La ¨²ltima decisi¨®n de Conchita
La ¨²nica tenista espa?ola campeona de Wimbledon, en 1994,anuncia que cuelga la raqueta y que se operar¨¢ el tend¨®n de Aquiles
Puede parecer lo contrario, pero la vida no ha resultado f¨¢cil para Conchita Mart¨ªnez. Su imagen quedar¨¢ siempre ligada a aquella sonrisa serena, ilusionada, viva, con la que mostr¨® a todo el mundo el trofeo de Wimbledon que gan¨® en 1994, cuando se convirti¨® en la ¨²nica tenista espa?ola capaz de imponerse en la hierba de la catedral. Ayer, un d¨ªa antes de cumplir los 34 a?os, anunci¨®, en Valencia, su retirada. Ahora puede echar la vista atr¨¢s y sentirse orgullosa de lo que ha hecho.
Su carrera no ha estado jalonada por m¨¢s t¨ªtulos del Grand Slam que el brit¨¢nico. Pero, en los 18 a?os que se ha mantenido en la ¨¦lite, la jugadora de Monz¨®n (Huesca) ha disputado otras dos finales grandes: Open de Australia en 1998 y Roland Garros en 2000; ha ganado tres medallas ol¨ªmpicas en dobles: la de plata en 1992 y 2004 y la de bronce en 1996; ha inscrito su nombre en 33 torneos; ha sido n¨²mero dos mundial (1995-1996), y ha contribuido decisivamente, junto a Arantxa S¨¢nchez, a la conquista por Espa?a de cinco Copas Federaci¨®n: 1991, 1993, 1994, 1995 y 1998.
"No puedo negar que en Wimbledon viv¨ª mi momento m¨¢s feliz", confiesa rememorando la victoria sobre una Martina Navratilova que buscaba su d¨¦cimo t¨ªtulo a los 37 a?os; "pero me vienen a la cabeza muchos otros momentos maravillosos y que pasan m¨¢s inadvertidos. Por ejemplo, los cuatro t¨ªtulos consecutivos de Roma , mi primer oro en los Juegos Mediterr¨¢neos con s¨®lo 14 a?os o las victorias con Arantxa en la Copa Federaci¨®n".
Una buena selecci¨®n
En cambio, asegura que le cuesta acordarse de los malos momentos. "Siempre pasas por situaciones de tensi¨®n, dif¨ªciles; instantes en los que ves que hay personas que no creen en ti y en los que s¨®lo te vale tu fuerza interior", explica la aragonesa; "pero todos los fui superando. El tiempo va ayud¨¢ndote a realizar una selecci¨®n de lo bueno y a ir olvidando lo malo". En su carrera hubo mucho de eso. Pero cuando se habla con las personas m¨¢s cercanas a Conchita, sus padres o su hermano, hay una coincidencia en afirmar que las grandes decisiones las ha tomado sola.
Apegada como estaba a su familia, a los 11 a?os se traslad¨® a la residencia Blume, de Barcelona, y fue la deportista m¨¢s joven de la historia que ingres¨® en aquel centro de deportistas de ¨¦lite. Despu¨¦s entr¨® en el circuito profesional de la mano del t¨¦cnico holand¨¦s Eric van Harpen, con quien mantuvo una relaci¨®n turbulenta, llena de altibajos, durante muchos a?os hasta que opt¨® por marcarse su propio camino y aceptarse tal como era. No fueron decisiones f¨¢ciles porque muchas veces choc¨® frontalmente con la incomprensi¨®n social. Pero s¨®lo entonces encontr¨® la serenidad necesaria para sacar el m¨¢ximo rendimiento a su prodigiosa derecha, una de las mejores del circuito, y conseguir que su tenis inteligente y creativo explotara. Hasta Manuel Santana suscribi¨® ayer: "Ten¨ªa un talento incre¨ªble. Por eso logr¨® lo m¨¢ximo: Wimbledon".
"Me voy porque no puedo seguir", afirma; "no puedo soportar el dolor en el tend¨®n de Aquiles izquierdo y, aunque me da miedo, he decidido operarme en mayo. Me molesta incluso cuando ando cuesta arriba y no me deja jugar al tenis y ni siquiera al p¨¢del, pero no descarto jugar algunos torneos de dobles cuando me recobre".
Conchita se va. Vivir¨¢ entre Barcelona y San Diego (California) e intentar¨¢ ayudar a alguna jugadora o convertirse en comentarista de televisi¨®n. Su v¨ªnculo con el tenis es demasiado fuerte para abandonarlo del todo.
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