Brotes de islamofobia
La quema de un Cor¨¢n en una mezquita de Soria y las amenazas de la extrema derecha a algunos imanes despiertan inquietud entre la comunidad musulmana
El Cor¨¢n apareci¨® tirado en una alfombra con sus espl¨¦ndidas tapas verdes abiertas y 35 p¨¢ginas quemadas por el fuego. Sobre los tapices de la mezquita Bilal de la Comunidad Isl¨¢mica de Soria quedaron marcados los zapatos de los ultraderechistas que el pasado 28 de enero arrasaron el oratorio, quemaron el libro sagrado, derribaron la biblioteca y arrojaron a un contenedor de basura 70 libros religiosos. La violaci¨®n fue descubierta a las siete de la ma?ana por el primer fiel que acudi¨® a orar a la mezquita.
Unos meses antes, Zacar¨ªas Sambou Sillah, de 36 a?os, el im¨¢n gambiano que dirige este centro de oraci¨®n, y sus disc¨ªpulos hab¨ªan recibido el primer aviso: una pintada en la fachada del local, en el n¨²mero 1 de la calle Campo de la Verdad, que dec¨ªa "Iros de aqu¨ª" y llevaba la firma de los guerrilleros de "Crissto Rey". La doble "s" pretende emular a las SS de Adolf Hitler.
Neonazis enviaron a una mezquita una cabeza de cerdo y escribieron amenazas con su sangre
"Prefiero que quemen el oratorio, pero nunca el Cor¨¢n. Sab¨ªan muy bien lo que estaban haciendo"
La apertura de nuevas mezquitas genera m¨¢s choques entre los ayuntamientos y el colectivo musulm¨¢n
"Charl¨¦ con uno de estos salvapatrias. Me dec¨ªa que ellos ten¨ªan que salvar Espa?a de los moros invasores"
El Cor¨¢n quemado es uno de los cuatro libros que desde hace un a?o reposan mirando hacia La Meca en los sencillos atriles de madera que Zacar¨ªas Sambou coloc¨® sobre la alfombra en la mezquita Bilal, un centro de oraci¨®n construido en los bajos de unas viviendas a s¨®lo 10 minutos a pie del centro de la ciudad. Frente a estos libros sagrados rezan todos los d¨ªas varios centenares de los 1.000 musulmanes, casi todos ellos inmigrantes, que residen en esta comunidad.
Kaden Jabbar, marroqu¨ª de 30 a?os, uno de los miembros de la comunidad isl¨¢mica que ha impulsado la construcci¨®n del centro, cree que los autores de esta ofensa pretend¨ªan herir los sentimientos m¨¢s ¨ªntimos de su comunidad: "Lo m¨¢s grave es que quemaron el Cor¨¢n, el libro sagrado. Prefiero que quemen la mezquita, pero nunca el Cor¨¢n. Sab¨ªan muy bien lo que estaban haciendo". Los autores todav¨ªa no han sido detenidos ni identificados.
La noticia de la revista Newsweek en 2005 sobre las presuntas profanaciones del Cor¨¢n por soldados norteamericanos en la base americana de Guant¨¢namo (Cuba) provoc¨® 20 muertos en varios pa¨ªses, pero en este caso los responsables de la comunidad musulmana espa?ola han huido de la publicidad y reaccionado con cautela y sigilo para evitar cualquier incidente. Desde los atentados del 11-S, en septiembre de 2001, y especialmente tras la masacre del 11-M en 2004, los ataques contra algunas de las 600 mezquitas y oratorios que existen en Espa?a se han incrementado. Tambi¨¦n las amenazas telef¨®nicas y por carta a algunos de sus imanes m¨¢s respetados. Sus autores pertenecen a grupos de ultraderecha y skins heads (cabezas rapadas) que pretenden vincular al colectivo musulm¨¢n con el terrorismo yihadista. "Quieren que se produzca en Espa?a la misma reacci¨®n violenta que hubo en Holanda tras el asesinato del director de cine Teo van Gogh por un islamista o en Londres tras el atentado del 7-J. Y poco a poco est¨¢n creando el caldo de cultivo", asegura un jefe policial especializado en la extrema derecha.
Los responsables del colectivo musulm¨¢n, que integra a unas 800.000 personas, aseguran que son hechos aislados, pero no ocultan su inquietud ante los primeros brotes de islamofobia que se registran por distintos pueblos y ciudades. Los imanes comunican en secreto estos sucesos a la polic¨ªa para evitar que sus fieles salgan a protestar a la calle. "Queremos huir del enfrentamiento", asegura Moneir Mahmoud, de 46 a?os, el im¨¢n egipcio de la mayor mezquita de Madrid. "Desde el 11-M recibimos muchas cartas con insultos como 'musulmanes igual a terroristas' y cosas peores. ?Sabe usted lo que hago con ellas? Las rompo y tiro a la basura".
En el Centro Isl¨¢mico de Madrid, donde est¨¢ la mezquita de la M-30 que dirige Moneir, todav¨ªa recuerdan la caja de cart¨®n que recibieron semanas despu¨¦s de los atentados de Al Qaeda contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono en EE UU. Conten¨ªa una cabeza de cerdo, el animal prohibido por la religi¨®n musulmana, y en varios folios escritos con su sangre se anunciaba a los dirigentes de la mezquita toda clase de amenazas. La direcci¨®n del centro present¨® una denuncia y la investigaci¨®n la desarrollaron dos expertos en grupos de extrema derecha. "Investigamos por los mataderos de Madrid, ten¨ªamos un sospechoso, pero no logramos probar nada", reconoce un agente. El caso ha sido archivado.
"Correr¨¢ mucha sangre", "El moro no tiene cabida aqu¨ª", "?ste no es vuestro pa¨ªs. Iros", dec¨ªan las cartas que recibi¨® tras el 11-S en su domicilio el sirio Riay Tatary, el im¨¢n de la mezquita Abu Baker, en el barrio madrile?o de Tetu¨¢n. Tatary, responsable de la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a, denunci¨® las amenazas ante Pedro N¨²?ez Morgades, entonces delegado del Gobierno en Madrid. "Ven¨ªan escritas en rojo y me lo tom¨¦ en serio", recuerda ahora. Hace cuatro meses, en una tapia pr¨®xima a la mezquita los fieles descubrieron una pintada que dec¨ªa: "Islamistas m¨¢s socialistas igual a c¨®mplices". "Venir a rezar en paz y ver esta pintada frente a nuestro lugar sagrado es muy duro", dice Abdelaliz, un musulm¨¢n que acude todos los d¨ªas a orar.
Desde el 11-S la lista de agresiones y vejaciones a la comunidad musulmana es cada vez mas larga, especialmente en Catalu?a, donde reside una amplia representaci¨®n de este colectivo. J¨®venes neonazis pertenecientes a grupos de ultraderecha como el denominado Frente Negro han atacado con c¨®cteles molotov y provocado incidentes en mezquitas y carnicer¨ªas isl¨¢micas de Girona, Salt, Palafrugell y San Vicens de Castellet. Las pintadas, algunas con la firma del PCI (Partido Contra la Inmigraci¨®n), llevan siempre esv¨¢sticas y cruces gamadas nazis. Los Mossos de Escuadra detuvieron en Reus, en diciembre de 2004, a nueve j¨®venes agazapados en dos coches con c¨®cteles molotov y pu?os americanos. "Estaban a punto de asaltar una mezquita, pero llegamos a tiempo", se?ala un agente del servicio de informaci¨®n. En enero de 2005, algunas farolas y fachadas de Matar¨® amanecieron forradas con pegatinas contra Mahoma y el islam.
Los agentes de la Unidad de An¨¢lisis de los Mossos de Escuadra ven con preocupaci¨®n este fen¨®meno. Sobre todo con vistas al futuro. "Es un riesgo que debemos tener presente. Llegar¨¢ un momento en que la l¨ªnea de algunos partidos y el contexto del islamismo se toquen. Lo vigilamos y observamos de cerca para evitar males mayores", se?ala uno de sus responsables. Y pone como ejemplo la pintada que apareci¨® junto a un instituto en Tortosa, el pasado 9 de febrero, tras la crisis de las caricaturas de Mahoma. Estaba escrita en ¨¢rabe y dec¨ªa as¨ª: "Nuestro profeta ha sido insultado y humillado. Demuestranos tu fuerza y tu poder para destruirlos".
"Fuera de aqu¨ª. No es queremos. Moros, fuera". La primera semana del pasado mes de febrero, en plena crisis de las caricaturas de Mahoma, los responsables de la Gran Mezquita de Valencia dudaban si coger o no el tel¨¦fono porque durante varios d¨ªas recibieron toda clase de insultos. La fachada amaneci¨® pintada con cruces gamadas, las mismas con las que grupos de extrema derecha ensucian con alusiones al 11-M otros oratorios de esta ciudad y de localidades pr¨®ximas como Torrent. En esta ¨²ltima, los neonazis pintaron "putos moros de mierda".
Desde entonces, familias de sirios y argelinos que residen junto al Hospital General de Valencia han recibido en sus buzones de correos fotocopias de las caricaturas de Mahoma con insultos. Uno de ellos, un comerciante sirio que reside en Espa?a desde hace 35 a?os, se pregunta por qu¨¦ lo han elegido a ¨¦l. "Nos han puesto silicona en las puertas y persianas de la mezquita", denuncia Vicente Mota, responsable del Centro Cultural Isl¨¢mico de Valencia, otro oratorio atacado.
Imad Alnaddat, sirio de 45 a?os y responsable de la Gran Mezquita de Valencia donde cada viernes se concentran a orar m¨¢s de 2.000 fieles, asegura que esto no pasaba antes. "Nunca hab¨ªamos tenido insultos ni pintadas desde que inauguramos este centro en 1994. Nos preocupa que haya un caldo de cultivo contra la comunidad musulmana". Abdul Tawil, el im¨¢n del centro recibi¨® cartas amenazantes cuyo contenido omite porque "es una verg¨¹enza mencionarlos".
La reacci¨®n de los responsables de ¨¦sta y otras mezquitas espa?olas durante la crisis de las caricaturas de Mahoma fue serena y se observ¨® con inter¨¦s desde el Gobierno, cuyos responsables del Ministerio del Interior encargaron un informe reservado a la Unidad Central de Informaci¨®n de la Guardia Civil. "Nos llam¨® mucha gente que se quer¨ªa manifestar frente al consulado dan¨¦s en Valencia, pero decidimos hacer una protesta en el patio de la mezquita y no convocar a la prensa para que no se caldeara el ambiente. Habl¨® el im¨¢n y les dijo a los fieles: 'Por favor, protesten pero sin insultos'. Logramos calmarlos. A la provocaci¨®n no hay que contestar con provocaci¨®n", esgrime Alnaddat. En Castell¨®n y Alicante la reacci¨®n de otros imanes fue similar.
En M¨¢laga, F¨¦lix Herrero, de 53 a?os, director de la mezquita La Uni¨®n, ha tenido la oportunidad de hablar con alguno de los ultraderechistas que colocaron pegatinas con insultos xen¨®fobos. "Charl¨¦ con uno de estos salvapatrias porque no se pod¨ªa ni imaginar que yo era musulm¨¢n. Me hablaba de la raza hispana y dec¨ªa que el pueblo espa?ol estaba dormido y que ellos ten¨ªan que hacer algo por salvarlo de los moros invasores. Son casos minoritarios, pero nos preocupa que puedan crecer si no se toman medidas". El pasado mes de diciembre la polic¨ªa detuvo a algunos presuntos islamistas que frecuentaban esta mezquita. Tras las amenazas pidieron protecci¨®n policial.
Las dificultades que encuentra la comunidad musulmana para la apertura o reforma de sus mezquitas en distintas ciudades, hay decenas de casos, se observa desde algunos ¨¢mbitos como un s¨ªntoma de islamofobia. "Si se abren catedrales, ?por qu¨¦ no se van a abrir mezquitas?", se pregunta Tatary, el im¨¢n de la mezquita Abu Baker de Madrid. "No hay que generalizar, pero estos problemas aumentan. No queremos denunciarlo, sino solucionarlo", dice.
Nuria Vives, de 43 a?os, portavoz de la Federaci¨®n Estatal de SOS Racismo, asegura que tras el 11-M observan "un aumento en el nivel de sospecha y rechazo social a este colectivo, sobre todo en la instalaci¨®n de oratorios y mezquitas". Una situaci¨®n que ya exist¨ªa antes porque, en su opini¨®n, ¨¦ste es uno de los colectivos m¨¢s discriminados.
Y explica las causas as¨ª: "Antes la actividad religiosa era casi clandestina, en casas y domicilios particulares. Pero cuando la inmigraci¨®n es m¨¢s antigua consigue una estructura para comprar o alquilar un local. Y entonces se visualiza m¨¢s. La actitud social depende entonces de la reacci¨®n de la Administraci¨®n. Si el alcalde acude a la inauguraci¨®n de la mezquita el rechazo es menor, pero a veces no es as¨ª y ceden a las presiones del vecindario. Al final les complican las cosas para que acaben en un pol¨ªgono industrial o en el extrarradio. Esto legitima la postura de los que se oponen y contribuye a discriminar al colectivo musulm¨¢n". "Estas actitudes favorecen y animan a los grupos de extrema derecha que atacan las mezquitas", a?ade un especialista policial.
Vives destaca que la consecuencia de esta discriminaci¨®n, de la que SOS Racismo ha constatado varios ejemplos, es que se dificulta el trabajo de los imanes m¨¢s moderados "en favor de los m¨¢s radicales".
Ana Isabel Planet, de 36 a?os, asesora del Ministerio de Justicia, destaca que es una obligaci¨®n de la Administraci¨®n local suministrar suelo para los espacios de culto: "En aplicaci¨®n de la Ley de Libertad Religiosa corresponde hacerlo a los ayuntamientos, pero se ignora. Otras veces simplemente dicen que no cumplen las condiciones para abrir y les niegan los permisos. Hay un ambiente poco favorable para las minor¨ªas, no s¨®lo para los musulmanes, tambi¨¦n para los evang¨¦licos. Es f¨¢cil cerrar una mezquita". El Ministerio de Justicia prepara una campa?a de informaci¨®n con la Federaci¨®n de Municipios y Provincias.
La chirigota de polic¨ªas locales en Ceuta con insultos al colectivo musulm¨¢n, m¨¢s del 35% de la poblaci¨®n, han indignado a la comunidad. ?Se est¨¢ alimentando la islamofobia en Espa?a? El marroqu¨ª Abdelkalak el Kamouni, de 50 a?os y nacionalizado espa?ol, asegura que despu¨¦s de los atentados del 11-M la asistencia a su local ha ca¨ªdo un 90%. "Llevo 30 a?os aqu¨ª y nunca vi nada igual. He cerrado otro local en el barrio de Lavapi¨¦s y han quebrado otros nueve en Madrid, Fuenlabrada, Getafe y Vallecas".
Abdelhali, de 33 a?os, natural de Tetu¨¢n, mide 1,80 de estatura, viste vaqueros y tiene aspecto de deportista. Trabaja como jefe de cocina para una compa?¨ªa de restauraci¨®n inglesa. Pese a que s¨®lo lleva siete meses en Espa?a, asegura que se siente rechazado por mucha gente. "Cuando voy en el autob¨²s hay gente que se levanta y se va. A veces llevo una mochila y la escondo porque noto que la gente se asusta. Mi antiguo jefe me dijo: 'No hable ¨¢rabe aqu¨ª porque a los clientes les da miedo'. Es muy desagradable". Abderram¨¢n, un top¨®grafo marroqu¨ª que trabajaba en Madrid para una empresa espa?ola, confes¨® a un im¨¢n en Madrid que despu¨¦s del 11-M su jefe le llam¨® al despacho y le dijo: "Es mejor que te vayas, no vayamos a tener problemas contigo".
En los sindicatos no tienen constancia de casos semejantes. El marroqu¨ª Tarek Ammih, de 40 a?os, trabaja para UGT y ha visitado a m¨¢s de 40.000 trabajadores de la construcci¨®n en Madrid para informarles de sus derechos laborales. "Se quejan del sueldo, pero no de discriminaci¨®n racial o religiosa", asegura. El egipcio Mohamed el Afifi, portavoz de la mezquita de la M-30, la mayor de Madrid, explica esta contradicci¨®n: "Claro que hay discriminaci¨®n e islamofobia, pero pocos se atreven a recurrir a los cauces legales". Y a?ade otro elemento inquietante del que hablan muchos musulmanes consultados: la sospecha. "La inmensa mayor¨ªa de los espa?oles ha reaccionado de forma ejemplar, pero despu¨¦s del 11-M casi todos los musulmanes est¨¢n bajo sospecha. Se ha socavado la confianza entre las dos comunidades", dice. "Es preocupante que hayamos llegado al extremo de evitar el tel¨¦fono para decir algunas cosas. ?No le parece?", apunta el im¨¢n sirio Tatary.
Planet, la asesora de Justicia, corrobora estos sentimientos: "Todos los musulmanes te dicen que se sienten rechazados. Notan m¨¢s atenci¨®n por parte de la Administraci¨®n, pero les falta sentirse valorados". Pese a estos problemas y sensaciones, muchos imanes consultados aseguran que aqu¨ª no hay islamofobia. "La islamofobia es un fantasma. No la hay en Espa?a, salvo en casos aislados que hay que vigilar", afirma Mustaf¨¢ Kamal, im¨¢n de Fuengirola. Tambi¨¦n hay optimismo. Los ojos de Tatary se iluminan cuando relata los mensajes de apoyo que ha recibido del Gobierno y de ciudadanos an¨®nimos: "Me he emocionado".
La pasada semana, los responsables de la mezquita Bilal de Soria blindaron las puertas y ventanas del centro. Zacar¨ªas Sambou, el im¨¢n gambiano, guarda con mimo en su dormitorio el Cor¨¢n quemado por los v¨¢ndalos. Su hijo de 11 a?os mira al periodista y pregunta: "?Y usted por qu¨¦ no rezaba hoy en la mezquita?".JOS? MAR?A IRUJO
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