El 'capo' recluso o c¨®mo dirigir una mafia por el m¨®vil
La banda de Ionescu, la mayor capturada en Espa?a, formaba a menores de edad en el aprendizaje de la delincuencia
La polic¨ªa espa?ola bati¨® el 14 de marzo sus propios registros al desarticular una banda rumana que contaba con 283 efectivos repartidos en ocho provincias. Fue un buen golpe con n¨²meros superlativos porque hizo necesario utilizar los recursos de 10 comisar¨ªas regionales y seis departamentos policiales para investigar a un total de 1.200 individuos. Lo m¨¢s parad¨®jico del asunto fue que el jefe en Espa?a de esa enorme banda dirig¨ªa los asuntos desde la c¨¢rcel de Valdemoro y que cuatro de sus ocho lugartenientes tambi¨¦n actuaban desde prisiones espa?olas.
La investigaci¨®n comenz¨® en el mes de septiembre de 2005 cuando desde la Embajada rumana en Madrid se avis¨® a la polic¨ªa espa?ola de la existencia de un grupo que pensaba atracar un cami¨®n cargado de droga en una autopista. La informaci¨®n no era muy expl¨ªcita porque, salvo un par de nombres, no se ofrec¨ªan detalles de c¨®mo, cu¨¢ndo y d¨®nde tendr¨ªa lugar dicho asalto. Los primeros pasos de la polic¨ªa dieron como resultado la comprobaci¨®n de la existencia de un grupo delictivo formado por ciudadanos rumanos. Ese hecho no era precisamente una novedad.
Cuatro de los ocho lugartenientes del jefe de la trama tambi¨¦n estaban en la c¨¢rcel
El cabecilla ocultaba en una lata de berenjenas el tel¨¦fono; un subalterno, en la pata de la cama
Y no lo era porque las estad¨ªsticas policiales hab¨ªan dado la alarma hace alg¨²n tiempo respecto de la numerosa irrupci¨®n de bandas rumanas en territorio espa?ol. Los jefes policiales ten¨ªan sobre su mesa un dato: los rumanos sumaban el mayor n¨²mero de detenciones en acciones de crimen organizado, por encima incluso de colombianos y marroqu¨ªes. En el a?o 2004 se hab¨ªa detenido a 264 ciudadanos rumanos por pertenencia a grupos organizados. En 2005 la cifra hab¨ªa subido hasta los 333 detenidos. En el an¨¢lisis criminal estaba muy claro que estos grupos eran muy prol¨ªficos y que, a diferencia de otro tipo de mafias, los rumanos operaban en muchos ¨¢mbitos de la delincuencia y se mov¨ªan por todo el territorio nacional. "Nos estaban golpeando duramente y exist¨ªa una gran preocupaci¨®n en los mandos policiales", reconoce un comisario.
Los rumanos ten¨ªan caracter¨ªsticas muy peculiares respecto de otros tipos de bandas: han tomado cada vez m¨¢s posiciones en las redes de prostituci¨®n, son muy nocivos en todos los asuntos de falsificaci¨®n de documentos y clonaci¨®n de tarjetas de cr¨¦dito, est¨¢n presentes en numerosos robos con fuerza y tienen una presencia muy activa en peque?os delitos relacionados con la mendicidad y el hurto callejero. Se sabe adem¨¢s que todas estas acciones las puede ejecutar un solo grupo.
Por esa raz¨®n, la investigaci¨®n sobre aquella denuncia de la Embajada rumana no ofreci¨® ning¨²n resultado sorprendente en primera instancia. La polic¨ªa estaba ante un grupo rumano de parecidas circunstancias a otros ya investigados. Sin embargo, un detalle result¨® fundamental: tres de los tel¨¦fonos intervenidos comenzaron a dar muy buenos resultados. Hubo una sorpresa m¨¢s: esos tres tel¨¦fonos estaban siendo utilizados desde el interior de c¨¢rceles espa?olas. Eran tres hombres importantes en la organizaci¨®n puesto que de sus conversaciones emanaban ¨®rdenes e instrucciones. Uno de ellos, adem¨¢s, era el jefe.
Era una ventaja saber que Iorgu Ionescu, el jefe de toda esa gente en Espa?a, estaba en la c¨¢rcel. All¨ª se comunicaba con el exterior a trav¨¦s de un tel¨¦fono m¨®vil perfectamente oculto en una lata de berenjenas en apariencia herm¨¦ticamente cerrada. Uno de sus lugartenientes, tambi¨¦n preso, lo ocultaba dentro de la pata de la cama.
De las conversaciones de Ionescu se desprend¨ªa que ten¨ªa su horario de trabajo para la organizaci¨®n, entre cinco y siete de la ma?ana, cuando nadie pudiera molestarle en su celda. Desde all¨ª daba todo tipo de instrucciones, entre ellas ¨®rdenes de transferencias econ¨®micas a Ruman¨ªa. La organizaci¨®n rend¨ªa cuentas a un hombre situado fuera de Espa?a, uno de los delincuentes m¨¢s buscados en Ruman¨ªa y en otros pa¨ªses europeos, un personaje que todav¨ªa sigue en paradero desconocido.
Algunos detalles revelaban la curiosa ramificaci¨®n de este tipo de bandas. "Como quiera que tienen mucha movilidad, nos encontr¨¢bamos con sucesos tales como que si uno de los componentes de la banda, que resid¨ªa en Madrid, sospechaba algo, cambiaba inmediatamente de tel¨¦fono m¨®vil. Eso era normal, pero es que, casi de inmediato, ?nos cambiaban un mont¨®n de m¨®viles en Valencia!". La banda ten¨ªa conexiones en otros pa¨ªses europeos, de donde extra¨ªa informaci¨®n para la falsificaci¨®n de tarjetas. As¨ª, la organizaci¨®n trabajaba en Espa?a con tarjetas clonadas de Italia, Francia y Alemania, lo que retrasaba en varios meses el tiempo para detectar estas falsificaciones.
La investigaci¨®n permiti¨® verificar una caracter¨ªstica muy singular en este tipo de organizaciones, como es la utilizaci¨®n de menores y su formaci¨®n como futuros delincuentes. Es una actividad perfectamente organizada. Se puede hablar de una escuela para delinquir, de un aprendizaje bien programado. Primero en la mendicidad y luego en el robo callejero. Los chavales pierden r¨¢pidamente el miedo a cometer delitos y sus tutores se aprovechan de las leyes espa?olas en materia de menores para garantizarles cierta impunidad: no pueden ser detenidos y deben ser enviados a un centro de menores, de donde escapan casi de inmediato. Esos chavales, una vez adultos, hablan perfectamente el castellano y tienen una experiencia delictiva notable. "Podemos hablar de que en Espa?a est¨¢n formando delincuentes de forma importante", se?al¨® uno de los investigadores.
A la vista de todos los datos, los responsables de la investigaci¨®n dieron orden de darle toda la profundidad posible y no precipitar las detenciones. Se decidi¨® entonces dar un golpe en toda regla y tratar de avanzar mucho m¨¢s lejos que en ocasiones anteriores. Para ello se tom¨® otra decisi¨®n novedosa: contar con la colaboraci¨®n de la polic¨ªa rumana.
El tama?o que adquiri¨® la investigaci¨®n exigi¨® la celebraci¨®n, el 25 de enero pasado, de una reuni¨®n operativa donde se sentaron representantes de 16 departamentos implicados, entre ellos oficiales y el propio director general de la polic¨ªa rumana. El golpe final se dio en marzo. Para evitar fugas se hizo teniendo en cuenta la diferencia horaria entre ambos pa¨ªses. El golpe fue doble, en Espa?a y en Ruman¨ªa.
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