11-M: habla el juez
El auto de procesamiento dictado por el juez Juan del Olmo sobre el 11-M es la primera versi¨®n autorizada, si bien todav¨ªa provisional, sobre los atentados cometidos en Madrid en v¨ªsperas de las elecciones generales del 14 de marzo de 2004. Dos a?os no son quiz¨¢ un tiempo excesivo para articular un relato fundado y fiable sobre un acci¨®n terrorista de autor¨ªa m¨²ltiple y que dejo tras s¨ª la tr¨¢gica secuela de 191 v¨ªctimas y casi 2.000 heridos. Pero se hac¨ªa urgente disponer cuanto antes de ese relato, no s¨®lo por razones procesales -evitar posibles excarcelaciones antes del juicio- sino de defensa social. Era hora de que los ciudadanos dejaran de estar indefensos frente a versiones disparatadas pero presentadas por sus autores como las ¨²nicas consistentes frente a la endeblez del trabajo investigador del juez encargado del caso.
Es dif¨ªcil, por no decir c¨ªnico, seguir manteniendo que la investigaci¨®n del juez Del Olmo carece de consistencia o que su resultado es "pobre" y "no ha esclarecido el fondo de la masacre", como ayer mismo insist¨ªan ofuscados responsables del Partido Popular. La instrucci¨®n del juez ha sido capaz de identificar no s¨®lo a los autores materiales de la masacre, entre ellos los siete suicidas de Legan¨¦s el 3 de abril siguiente, sino a los intelectuales, todos ellos integrantes de una c¨¦lula yihadista radicada en Espa?a y que dise?¨® su acci¨®n criminal siguiendo las directrices de un informe en Internet en el que un "comit¨¦ de sabios" de Al Qaeda suger¨ªa un atentado antes de las elecciones generales del 14-M. Como pormenoriza las andanzas de la red espa?ola que se lucr¨® vendiendo los explosivos utilizados, a uno de cuyos integrantes -Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras- le imputa como cooperador necesario en los atentados.
Al Qaeda no actu¨® directamente en Madrid, como ocurri¨® el 11-S de 2001 en EE UU, pero s¨ª inspir¨® el atentado espa?ol. De lo que el juez Del Olmo no encuentra rastro -y de existir no habr¨ªa posibilidad de cegarlo- es de la implicaci¨®n de ETA, directa o colateral. Y a esa conclusi¨®n llega tras una investigaci¨®n de m¨¢s de 80.000 folios en la que se acumulan decenas de careos, ruedas de reconocimiento, comisiones rogatorias, pruebas de ADN y decenas de miles de registros telef¨®nicos. Es probable que una investigaci¨®n tan compleja adolezca de errores e insuficiencias, que podr¨¢n corregirse de aqu¨ª al juicio oral. Lo que no tiene ni pies ni cabeza es esa especie de instrucci¨®n alternativa, en forma de nube t¨®xica de datos disparatados, que algunos se empe?an en sostener aunque atenten contra la l¨®gica y la sensatez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.