Corleone, un pueblo castigado por la violencia
Situado en las monta?as del centro de Sicilia, en la provincia de Palermo, el pueblo de Corleone resume en sus calles una parte importante de la historia de la isla m¨¢s grande del Mediterr¨¢neo: fue fundada por los ¨¢rabes -su nombre puede ser una derivaci¨®n de Qurlayun-, en el camino estrat¨¦gico que un¨ªa Palermo, en el norte, con la costa del sur.
Posteriormente, fue reconquistada por los normandos, cristianizada y finalmente dejada de la mano de Dios, olvidada primero por los espa?oles y luego por los italianos, como gran parte de Sicilia, en la pobreza rural, en la agricultura de subsistencia, en la emigraci¨®n y en la violencia.
Pero Corleone, que cuenta con unos 12.000 habitantes, es conocida mundialmente por la Mafia, tanto que en los a?os noventa un abogado organiz¨® una colecta de firmas para intentar cambiar su nombre.
Corleone representa a la Mafia en la realidad, por el clan m¨¢s violento que haya dominado nunca Cosa Nostra y cuyo ¨²ltimo representante acaba de ser detenido, pero sobre todo se ha convertido en sin¨®nimo de Mafia en la ficci¨®n, primero por la novela de Mario Puzzo, El Padrino, y luego por la saga shakesperiana que el cineasta Francis Ford Coppola construy¨® con Marlon Brando, Robert de Niro y Al Pacino.
En realidad, el personaje que interpretan Marlon Brando en la primera pel¨ªcula y Robert de Niro en la segunda no se llama Corleone, sino Vito Andolini, y el nombre se lo pone el aduanero de la isla de Ellis, en la bah¨ªa de Nueva York, por el lugar de nacimiento que lleva escrito en un cartel cuando, siendo un ni?o hu¨¦rfano que no habla ni comprende una palabra de ingl¨¦s, llega a Estados Unidos para huir de una venganza que pende sobre toda su familia.
Durante a?os, los corleoneses se han tomado con bastante mal humor las fugaces visitas de los turistas que se paran, se fotograf¨ªan junto al cartel con el nombre del pueblo y luego siguen ruta.
Pero poco a poco se han acostumbrado a los extranjeros, siempre que no vengan a hacer preguntas indiscretas, y han puesto en marcha una cierta infraestructura tur¨ªstica. Quiz¨¢s porque saben que la inmensa mayor¨ªa de los visitantes van tras los pasos de la ficci¨®n de Puzzo y Coppola, no de la realidad de Tot¨® Riina y Bernardo Provenzano.
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