El mundo visto por un enfermo mental
Pacientes de psiqui¨¢trico participan en una tertulia en televisi¨®n. Es una terapia, y funciona
Lejos. Apartados. Es como la sociedad ha tenido siempre a los enfermos mentales. Desde hace a?o y medio, una televisi¨®n local de Plasencia (C¨¢ceres) intenta acercarlos al mundo. Roberto, Luis Carlos y Andr¨¦s residen en el psiqui¨¢trico provincial, pero son "gente como otra cualquiera", como dice Andr¨¦s. Tiene 52 a?os y lleva dentro casi 28. Hoy, como muchos otros mi¨¦rcoles, est¨¢ con sus dos compa?eros en un plat¨®, comentando la actualidad de la semana.
El presentador, Jes¨²s, un auxiliar de enfermer¨ªa, comienza preguntando por el final de ETA. ?Se f¨ªan del alto el fuego permanente de la banda terrorista? Roberto, de 27 a?os, tiene claro que no. "Hace unos a?os no cumplieron la tregua. Tarde o temprano volver¨¢n a asesinar". Su compa?ero Andr¨¦s discrepa. "Hay que tener confianza y esperanza. Llevan mucho tiempo sin matar". Luis Carlos pide una amnist¨ªa total para los presos, lo que levanta encendidas protestas de sus compa?eros. "Los que han estado en el ajo no deben salir de la c¨¢rcel", opina Roberto.
"Cuando est¨¢s aqu¨ª, la gente de fuera cree que eres un perdido y que no dices m¨¢s que tonter¨ªas. Les oigo decir: 'Ya viene el colgao". dice uno de los participantes en la tertulia
Siguen hablando, con tranquilidad y respetando los turnos de palabra, de otros asuntos como la unidad de los partidos frente al terrorismo o la inmigraci¨®n. Tambi¨¦n de la muerte de Roc¨ªo D¨²rcal. No est¨¢n de acuerdo con el tratamiento medi¨¢tico del tema. "En Salsa rosa se pasaron. No hay por qu¨¦ darle tanta coba al asunto", sentencia Roberto. El programa termina con los deportes: el ¨²ltimo partido del Bar?a y el campeonato de motociclismo de Jerez, en el que Pedrosa qued¨® segundo. Luis Carlos se emociona: "Somos la leche en carretera".
Los temas se los han preparado a fondo. Durante la semana han le¨ªdo y comentado los peri¨®dicos todas las ma?anas, acompa?ados de algunos enfermeros. La tertulia de la que son protagonistas se llama De cerca y pretende hacer visibles a los invisibles. Se emite en la televisi¨®n local Viaplata los jueves a las 21.30 y se puede ver en parte del norte de C¨¢ceres (unos 12.000 hogares aproximadamente). El prop¨®sito: quitar a la gente la idea de que los enfermos del psiqui¨¢trico dan cabezazos contra la pared vestidos de Napole¨®n o se revuelven en camisas de fuerza. Para los participantes forma parte de su proceso de curaci¨®n; es una de las terapias de la unidad de rehabilitaci¨®n del centro, que trata a 61 pacientes. En el programa salen 18, todos voluntarios.
Andr¨¦s naci¨® en Trujillo. Entr¨® en el hospital en 1979, con 25 a?os, cuando muri¨® su padre. Antes hab¨ªa cuidado ganado bravo y trabajado como auxiliar administrativo. Tambi¨¦n estuvo en la Legi¨®n, en Ceuta. Siempre bebi¨® m¨¢s de la cuenta. "Viv¨ªa a base de litros", confiesa. "Por todas las cosas que lleva uno en la cabeza". La adicci¨®n se le mezcl¨® con la esquizofrenia. Luis Carlos es de Coria (C¨¢ceres). Lleva entrando y saliendo del centro desde los 23 a?os. Ahora tiene 39. Aparte de su esquizofrenia, ten¨ªa problemas con la coca¨ªna y el hach¨ªs. "Estaba siempre como una moto y ten¨ªa paranoias cada vez m¨¢s gordas", relata. En estos momentos est¨¢ en el psiqui¨¢trico por orden judicial. Cumpliendo condena por agredir a un guardia civil que buscaba coca¨ªna en su casa. Roberto tambi¨¦n ha pasado buena parte de su vida en el hospital, pero su representante legal prefiere que no se den detalles de su enfermedad.
Los tres contertulios aseguran que la vida no es f¨¢cil para ellos. "No tengo amigos", dice Luis Carlos. "Cuando est¨¢s aqu¨ª, la gente cree que eres un perdido y que no dices m¨¢s que tonter¨ªas. Les oigo decir: 'Ya viene el colgao". Andr¨¦s asiente: "Cuando me pongo a hablar con alguien, es un cachondeo. No me tratan como al resto de la gente". El estigma lo perciben cada vez que se relacionan con los normales.
Rufina tambi¨¦n participa algunas semanas en el programa, en una tertulia del coraz¨®n. Tiene 49 a?os y oligofrenia. Vive en el hospital desde los nueve, cuando la trajeron de Las Hurdes. "Yo era un bichito", explica. "Romp¨ªa las ventanas y todo, pero ahora ya no. Ahora estoy bien". Est¨¢ esperando plaza en una residencia de C¨¢ceres, donde vivir¨¢ con otros pacientes y un tutor, de forma m¨¢s aut¨®noma.
Los enfermos est¨¢n convencidos de que el programa contribuye a mejorar la impresi¨®n que la gente tiene de ellos. "En Plasencia me dicen que hablo bastante bien, que est¨¢n sorprendidos", explica Andr¨¦s. A Rufina, Roberto y Luis Carlos tambi¨¦n los reconocen y felicitan. La idea se le ocurri¨® a un matrimonio de auxiliares de enfermer¨ªa del psiqui¨¢trico, Jes¨²s Grande y Encarnaci¨®n Barrantes. Un d¨ªa, escuchando una tertulia de presos del programa de radio La Ventana, en la SER, pensaron que se podr¨ªa poner en marcha algo similar. Y lo hicieron. Jes¨²s es ahora el presentador y director.
El riesgo era que se convirtiera en un circo. Que la gente lo viera para re¨ªrse de ellos. "De entrada, nos daba mucho miedo", explica el director del hospital, Agapito Herrero. "Pero los pacientes y los espectadores respondieron bien". En el programa nunca hablan de patolog¨ªas ni de alucinaciones. S¨®lo comentan lo que pasa en el mundo, ese que no siempre los acoge como desear¨ªan.
Falta de motivaci¨®n
"Es terap¨¦utico" asegura Herrero. "En el psiqui¨¢trico, el ocio es muy importante. Muchas veces no tienen ganas de hacer nada y s¨®lo quieren dormir. Con el programa, se interesan por lo que pasa a su alrededor". Andr¨¦s, el interno, coincide: "El problema aqu¨ª es el aburrimiento". Para luchar contra la apat¨ªa, una de las reglas de la unidad de rehabilitaci¨®n es la prohibici¨®n de estar en la habitaci¨®n durante el d¨ªa. Tienen que mantenerse activos, aunque muchas veces no hacen m¨¢s que vegetar delante del televisor, con la mirada baja, y fumar. La obsesi¨®n por el cigarrillo es com¨²n en casi todos los pacientes. "Les quita, en cierta medida, los efectos secundarios de la medicaci¨®n, que los atonta un poco", explica un enfermero.
La sociedad les tiene miedo. Pero las estad¨ªsticas confirman que los enfermos mentales son 10 veces m¨¢s v¨ªctimas de delitos violentos que agresores. "Cuando cometen un delito, suele ser abigarrado y extra?o, por la enfermedad, y claro, sale en todos los medios", explica el psiquiatra ?ngel Luis Blanco. En este psiqui¨¢trico, seg¨²n sus informes, s¨®lo el 3% de los pacientes es conflictivo.
El programa de esta semana termina. Y Andr¨¦s aprovecha para hacer una reivindicaci¨®n: "Quiero decir que nosotros tambi¨¦n tenemos derecho a estar en la vida".
La vida en un pabell¨®n
PARECE UN HOSPITAL a primera vista. El psiqui¨¢trico de Plasencia est¨¢ formado por varios edificios por los que pasean enfermos con distintos trastornos mentales. Para algunos es la ¨²nica casa que han conocido. El a?o pasado muri¨® una mujer que hab¨ªa vivido en el centro 70 a?os. Antes se aparcaba aqu¨ª no s¨®lo a los enfermos mentales, sino tambi¨¦n a personas con retrasos o incapacidades f¨ªsicas. Por eso, casi la mitad de los m¨¢s de 350 pacientes supera los 60 a?os. Ahora se intenta que todos los que est¨¢n en condiciones puedan vivir fuera, en residencias, con sus familias o en pisos tutelados. Los actuales f¨¢rmacos consiguen controlar los s¨ªntomas m¨¢s graves de las enfermedades mentales, como las alucinaciones y delirios.
En el ¨¢rea de agudos ingresan pacientes con brotes, que est¨¢n unos 15 d¨ªas en tratamiento. Si no responden, pasan a la unidad de estancia media. Transcurridos seis meses, si no se recuperan, van a la unidad de rehabilitaci¨®n, creada hace cuatro a?os y donde residen los enfermos que intervienen en la tertulia de televisi¨®n. De aqu¨ª no es f¨¢cil que salgan, aunque no se les da por perdidos. El siguiente y ¨²ltimo escal¨®n es el "pabell¨®n de larga estancia", lamentablemente lo m¨¢s parecido a los antiguos manicomios.
En la unidad de rehabilitaci¨®n se trabajan las habilidades sociales y cognitivas. Se intenta que puedan llevar una vida aut¨®noma fuera del centro. Se les ense?a a manejar dinero, a usar una lavadora y la importancia de que tomen la medicaci¨®n. Ahora viven aqu¨ª 40 hombres y 21 mujeres. Duermen en habitaciones de tres o cuatro personas, austeras, con aspecto de cl¨ªnica, aunque ellas las decoren con peluches, mu?ecos y p¨®sters de Bustamante. Ellos viven en la sobriedad m¨¢s absoluta. En la enfermer¨ªa, unas correas de contenci¨®n recuerdan, sin embargo, que se trata de un psiqui¨¢trico. Se levantan a las ocho. Desayunan, leen la prensa y asisten ma?ana y tarde a terapias y talleres ocupacionales: huerta, trabajo con cuero, encuadernaci¨®n, telares... Las visitas de los familiares no siempre son frecuentes. El 30% de los pacientes no las recibe nunca. El 27%, una vez al a?o. Y s¨®lo a uno de cada diez lo van a ver cada semana.
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