Pitol elogia el esplendor del exilio republicano
El escritor mexicano subraya la libertad radical de Cervantes y su enorme vitalidad actual
La ceremonia sigui¨® las pautas establecidas. Cant¨® el coro de la Universidad, entraron los Reyes con el premiado; con el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero; las representantes de Cultura de M¨¦xico y de Espa?a, Sari Berm¨²dez y Carmen Calvo, respectivamente, y dem¨¢s autoridades. Tras la lectura de Rogelio Blanco, director general del Libro, del acta del jurado, Sergio Pitol (Puebla, M¨¦xico, 1933) recibi¨® el premio de manos del Rey: una medalla acreditativa y una estatuilla (el Cervantes est¨¢ dotado con 90.180 euros). Lo celebr¨® saludando discretamente al p¨²blico. Luego subi¨® a la tribuna, abri¨® los siete folios de su discurso, empez¨® a leer. La voz se le quebr¨® un poco al principio (temblaron quienes conocen su timidez), pero luego se enderez¨® y enfil¨® con autoridad.
El ruido de la historia irrumpi¨® en el Paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares
Su obra at¨ªpica, su af¨¢n de transgredir los g¨¦neros, su transparencia...
La literatura se convirti¨® en la gran protagonista de sus palabras. El placer de la lectura, el asombro de descubrir las posibilidades de la lengua, la felicidad de vivir vidas ajenas y conocer nuevos mundos, y tambi¨¦n la libertad (y ah¨ª entr¨® Cervantes): la libertad de romper los moldes establecidos, de romper las estructuras, de incorporar como propia la locura de esos caballeros andantes que se lanzaron a "defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los hu¨¦rfanos y a los menesterosos".
Sergio Pitol comenz¨® su discurso de recepci¨®n del Premio Cervantes 2005 recordando a la muchedumbre, "que entr¨® por curiosidad", y que invadi¨® su casa de Xalapa en cuanto se hizo p¨²blico que el galard¨®n m¨¢s prestigioso en lengua espa?ola hab¨ªa ca¨ªdo en sus manos. La cosa empez¨® a eso de las nueve de la ma?ana, cont¨®, y por la tarde se fue "a la ciudad de M¨¦xico para hacer una tregua". Durante el viaje, aletargado entre el sue?o y la vigilia, lo invadieron im¨¢genes muy distintas de su infancia: la nana de su abuela, su hermano jugando al tenis, una discusi¨®n sobre el precio del caf¨¦.
El gran escritor, acaso en el momento m¨¢s importante de su trayectoria profesional, desconectaba un instante de los oropeles de la gloria y una fuerza innombrable lo precipitaba en su infancia, como si en ese lugar residieran las verdaderas claves de cuanto hab¨ªa hecho hasta entonces, como si esos a?os fueran los que en su caso (ni?o hu¨¦rfano desde muy pronto y enfermo de paludismo durante varios a?os) hubieran marcado decisivamente lo que vino despu¨¦s.
Ley¨®, ley¨® y ley¨®. En esos a?os de enfermo frecuent¨® a Verne, Stevenson, Dickens, Proust, Faulkner, Mann, Virginia Woolf y varios autores de lengua espa?ola. Pero todo aquello no cristaliz¨® hasta que a los 16 a?os lleg¨® a M¨¦xico a estudiar: entonces fue cuando Pitol habl¨® por primera vez de uno de sus maestros. Un exiliado de la Rep¨²blica, uno de los perdedores de la Guerra Civil.
El ruido de la historia irrumpi¨® entonces en el paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Pitol se acord¨® de Manuel Mart¨ªnez de Pedroso, un catedr¨¢tico que ense?aba en la Facultad de Derecho de M¨¦xico. Dijo de ¨¦l que era "una de las personas m¨¢s sabias" que hab¨ªa conocido, elogi¨® su heterodoxia a la hora de afrontar sus explicaciones, destac¨® su capacidad de narraci¨®n. Y record¨® que les cont¨® de la guerra que hab¨ªa padecido y de las purgas que vio en Mosc¨² cuando fue embajador de la Rep¨²blica.
Al recuerdo de este hombre, que proced¨ªa de una familia con muchos recursos, uni¨® m¨¢s adelante el de un modest¨ªsimo traductor, Aurelio Garz¨®n del Camino, tambi¨¦n llegado de los horrores de la Guerra Civil. Fue este ¨²ltimo quien lo acerc¨® m¨¢s a los cl¨¢sicos, pero le ense?¨® sobre todo que "lo fundamental de la escritura era descubrir o intuir el genio de la lengua, la posibilidad de modularla a discreci¨®n, de convertir en nueva una palabra mil veces repetida con s¨®lo acomodarla en la posici¨®n adecuada en una frase".
El genio de la lengua: a encontrarlo se aplic¨® Pitol muy pronto. Y vaya si lo logr¨®, y fue precisamente eso lo que se celebraba ayer. Su obra at¨ªpica, el deslumbrante modo en que ha hecho nuevas tantas palabras ya gastadas, su gusto por la parodia y la iron¨ªa, su af¨¢n de transgredir los g¨¦neros, sus ganas de provocar. Pero tambi¨¦n su sobriedad y su transparencia, su clara inteligencia, su perspicacia, su elegancia.
De las largas vueltas que fue dando para conquistar su escritura, Sergio Pitol se acord¨® ayer de muchos de sus maestros. Adem¨¢s de aquellos exiliados espa?oles, record¨® a Alfonso Reyes ("nos incitaba a emprender todos los viajes"), refiri¨¦ndose concretamente a La cena: "Una de las ra¨ªces de mi literatura se hunde en aquel cuento".
Insisti¨®, sin embargo, en las ense?anzas de los espa?oles llegados a M¨¦xico. Ellos "enriquecieron de manera notable la cultura mexicana", resumi¨® Pitol, y les permitieron derribar algunos prejuicios injustamente establecidos sobre algunos escritores. "La literatura del XIX no la toqu¨¦ en la adolescencia, ten¨ªa fama de mojigata y de un costumbrismo regionalista. De golpe, los espa?oles exiliados me descubrieron la grandeza de Gald¨®s. Mar¨ªa Zambrano, Luis Cernuda, Jos¨¦ Bergam¨ªn escribieron ensayos extraordinarios en aquel tiempo sobre ese novelista".
Sin olvidar a Octavio Paz, "quien en este lugar -refiri¨¦ndose al Paraninfo- en 1981 dedic¨® su discurso a Gald¨®s, al ¨²ltimo de la segunda serie de los Episodios nacionales: Un faccioso m¨¢s y algunos frailes menos. Para Pitol, el ensayo de Paz es magistral. "Trata de la semejanza de la historia del siglo XIX en Espa?a y en M¨¦xico: la permanente guerra entre liberales y conservadores en los dos pa¨ªses, entre fanatismo contra tolerancia, Inquisici¨®n contra libertad, legionarios celestiales contra la vida p¨²blica laica". La historia interminable.
Concluy¨® Pitol con un emocionado homenaje a la libertad en el Quijote. Para el escritor mexicano, ese concepto es crucial en la obra. Porque si bien es un libro cuya tensi¨®n gravita entre la demencia y la cordura, "Cervantes convierte la locura en una variante de la libertad". Se refiri¨®, por ejemplo, al discurso ante los cabreros, "uno de los m¨¢s soberbios del libro, de aliento humanista, renacentista, libertario". Pero la libertad no s¨®lo la encuentra en el alma del Quijote; tambi¨¦n est¨¢ en su cuerpo: "Cervantes la ejerce en la estructura. La demencia le ofrece un marco propicio y la imaginaci¨®n se la potencia". Cervantes se convierte as¨ª en "un adelantado a su ¨¦poca. No hay ulterior corriente literaria importante que no le deba algo al Quijote".
Carmen Calvo, que intervino despu¨¦s del premiado, aludi¨® a su libro m¨¢s reciente, El mago de Viena, que resume la aspiraci¨®n fundamental del escritor: "La b¨²squeda de lo que ¨¦l ha llamado con frecuencia la extravagancia y la universalidad". La ministra de Cultura recorri¨® despu¨¦s la trayectoria de Pitol como escritor, traductor, profesor y diplom¨¢tico, adem¨¢s de destacar que, "en su estilo, se detecta algo similar a una autobiograf¨ªa oblicua en la que se funden vida y literatura".
El rey Juan Carlos cerr¨® el acto refiri¨¦ndose a Pitol como autor "de una genial obra literaria, original¨ªsima, cosmopolita y de gran agilidad narrativa", y destac¨® adem¨¢s su "dimensi¨®n cervantina, as¨ª como su talante innovador y adelantado a su tiempo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.