¨®n y los tribunales est¨¢n en manos de los comunistas. El hombre que lidera el centro-izquierda y aspira a sustituirle procede de la derecha, de la antigua Democracia Cristiana. La econom¨ªa no crece y abundan los fraudes. Las mafias constituyen la primera empresa nacional por facturaci¨®n y causan cada a?o centenares de muertes. La producci¨®n cultural roza m¨ªnimos hist¨®ricos. Parece evidente que los italianos tienen motivos para la irritaci¨®n. Y sin embargo, mantienen el buen humor y dominan como nadie el arte de vivir. Se declaran esc¨¦pticos y desalentados, pero no tristes.
"Mientras en Espa?a se han hecho reformas, nosotros llevamos 20 a?os sin cambiar nada"
La divisi¨®n en Italia se da entre el norte rico y el sur pobre, unas diferencias que se mantienen
Nadie es capaz de diagnosticar la par¨¢lisis italiana, pero la potencia industrial contin¨²a ah¨ª
En una d¨¦cada nada ha cambiado. Berlusconi, monopolio televisivo... Italia parece congelada
"En Italia hay en este momento desconcierto, desorientaci¨®n, incertidumbre y escepticismo"
"Aqu¨ª se habla de 'deriva zapaterista' como si fuera un desastre, y eso es un complejo de inferioridad
Basta ara?ar la corteza de una campa?a electoral crispada y desabrida, y romper la c¨¢scara de una vieja clase pol¨ªtica que no consigue renovarse, para que emerja la Italia real, la Italia que sabe re¨ªrse de s¨ª misma y que mantiene, pese a una crisis que parece eterna, uno de los mayores niveles de riqueza del planeta.
"Los italianos son tolerantes y creativos, generosos y solidarios; siento admiraci¨®n por ellos", dice el jesuita Ignacio Arregui, vicedirector de programaci¨®n de Radio Vaticana y responsable de los servicios informativos. Arregui conoci¨® los tiempos de la hegemon¨ªa de la Democracia Cristiana, asisti¨® al colapso del antiguo r¨¦gimen partitocr¨¢tico a principios de los a?os noventa y ha vivido las luces y las sombras del fen¨®meno berlusconiano. "Hay desconcierto, desorientaci¨®n, incertidumbre, escepticismo", admite. Como muchos otros, culpa a la clase pol¨ªtica de no estar a la altura de las circunstancias.
Luca Ricolfi, profesor de sociolog¨ªa en la Universidad de Tur¨ªn, director del Observatorio del Noroeste y fundador de Polena, una revista de an¨¢lisis electorales, admite que Italia est¨¢ gobernada por una "gerontocracia masculina", y que ambas coaliciones, la del centro-derecha y la del centro-izquierda, son fundamentalmente "reaccionarias". El problema no radica tan s¨®lo en que ambos candidatos, Silvio Berlusconi y Romano Prodi, sean setentones y protagonicen una reedici¨®n de las elecciones de hace 10 a?os. M¨¢s grave a¨²n, se?ala, es el hecho de que ni uno ni otro gusten a sus propios electores: "Hemos hecho numerosos sondeos y experimentos que indican que la gente de centro-derecha se sentir¨ªa mucho mejor si su candidato fuera Pierferdinando Casini, democristiano y hasta ahora presidente de la C¨¢mara de Diputados, y que el centro-izquierda habr¨ªa preferido verse representado por Walter Veltroni, dirigente de los Dem¨®cratas de Izquierda [antiguo Partido Comunista] y alcalde de Roma". Seg¨²n Ricolfi, tanto Berlusconi como Prodi suscitan rechazo.
El profesor turin¨¦s votar¨¢, como otras veces, al centro-izquierda. Sin hacerse ilusiones. El a?o pasado public¨® un libro titulado ?Por qu¨¦ somos antip¨¢ticos?, en el que somet¨ªa a cr¨ªtica el sentimiento de "superioridad moral" que domina en la izquierda. "Utiliza un lenguaje incomprensible, produce una cultura artificiosamente dif¨ªcil y oscura, y desprecia al adversario y a sus votantes". "Creo que la derecha", agrega, "tiende a ser m¨¢s tolerante y a tomarse las cosas con un poco m¨¢s de humor".
El cineasta Nanni Moretti, que durante a?os agit¨® a la izquierda radical y convirti¨® en lema multitudinario su grito "?Di algo de izquierdas!", dirigido a Massimo d'Alema, presidente de los Dem¨®cratas de Izquierda y uno de los jefes de Gobierno en el quinquenio progresista (1996-2001), ha estrenado una pel¨ªcula en plena campa?a. Se trata, como era de esperar, de una obra antiberlusconiana. Pero El caim¨¢n, el largometraje en cuesti¨®n, encierra tambi¨¦n una reflexi¨®n triste sobre la evoluci¨®n de la sociedad italiana en estos ¨²ltimos a?os. "Los italianos s¨®lo habl¨¢is de televisi¨®n y de Berlusconi", le hace decir a un personaje de nacionalidad polaca. ?sa es una afirmaci¨®n bastante cierta, especialmente en el caso de la izquierda. Silvio Berlusconi y sus televisiones han hipnotizado a sus enemigos.
Hubo un momento, el pasado 27 de octubre, en el que convergieron muchas de las obsesiones, problemas y virtudes de Italia. Fue, por supuesto, un momento televisivo. Ocurri¨® en el programa Rockpolitik, el fen¨®meno de la temporada: Adriano Celentano, con medio siglo de carrera a sus espaldas, cat¨®lico y antiguo votante democristiano, volv¨ªa a la peque?a pantalla, y su retorno fue acogido casi como un fen¨®meno revolucionario. Ese d¨ªa ten¨ªa como invitado a Roberto Benigni, el irresistible buf¨®n nacional. Con una audiencia sensacional, que rozaba el 60%, Celentano y Benigni reprodujeron un viejo sketch de una pel¨ªcula de Tot¨® para redactar una carta a Silvio Berlusconi en la que se propon¨ªan pedirle perd¨®n por burlarse de ¨¦l. Celentano escrib¨ªa, Benigni dictaba. El texto, corregido una y otra vez, se hac¨ªa m¨¢s y m¨¢s sat¨ªrico.
Benigni no cont¨® esa vez uno de sus chistes cl¨¢sicos sobre Il Cavaliere: "Berlusconi es un tipo de car¨¢cter, hay que admitirlo. Sabe afrontar los problemas. Ahora se enfrenta a un proceso por corrupci¨®n que espantar¨ªa a cualquiera. Pero no a ¨¦l. Ha dicho en los peri¨®dicos que est¨¢ sereno y que por las noches duerme como un ni?o. ?Claro! ?Se despierta cada tres horas y llora!". El chiste a¨²n vale, pero es de la campa?a electoral de 1996. En una d¨¦cada, casi nada ha cambiado. Berlusconi, monopolio televisivo, jueces? Italia parece congelada.
Luca Cordero di Montezemolo, el hombre que en 1991 lleg¨® a una Ferrari en ca¨ªda libre (los coches invendidos se dejaban fuera de la factor¨ªa, bajo la nieve) y reconstruy¨® el mito del cavallino rampante, hoy presidente de Fiat y de la gran patronal Confindustria, habla tambi¨¦n de estancamiento. "En estos ¨²ltimos cinco a?os hemos progresado muy lentamente, y cuando el mundo se mueve tan r¨¢pido como ahora, ser lentos equivale a rezagarse", afirma en una entrevista realizada en su despacho de Via Veneto. "Mientras el Reino Unido, Espa?a o m¨¢s recientemente Alemania han acometido reformas valientes, nosotros llevamos 20 a?os sin cambiar nada. Hace falta un gran proyecto pol¨ªtico, hacen falta pol¨ªticos valientes que tomen decisiones, hacen falta reformas estructurales y recortes del gasto p¨²blico, hace falta invertir en investigaci¨®n y en infraestructuras?".
?No ha hecho nada Berlusconi en es- tos cinco a?os? Il Cavaliere, que en 2001 firm¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n (?c¨®mo no?) un contrato con los italianos en el que se compromet¨ªa a reducir los impuestos, a crear un mill¨®n de puestos de trabajo, a subir las pensiones y a iniciar importantes obras p¨²blicas, proclama que ha cumplido. "Berlusconi ha realizado bastantes de sus promesas, sin duda la mayor¨ªa de ellas", comenta el soci¨®logo Ricolfi. Parad¨®jicamente, el Gobierno conservador de Silvio Berlusconi ha desarrollado una pol¨ªtica casi de izquierdas. "No ha reducido la presi¨®n fiscal, como hab¨ªa prometido", explica Ricolfi. "Pero s¨ª ha logrado que disminuyeran la precariedad en el trabajo y los accidentes laborales -que hab¨ªan subido con el centro-izquierda-, ha mantenido el Estado social y ha realizado una reforma del sistema de pensiones equitativa, que ha favorecido a los jubilados con menor poder adquisitivo".
Tambi¨¦n ha creado un mill¨®n de puestos de trabajo, gracias en gran parte a una masiva regularizaci¨®n de inmigrantes que en una semana convirti¨® en regulares m¨¢s de 700.000 empleos clandestinos. Y ha puesto en marcha o acelerado varios grandes proyectos de infraestructura, como el tren de alta velocidad entre Tur¨ªn y Ly¨®n, las compuertas del sistema Mose para cerrar la laguna de Venecia e impedir que las mareas sigan erosionando la ciudad, y el puente entre Messina y Sicilia. El centro-izquierda tiene dudas sobre todos esos proyectos. Seg¨²n los ecologistas y el grueso de la militancia de izquierda, el tren de alta velocidad en el Piamonte obliga a horadar una monta?a llena de asbestos cancer¨ªgenos, el Mose veneciano resulta demasiado caro y quiz¨¢ no funcione, el puente de Messina carece de utilidad si antes no se mejoran las vetustas carreteras y l¨ªneas f¨¦rreas que confluyen en el estrecho. En principio, los tres proyectos deber¨ªan detenerse temporalmente (aunque Prodi ha asegurado que la l¨ªnea de alta velocidad en el valle de Susa "se har¨¢") para ser sometidos a revisi¨®n por parte de comisiones especializadas.
Los italianos, individualistas hasta la m¨¦dula y socialmente grupales, se han acostumbrado a pedir grandes obras p¨²blicas, pero no en su pueblo. Y a exigir reformas, pero que afecten s¨®lo a los dem¨¢s. "El 70% de los italianos exige que se mantengan sus privilegios, aunque sean pocos, aunque sean casi nada. ?Sabe usted que el 40% de las pensiones de invalidez son percibidas por gente sana?". El profesor Ricolfi considera grav¨ªsimos el conservadurismo vital y la falta de movilidad social, reflejada incluso en la resistencia a cambiar de domicilio o localidad de residencia.
El 80% de los italianos son propietarios de su casa. Para Silvio Berlusconi, ¨¦sa es una se?al indiscutible de riqueza. Pero es tambi¨¦n un anclaje: la gente no va adonde est¨¢ el trabajo, espera a que se lo traigan cerca. Y se ha acostumbrado a jubilarse con menos de 60 a?os. Hasta la reforma efectuada por Berlusconi, bastaban 35 a?os de cotizaci¨®n para jubilarse a los 57 con la pensi¨®n completa. A partir del a?o 2008, los hombres tendr¨¢n que esperar hasta los 60 a?os. Para las mujeres se mantendr¨¢ el sistema antiguo.
Una de las instituciones m¨¢s discuti-das es la Universidad. Los profesores tienen el puesto asegurado de por vida, y el nepotismo florece de forma espectacular. Para ilustrar este ¨²ltimo aspecto suele citarse el caso de la Universidad de Bari, en cuyo profesorado imperan el clan Tatarano (padre y dos hijos), el clan Massari (nueve en total) y los Girone (el padre, rector, y su esposa, el hijo, la hija y el marido de la hija). Por supuesto, no es nada ilegal. Todos los profesores alcanzan su plaza a trav¨¦s de un concurso en el que los jueces, eso s¨ª, son familiares o amigos. La estructura de clanes es com¨²n a todos los centros universitarios.
Quiz¨¢ m¨¢s preocupante, y sin duda m¨¢s representativa de la Italia berlusconiana, es la elecci¨®n de carrera por parte de los alumnos. En el curso 2004-2005 hab¨ªa poco m¨¢s de 4.000 inscritos en ciencias f¨ªsicas y matem¨¢ticas; en ciencias qu¨ªmicas hab¨ªa 2.628; en ciencias de la comunicaci¨®n, 54.000. Roberto Napoletano, subdirector del diario econ¨®mico Il Sole-24 Ore, resalta en su libro Fardos de Italia que la juventud, crecida bajo el sol de la televisi¨®n omnipresente, aspira de forma masiva a encontrar un empleo de comunicador. Es decir, de personaje televisivo. Se trata de un sector en alza, pero no ofrece m¨¢s de mil plazas al a?o. As¨ª que, de los 54.000 estudiantes, 53.000 est¨¢n condenados a la frustraci¨®n y el subempleo.
El dato m¨¢s revelador sobre el desprestigio de las universidades italianas aparece en las estad¨ªsticas de estudiantes extranjeros. En Estados Unidos, un 25% de los posgraduados que estudian para el doctorado procede de fuera del pa¨ªs; en el Reino Unido son casi el 33%; en Espa?a son el 11%; en Portugal, el 6%, y en Italia, el 2%. Roberto Napoletano subraya otro fen¨®meno negativo: 72 de cada 1.000 licenciados italianos emigran hacia otros pa¨ªses europeos o hacia Estados Unidos. Un caso concreto de la hemorragia de t¨¦cnicos: Andrea Alunno, treinta?ero, especialista en programaci¨®n para redes de telefon¨ªa m¨®vil, est¨¢ dejando Roma para instalarse en Madrid, donde desempe?ar¨¢ el mismo trabajo, "pero con mejor sueldo y mayores posibilidades de promoci¨®n". "Ostentamos la primac¨ªa en materia de fuga de cerebros", comenta con sarcasmo Napoletano.
Nadie es capaz de diagnosticar con exactitud las causas de la par¨¢lisis italiana. La potencia industrial sigue ah¨ª. Beretta fabrica armas que equipan a los ej¨¦rcitos y las polic¨ªas de medio mundo, incluida la estadounidense. El nuevo Fiat Punto es el coche m¨¢s vendido de Europa. No hay multimillonario que no disponga de uno de los superyates del Grupo Ferretti, con marcas celeb¨¦rrimas como Pershing y Riva. Ferrari es m¨¢s Ferrari que nunca. El presidente George Bush viaja en un helic¨®ptero producido por el consorcio ¨ªtalo-brit¨¢nico Agusta Westland. Por no hablar de Pirelli, que ha saltado de los neum¨¢ticos a la fibra ¨®ptica. O de ciclomotores. O de alta moda.
Giulio Tremonti, vicepresidente econ¨®mico en funciones, piensa que la industria italiana se hab¨ªa hecho "adicta al viejo sistema de la lira, que fomentaba la exportaci¨®n a base de devaluaciones competitivas y financiaba un crecimiento artificial con cargo al endeudamiento p¨²blico, o sea, a las generaciones futuras". Las generaciones futuras han llegado ya, y se encuentran con una moneda cara, el euro, y con una deuda elefanti¨¢sica. A?¨¢danse un sector bancario protegido y poco competitivo, unas redes de distribuci¨®n anticuadas y una mala ¨¦poca de Alemania y Francia, clientes tradicionales del made in Italy, para dibujar el cuadro de las dificultades.
Hay quien echa parte de la culpa a la Iglesia cat¨®lica. Cient¨ªficos de m¨¢ximo nivel como Rita Levi Montalcini, premio Nobel de Medicina, se?alan que un sector tan puntero como las biotecnolog¨ªas queda vedado a los investigadores y a las empresas italianas porque las leyes que regulan la experimentaci¨®n figuran entre las m¨¢s restrictivas de Europa. El Vaticano y los obispos hicieron sentir su peso en el reciente refer¨¦ndum sobre la reproducci¨®n asistida, en el que venci¨® la abstenci¨®n y, por tanto, el statu quo. El periodista y jesuita Ignacio Aguirre considera que los resultados de ese refer¨¦ndum no fueron debidos a la presi¨®n cat¨®lica, que abogaba por la abstenci¨®n, sino a la extraordinaria dificultad y heterogeneidad de las preguntas. S¨ª admite que la sociedad italiana "es mayoritariamente cat¨®lica, aunque sin coherencia religiosa". Se trata, explica, de un fen¨®meno hist¨®rico: "La identidad italiana se forj¨® en torno al catolicismo y a la autoridad pontificia, y eso sigue pesando en casi todos los aspectos de la vida, mucho m¨¢s, por ejemplo, que en Espa?a".
El catolicismo pesa de forma evidente en la resistencia a regular formas de convivencia alternativas. No existen, para la legislaci¨®n italiana, las parejas de hecho. Y los matrimonios homosexuales son tab¨², para Berlusconi y para Prodi. Uno de los fen¨®menos de los ¨²ltimos meses ha sido la irrupci¨®n en la vida p¨²blica (es decir, en la televisi¨®n) de Vladimiro Guadagno, m¨¢s conocido como Vladimir Luxuria, un transgender (prefiere esa denominaci¨®n) que aspira a un esca?o en el Parlamento por las listas de Refundaci¨®n Comunista. Luxuria podr¨ªa parecer una repetici¨®n del fen¨®meno Cicciolina, pero no lo es. Su debate televisivo con la fascista Alessandra Mussolini -en la que ¨¦sta, con la frase "m¨¢s vale ser fascista que maric¨®n", provoc¨® un escalofr¨ªo a millones de ciudadanos moderados- demostr¨® una extraordinaria habilidad dial¨¦ctica forjada durante a?os de teatro y cabar¨¦.
Vladimir Luxuria es uno de los pocos candidatos de la izquierda que apuesta por el humor. "?C¨®mo puedo atacar a Berlusconi?", pregunta. "?C¨®mo puedo criticar a uno de los m¨ªos, con todo su maquillaje y sus taconazos altos?". Tambi¨¦n protagoniz¨® un momento impresionante, aunque no trascendental (no fue transmitido por televisi¨®n), cuando intervino ante una asamblea de estibadores del sur. El l¨ªder de los estibadores portuarios, gente de la vieja escuela machista, tom¨® el micr¨®fono y proclam¨®: "?Compa?eros, hoy somos todos maricas!". El aplauso fue atronador.
"Aqu¨ª se habla de la 'deriva zapaterista' como si fuera un desastre, y a m¨ª me parece que eso refleja un cierto complejo de inferioridad, o envidia", comenta en su apartamento, situado en un suburbio popular del sur de Roma. "En este momento, Italia se obstina en ir a contracorriente. Los pol¨ªticos est¨¢n pendientes del papa Ratzinger y de Camillo Ruini, el presidente de la Conferencia Episcopal. La fe, la religi¨®n, no deber¨ªan confundirse con las leyes del Estado. S¨®lo queremos que nos dejen pecar tranquilamente, como pecan ya quienes se divorcian o quienes abortan".
Vladimir Luxuria admite que, para un comunista, Prodi no constituye el jefe de filas m¨¢s entusiasmante. Pero apuesta por el posibilismo: "Romano Prodi venci¨® en las elecciones primarias y es nuestro candidato, no le fallaremos. Queremos acabar con un presidente como Berlusconi, que trata a los italianos como si fueran sus empleados, y llevar al Gobierno a un cat¨®lico abierto que se ha comprometido a cambiar las cosas". Rechaza que la historia pueda repetirse y que vaya a ocurrir como en el a?o 1998, cuando Refundaci¨®n Comunista abandon¨® la coalici¨®n y provoc¨® la ca¨ªda de Prodi. "Habr¨¢ discusiones, habr¨¢ que ver c¨®mo se regulan las parejas de hecho, pero nuestro apoyo ser¨¢ leal y durar¨¢ toda la legislatura".
El sistema pol¨ªtico italiano podr¨ªa definirse como un "bipartidismo multipartidista". Existen dos coaliciones: la Casa de la Libertad de Silvio Berlusconi, que abarca desde el centro a la extrem¨ªsima derecha, y la Uni¨®n de Romano Prodi, que parte del centro y concluye en la extrema izquierda. La omnipresencia de Silvio Berlusconi acent¨²a la sensaci¨®n de pa¨ªs dividido por la mitad: unos est¨¢n con ¨¦l; otros, contra ¨¦l. Pero bajo las dos banderas, la de Berlusconi y la de Prodi, aspiran a entrar en la C¨¢mara de Diputados 27 partidos, y para el Senado son 20. Las posibilidades de fragmentaci¨®n, reordenaci¨®n, cambio de camisa (en la legislatura 1996-2001 hubo un diputado que pas¨® por siete grupos distintos) y trapicheo aparecen muy numerosas. En Italia, nada es tr¨¢gico ni es definitivo. En la pol¨ªtica italiana, a¨²n menos.
Si existe una gran divisi¨®n, resulta ajena a las ideolog¨ªas. Es la divisi¨®n entre el norte rico y el sur pobre, con unas diferencias que se mantienen y en algunos aspectos se agravan a?o tras a?o. A efectos de estad¨ªsticas macroecon¨®micas, el Veneto podr¨ªa estar en Austria, Lombard¨ªa encajar¨ªa en Alemania o Suiza, y Campania no desentonar¨ªa en Marruecos.
Pueden citarse muchas razones por las que el sur no despega. Todas pueden resumirse en una palabra: mafia. "El silencio sobre las mafias es escandaloso", afirma Ignacio Arregui. La televisi¨®n s¨®lo se refiere al crimen organizado cuando arrecian las matanzas (en 2005 hubo m¨¢s de 150 cad¨¢veres en un solo barrio de N¨¢poles) o cuando se registran detenciones. A finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando el movimiento regeneracionista La Rete, de Leoluca Orlando, se hizo con la alcald¨ªa de Palermo, los jueces Falcone y Borsellino fueron asesinados, cay¨® el gran jefe Tot¨® Riina y se celebr¨® el macroproceso contra la Mafia en un b¨²nker palermitano, parec¨ªa que algo estaba cambiando. No fue as¨ª. El sucesor de Riina como patr¨®n de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, es el hombre m¨¢s buscado del pa¨ªs desde el a?o 1963; se sabe que vive en Palermo, se sabe que se oper¨® en Marsella con cargo a la Seguridad Social, se sabe la ropa que usa y los restaurantes que frecuenta, pero sigue libre.
Mientras la Cosa Nostra sicialiana ha optado por mantener un perfil bajo e invertir la recaudaci¨®n del pizzo (el impuesto mafioso) en negocios legales, la Camorra napolitana y la 'Ndrangheta calabresa han adquirido un desmoralizante protagonismo social gracias a su pr¨¢ctico monopolio sobre el mercado de la droga.
En el mes de abril del a?o pasado, la 'Ndrangheta se permiti¨® asesinar a un pol¨ªtico calabr¨¦s, Francesco Fortugno, dentro de un colegio electoral. Fortugno, vicepresidente del gobierno regional, se hab¨ªa negado a entregar la gesti¨®n de un hospital a una empresa mafiosa.
Hace unas semanas fueron detenidos los presuntos culpables, miembros del clan Cordi. Explicaron con tranquilidad que no hab¨ªan buscado ning¨²n simbolismo al acribillar a un pol¨ªtico ante una urna: ocurri¨® que la v¨ªctima era un poco impuntual, y les fue m¨¢s f¨¢cil encontrarle en el momento de votar que a la puerta de su casa.
Adem¨¢s de la Cosa Nostra, la Camorra y la 'Ndrangheta prospera tambi¨¦n la Sacra Corona Unida de Puglia, muy conectada con las organizaciones mafiosas albanesas. El Ministerio del Interior estima que las mafias italianas facturan anualmente, en conjunto, unos 20.000 millones de euros.
Los j¨®venes del sur han protagonizado en los ¨²ltimos meses numerosas manifestaciones para exigir el fin de la coacci¨®n y la violencia mafiosa. Quieren vivir en paz, y quieren, sobre todo, que se acaben las viejas complicidades entre pol¨ªticos y capos. Como en casi todo, hay un antiguo chiste de Roberto Benigni que mantiene su vigencia: "Muchos conflictos se arreglan con un partido de f¨²tbol. ?Por qu¨¦ no se organiza un encuentro de pol¨ªticos contra mafiosos? Ser¨ªa un partido amistoso, naturalmente".
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