Derrota y fracaso
Es necesario plantear algunas reflexiones sobre las argumentaciones que algunos comentaristas hacen para intentar descalificar los periodos de gobiernos republicanos que ha habido en Espa?a. La experiencia republicana es pobre, corta, y fue r¨¢pidamente asaltada con las armas. Decir que eso demuestra el fracaso de la Rep¨²blica ser¨ªa tan riguroso como sostener el fracaso de la democracia parlamentaria en Alemania por el hundimiento de la Rep¨²blica de Weimar y el auge del nazismo; el fracaso de la democracia en Francia por su estrepitosa derrota ante la invasi¨®n nazi; o, sin ir m¨¢s lejos, el ¨¦xito del r¨¦gimen de Franco en Espa?a, que aguant¨® mientras vivi¨® el dictador, que no sufri¨® ning¨²n levantamiento que amenazase su pervivencia y que, por supuesto, conforme a la propaganda oficial, asegur¨® 40 a?os de paz. Y, simult¨¢neamente, el fracaso de la democracia espa?ola, que no ha conseguido impedir la matanza a manos del terrorismo de cientos de ciudadanos, terrorismo que bajo el r¨¦gimen de Franco se manifest¨® s¨®lo muy tard¨ªamente.
Hay una peque?a confusi¨®n que equipara la derrota con el fracaso, y en esto no demuestran perspicacia alguna, sino la asunci¨®n plena de algo tan simple, viejo y elemental hasta la brutalidad como es el derecho de guerra del vencedor sobre el vencido. En efecto, el vencedor, al imponer su victoria, no s¨®lo hace prevalecer sus tesis, sino que, retrospectivamente, convierte en fracaso lo que realmente ha fracasado no porque necesariamente tuviese que fracasar, sino porque ha sido derrotado.
En Espa?a, la invasi¨®n napole¨®nica fracas¨® porque fue derrotada, lo que en modo alguno puede significar el ¨¦xito del remedio que a cambio fue impuesto, o sea, la monarqu¨ªa de Fernando VII.
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