Para el avance de las mujeres
Actualmente se hacen visibles diversas formas de ser mujer sin seguir los dictados del estereotipo de feminidad, y ello gracias a que hace treinta a?os el feminismo irrumpi¨® en nuestras vidas de mujeres y en la sociedad. En el colectivo masculino, aunque de manera m¨¢s lenta, menos generalizable, tambi¨¦n se visualizan formas de masculinidad alejadas del prototipo que reinaba en la ¨²ltima d¨¦cada del franquismo.
Pero, a pesar de los avances, los diferentes papeles y expectativas, la distinta consideraci¨®n social de mujeres y hombres, la pervivencia de dos g¨¦neros siguen vertebrando la organizaci¨®n social, con un enorme peso en nuestras vidas. La idea de la necesaria complementariedad entre los sexos (la b¨²squeda de la media naranja sin la cual parecer¨ªa que no podemos ser seres completos); la sexualidad orientada hacia la heterosexualidad, aun respetando a lesbianas y gays, que acaban de lograr el derecho al matrimonio; la homofobia como espina dorsal en la construcci¨®n de la masculinidad; las cargas familiares recayendo casi en exclusiva en las mujeres; la pervivencia en la educaci¨®n en diferentes valores: para los hombres los logros profesionales, el ¨¦xito reconocido; para las mujeres, la ¨¦tica del cuidado... Todo ello sigue marc¨¢ndonos a mujeres y a hombres y orientando nuestros respectivos papeles sociales.
La doble jornada, en el trabajo y en casa, es causa decisiva de estr¨¦s y abandono laboral
Una de las consecuencias m¨¢s claras de esta divisi¨®n de papeles es la dificultad que encuentran las mujeres para integrarse en el mercado laboral: elevado nivel de paro femenino, trabajo precario, mayor ¨ªndice de abandono, menor salario que los hombres y, en ¨²ltima instancia, la dificultad para conciliar la vida laboral y la familiar. La locura en la que se desenvuelve la vida de tantas mujeres que acceden al mercado laboral -no digamos ya si ocupan puestos de responsabilidad- teniendo que compaginarlo con el sinf¨ªn de tareas escondidas tras el r¨®tulo "trabajo dom¨¦stico" es insoportable. A pesar del alto grado de preparaci¨®n de las mujeres, mayoritarias en las aulas universitarias, nadie deber¨ªa extra?arse de su escasa presencia en la direcci¨®n de empresas, centros de investigaci¨®n, bancos, universidades... o en la pol¨ªtica y los sindicatos. El grado de estr¨¦s que van acumulando estas mujeres empieza a reflejarse, con preocupaci¨®n, en estudios e investigaciones. Igualmente destacable es el ¨ªndice de abandonos femeninos del mundo profesional, laboral y pol¨ªtico, al cabo de unos cuantos a?os de intentar compaginar lo incompatible, ¨ªndices especialmente altos a partir de los treinta a?os, d¨¦cada a la que muchas mujeres aplazan la realizaci¨®n de su deseo de maternidad. Los hombres, mayoritariamente, no se sienten concernidos por esta doble jornada. El grueso vive como si la cosa no fuera con ellos. Se retratan con el yo le echo una mano en algo, y muy pocos comparten las tareas dom¨¦sticas. De hecho, los espa?oles est¨¢n en el furg¨®n de cola de la Uni¨®n Europea en cuanto al tiempo dedicado a las labores dom¨¦sticas.
En esto no valen parches. Es imprescindible abordar ya profundos cambios en muchos ¨¢mbitos: en la educaci¨®n de ni?os y ni?as; en las mentalidades de hombres y mujeres; en la valoraci¨®n del mundo de los afectos no s¨®lo por las mujeres; en la organizaci¨®n del trabajo en las empresas con la implantaci¨®n de horarios flexibles, con un permiso de paternidad intransferible m¨ªnimo de cuatro semanas, con la generalizaci¨®n de la escolarizaci¨®n en el ciclo de cero a tres a?os; en el desarrollo de servicios sociales de car¨¢cter p¨²blico para atender a las personas dependientes (ni?os y ancianos) yendo mucho m¨¢s all¨¢ de lo que se plantea en el borrador de la ley de dependencia que el Gobierno enviar¨¢ al Parlamento. Es preciso ser consecuentes con la idea de que el cuidado en la familia no es una responsabilidad de las mujeres, lo es tambi¨¦n de los hombres. Y sobre todo, es una responsabilidad social que afecta a los poderes p¨²blicos y al mundo empresarial. No es de recibo que el presidente de la CEOE se haya opuesto de forma tajante a las medidas contempladas en el anteproyecto de ley de igualdad.
En nuestra sociedad democr¨¢tica, las mujeres siguen sufriendo violencia por parte de los hombres: acoso sexual en el trabajo, violaciones y otras agresiones sexuales, violencia intrafamiliar. En este sentido, es imprescindible desarrollar con m¨¢s voluntad y recursos las medidas preventivas contempladas en la ley contra la violencia de g¨¦nero. De manera muy especial, creo que es necesario hacer todo tipo de esfuerzos por reforzar la autonom¨ªa de las mujeres, capaces de decidir por ellas mismas sin que tengan que ser las eternas dependientes. Por ejemplo ?para cu¨¢ndo la creaci¨®n del Fondo de Garant¨ªa Econ¨®mico que impida que las divorciadas tengan que seguir dependiendo de sus maridos, ahora en calidad de ex?
Hace 30 a?os, cuando comenzamos la aventura feminista, ¨¦ramos conscientes de que necesitar¨ªamos mucho entusiasmo, rebeld¨ªa y fuerza para remover y darle un revolc¨®n a la organizaci¨®n patriarcal de la sociedad, para desterrar las costumbres y las actitudes machistas, para combatir los estereotipos de feminidad y masculinidad. Nuestros esfuerzos han dado sus frutos y ah¨ª est¨¢n los logros conseguidos. ?Pero queda tanto por hacer! La mayor¨ªa de las feministas de las primeras hornadas siguen si¨¦ndolo all¨¢ donde est¨¢n, pero seguimos necesitando savia nueva colectiva, incorporando a la causa a las chicas y tambi¨¦n a los chicos, empatizando con una juventud que vive en una sociedad que no es exactamente igual a la que nos encontramos nosotras, que necesitan de un feminismo que enganche con sus inquietudes, sus preocupaciones, sus aspiraciones. Tenemos que conectar con esa juventud, escuch¨¢ndola sin prejuicios, aprendiendo unos de otros, para que nuestra andanza feminista no sea una aventura generacional. Tenemos, en fin, que promover en ellas y ellos valores morales imprescindibles como la autonom¨ªa personal, la corresponsabilidad o la resoluci¨®n no violenta de los conflictos interpersonales.
Empar Pineda pertenece a la corriente Las otras feministas
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