A quien tiene, m¨¢s se le dar¨¢
Este peque?o ensayo que tambi¨¦n es un gran reportaje se presenta ante el lector con la factura de una novela negra, m¨¢s que policial, pues el detective que la protagoniza (que tambi¨¦n es su autor, como bien saben los lectores de EL PA?S) emprende su investigaci¨®n en busca de los responsables ¨²ltimos de la marcha del planeta. ?Qui¨¦n manda en el globo terr¨¢queo, quien lleva el tim¨®n a bordo de la nave Gea? No se trata de criminales, pues a los poderosos de este mundo no les persigue la justicia sino m¨¢s bien al contrario, ya que suele estar bien dispuesta a servirles con lealtad. Pero resultan sospechosos, pues son los responsables ¨²ltimos de que el sistema internacional se degrade progresivamente (si se me permite la contradicci¨®n verbal), conforme aprietan las tuercas a su dominio colonial del sobreexplotado planeta. Y eso es lo que hace el detective Estefan¨ªa: seguir las huellas que van dejando los amos del mundo en su af¨¢n de poder. Un poder de alcance global que conforme incrementa su potestad dominante, va perdiendo su declinante autoridad.
LA MANO INVISIBLE
El gobierno del mundo
Joaqu¨ªn Estefan¨ªa
Aguilar. Madrid, 2006
192 p¨¢ginas. 15 euros
Y si hay que seguir las pistas que va dejando el poder a su paso es porque al poder mismo no se le puede ver ni observar en persona (de ah¨ª el t¨ªtulo del libro, que invierte el sentido moral que le imprimi¨® a su met¨¢fora Adam Smith), ya que ha pasado al anonimato de la clandestinidad. Si tenemos en cuenta que la distinci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado depende de su visibilidad, puede decirse que los poderes p¨²blicos ya se han privatizado completamente, tras convertirse en secretos y confidenciales. Anta?o, la cara oculta del poder, el lado oscuro y opaco de su fuerza, se reduc¨ªa a los llamados arcani imperii: los secretos del poder, reservados a los esp¨ªas y los mercenarios que trabajan en la sombra haciendo la guerra sucia desde las cloacas como fontaneros dispuestos a mancharse las manos. Pero esa cara oculta serv¨ªa a la cara visible, que resplandec¨ªa ante el p¨²blico brillando en toda su majestad. Pues bien, ahora ya no es as¨ª. Como revela Estefan¨ªa, hoy la cara p¨²blica del poder se ha reducido al m¨ªnimo, estando representada por bufones tan grotescos e histri¨®nicos como Bush Jr. o Berlusconi. Y mientras tanto, los verdaderos poderes privados que nos gobiernan desde la sombra permanecen invisibles, moviendo los hilos de los que pende todo el tinglado. Por lo tanto, al tratarse de poderes desconocidos, escapan fuera del control democr¨¢tico del escrutinio p¨²blico, gozando de impunidad mientras cuentan con las manos libres para abusar de un poder absoluto.
A estos poderes ocultos y
opacos es a los que persigue Estefan¨ªa en su investigaci¨®n detectivesca. Y como si fuera el agrimensor de Kafka, nunca los llega a encontrar, porque estos poderes ¨²ltimos son tan invisibles como Dios todopoderoso. Por eso cabe sospechar que tampoco existan siquiera, siendo una mera coartada de aquellos poderes intermedios que se presentan como sus agentes delegados. Pues a estos ¨²ltimos se les puede reconocer y descubrir, como hace Estefan¨ªa a lo largo de su investigaci¨®n. ?Qui¨¦nes son los sacerdotes vicarios del poder global que hoy administran el gobierno de este mundo, surgidos como mutantes de la metamorfosis privada de los viejos poderes p¨²blicos? Ante todo, los agentes del capital, que se limitan a gestionar con la m¨¢xima eficiencia los flujos financieros. Despu¨¦s, los consejeros que adoptan las decisiones de inversi¨®n, reconvirtiendo tecnolog¨ªas, deslocalizando industrias, saqueando ecosistemas e intensificando la urbanizaci¨®n. Pero tambi¨¦n los demiurgos medi¨¢ticos y publicitarios que manipulan la realidad para calificarla de inocente o culpable, explotando el inter¨¦s informativo para poner en escena espect¨¢culos ret¨®ricos destinados a explotar la credulidad del p¨²blico. Ninguno de estos mediadores del poder global se siente personalmente responsable de cuanto pueda suceder, por jugoso que sea el lucro que extraiga con sus fraudes, pues ellos se limitan a prestar su modesta contribuci¨®n infinitesimal a lo que Hannah Arendt llam¨® la banalizaci¨®n del mal. Pero aunque se sientan individualmente inocentes, todos son colectivamente culpables.
En suma, esta investigaci¨®n descubre la deriva tect¨®nica del poder p¨²blico, que tras privatizarse se desliza hacia la clandestinidad para acumularse en un monopolio de nuevo tipo: ya no el monopolio de la violencia estatal, que ahora se dilapida en guerras coloniales de baja intensidad, sino el monopolio de un nuevo poder global, anunciado en el Evangelio de San Mateo: "A quien tiene, m¨¢s se le dar¨¢, y a quien no tiene, todo le ser¨¢ quitado". Es la nueva m¨¢xima evang¨¦lica que en su expolio del planeta gu¨ªa a la ¨¦lite del poder mundial.
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