Ferrara, la emoci¨®n del orden
Recorrido por las geometr¨ªas perfectas de la ciudad renacentista italiana
La emoci¨®n del orden": as¨ª define el poeta Francisco Brines sus sentimientos al recordar Ferrara. Realmente, hay algo conmovedor en esta ciudad de casas de ladrillo con soportales, de grandes palacios e iglesias, de calles rectas que se prolongan m¨¢s all¨¢ de las murallas por caminos flanqueados de chopos. No s¨®lo el urbanismo y las fachadas de sus principales monumentos, el castillo de los Este, la catedral, el palacio de los Diamantes denotan gusto por la geometr¨ªa y el rigor; se dir¨ªa que su propio pulso vital es el de una ciudad de orden, el de una pr¨®spera capital provinciana, rica y orgullosa, habitada por dignos ciudadanos que van a todas partes en bicicleta, se recogen pronto en sus casas, est¨¢n suscritos a peri¨®dicos que leen minuciosamente y s¨®lo hacen vida de puertas para dentro. En Ferrara, las se?oras de cierta edad tienen todas aire de maestras jubiladas y pedalean en sus bicicletas con la misma elegancia que tuvieron sus madres en los a?os veinte; los caballeros, por su parte, parecen notarios o pediatras que no conciben pasear sin sombrero y bast¨®n, como si fueran personajes de Giorgio Bassani. No s¨®lo existe una Ferrara monumental: hay otra literaria, ligada a este novelista, que ha sabido unir su nombre al escenario de sus ficciones, hasta el punto de que la gu¨ªa del Touring Club italiano se ha visto obligada a explicar que el jard¨ªn de los Finzi-Contini (que da t¨ªtulo a la obra m¨¢s famosa del autor) es un lugar imaginario. Esto no impide que los lectores que amamos a Bassani busquemos tal parque en el Corso Ercole I d'Este o nos acerquemos a la sinagoga y sintamos extra?eza al no encontrar los nombres de los Finzi-Contini en la l¨¢pida que recuerda a los jud¨ªos ferrareses deportados y asesinados durante la II Guerra Mundial. El Corso Ercole I d'Este y la Via Mazzini (donde se alza la sinagoga) son dos calles hermos¨ªsimas, como toda Ferrara.
Michelangelo Antonioni
La severidad con la que est¨¢ dibujada Ferrara tambi¨¦n parece haber influido en otros dos grandes artistas contempor¨¢neos: el director de cine Michelangelo Antonioni y el pintor Giorgio de Chirico. El primero tiene un peque?o museo dedicado a su producci¨®n pl¨¢stica. Antonioni pinta acuarelas y despu¨¦s las fotograf¨ªa y ampl¨ªa varias veces hasta conseguir una suerte de paisajes ins¨®litos, llenos de misterio y belleza (esta idea de la ampliaci¨®n sucesiva de una imagen aparece tambi¨¦n en su pel¨ªcula Blow up). De Chirico, por su parte, fue destinado a un regimiento de Infanter¨ªa ferrar¨¦s durante la I Guerra Mundial. Gracias a este azar entr¨® a vivir en uno de sus propios cuadros: las inquietantes ciudades on¨ªricas que imaginaba en sus pinturas, de repente se materializaron en un lugar real que retrat¨® obsesivamente. De esta ¨¦poca proceden algunas de sus obras maestras, como Las musas inquietantes, paradigma de la pintura metaf¨ªsica. El cuadro no se conserva en Ferrara, pero el castillo de San Miguel nos lo recuerda con su imponente silueta, como si se hubiera edificado pensando en este pintor del siglo XX y no para servir de fortaleza a la familia Este.
Los Este fueron se?ores de Ferrara durante tres siglos (hasta 1597, cuando el duque Alfonso II muere sin heredero) y defendieron su independencia a sangre y fuego contra sus enemigos, especialmente Venecia y el papado. La temida artiller¨ªa ferraresa se hizo famosa por utilizar balas de m¨¢rmol, un buen s¨ªmbolo de c¨®mo la familia estense hac¨ªa compatible la crueldad de la guerra con el mayor refinamiento. Su corte fue una de las m¨¢s exquisitas de Europa. Aqu¨ª brillaron todas las artes y encontraron protecci¨®n escritores como Ludovico Ariosto o Torquato Tasso y m¨²sicos de la talla de Desprez, Obrecht, De Rore y Luzzaschi. Este ¨²ltimo compuso unos delicad¨ªsimos madrigales para los conciertos privados de la corte, una musica segreta cantada por damas nobles que el viajero debe escuchar antes de llegar aqu¨ª, pues as¨ª podr¨¢ entender mejor el car¨¢cter de Ferrara, su amor por los espacios cerrados, la intimidad y los secretos. A menudo, tras una fachada severa se esconde un patio suntuoso, un jard¨ªn o grandes salones de un lujo insospechado. Esto ocurre en el Palazzo Schifanoia (literalmente, Palacio Esquiva-aburrimiento), mansi¨®n de recreo que conserva en el Sal¨®n de los Meses unos frescos de 1470 (muy deteriorados) que recrean la corte estense en todo su esplendor.
En otro palacio, el de Ludovico Il Moro, el r¨¦gimen de Mussolini instal¨® un extraordinario museo arqueol¨®gico con los ajuares funerarios de la ciudad grecoetrusca de Spina. Sus cer¨¢micas historiadas muestran dise?os en los que, a trav¨¦s de escenas de banquetes, juegos deportivos o luchas, se exalta la juventud y el cuerpo masculino: los kylix (un tipo de copas griegas) con el rapto de Gan¨ªmedes o las haza?as de Teseo y Piritoo son una buena muestra de ello. Hay m¨¢s museos en Ferrara: la Pinacoteca Nazionale del palacio de los Diamantes (con obras de Tura, Dossi o Garofalo) o el museo dedicado a Boldini en el palacio Massari son aconsejables. En el Museo della Cattedrale se conserva una importante colecci¨®n de cantorales miniados, tapices, pinturas y esculturas. El exterior de la propia catedral es una obra maravillosa llena de arquer¨ªas que la circundan por completo. El interior del templo fue reformado en el siglo XVIII y decorado en el XIX de una manera tan radical que el visitante puede sentirse completamente desorientado, pues el contraste entre las fachadas y el interior es absoluto, casi violento. Cuando uno se repone del susto puede encontrar consuelo en el lienzo del Guercino que representa el martirio de san Lorenzo, aunque tambi¨¦n es posible que no vea nada porque el cabildo suele mantener el altar de este santo adolescente a oscuras.
Con todo, el mayor atractivo de Ferrara es la ciudad misma, su extraordinario urbanismo. En buena medida se lo debemos al arquitecto Biagio Rossetti, proyectista (junto con el astr¨®nomo Prisciani) de la gran ampliaci¨®n ordenada por Ercole I en el Renacimiento (conocida, por ello, como la "adici¨®n herc¨²lea"). Rossetti, Luzzaschi, Bassani... Pronunciar el apellido de cualquiera de estos artistas equivale a decir: Ferrara. La ciudad del orden, la ciudad de la belleza.
?scar Esquivias (Burgos, 1972) es autor de Inquietud en el para¨ªso (Ediciones del Viento)
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 39.- Ferrara, situada en Emilia Romagna, tiene alrededor de 150.000 habitantes.C¨®mo llegar- Los aeropuertos internacionales m¨¢s cercanos son los de Bolonia y Venecia. Con estas ciudades, Ferrara est¨¢ comunicada por tren(www.trenitalia.it).- La compa?¨ªa de bajo coste Myair (www.myair.com) vuela a Venecia desde Madrid y Barcelona a partir de 40 euros, m¨¢s tasas y gastos de emisi¨®n.- Alitalia (www.alitalia.es; 902 10 03 23) tiene vuelos de ida y vuelta a Bolonia desde 184 euros, m¨¢s impuestos y gastos de emisi¨®n.Dormir- Locanda Modigliani (www.locandamodigliani.it; 05 32 21 39 10). Bed & breakfast situado en pleno casco antiguo. La habitaci¨®n doble cuesta 90 euros.Comer- Trattoria Il Mandolino (www.ristoranteilmandolino.it; 05 32 76 00 80). Via delle Volte, 52. Especialidad en cappellacci de calabaza y salama da sugo. Precio: unos 25 euros.- Trattoria Black Rose (05 32 24 87 83). Piazza Sacrati, 32. Local de ambiente joven situado en el casco antiguo.A partir de 10 euros.Informaci¨®n- www.comune.fe.it.
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