Kemp, Maclean y el 'Z¨¹rcher Zeitung'
Perd¨ª de pista al peque?o de los Ramadami, mi querido Agim, hace ya casi diez a?os y me cuentan que ha de vivir hoy en Nueva York hecho un millonario, si no lo han matado antiguos amigos y por supuesto compatriotas. Siempre fue compa?ero incondicional, tierno, buen hijo y luchador como exige la sangre a algunos clanes albaneses y en todo caso a ellos, a la inmensa tribu de tosks de Agim que hoy pululan tanto por el Bronx, como en Nueva Jersey, zonas de Tirana, inh¨®spitas o fieramente sofisticadas, en las monta?as malditas que vuelcan al Kosovo, al campo de los Mirlos de Pec y Prizren en el norte y a la gran sierra oriental hacia la Macedonia de Tetovo. Ayer, un diario que los Ramadami jam¨¢s leer¨¢n, el Neue Z¨¹rcher Zeitung, describ¨ªa toda una ceremonia de dignidad en Rumania por las v¨ªctimas del comunismo. Ese serenamente maravilloso diario hac¨ªa un gran homenaje a las v¨ªctimas de una ideolog¨ªa que a¨²n defienden obscenamente quienes condenan a sus clones nazis.
Los Ramadami cumplen al pie de la letra aquella sentencia m¨¢xima del legendario Peter Kemp que le pude escuchar cuando, ya octogenario, camin¨¢bamos juntos sobre cascotes ardientes en la ciudad de Shkodra. Los ni?os hac¨ªan palanca desesperadamente para romper una pared que segu¨ªa m¨¢s o menos entera. "Los albaneses"-dijo aquel mi gran Kemp con la causticidad brit¨¢nica necesaria- "tienen la suficiente vocaci¨®n y tradici¨®n destructora como para aniquilar a cualquier amigo o enemigo. Pero con el mensaje comunista todo resulta aparatosamente perfecto". Kemp, el jefe de operaciones especiales del Gobierno brit¨¢nico y enlace ante los partisanos durante la segunda Guerra Mundial, se hab¨ªa dedicado muchos a?os con m¨¢xima efectividad a generar cascotes masivamente por todo el pa¨ªs. Hab¨ªa volado puentes, casas y t¨²neles, acribillado a balazos a decenas de alemanes y dirigido operaciones de represalia contra civiles que colaboraban con italianos o nazis. Despu¨¦s ya, al contrario que su compa?ero de armas Fitz-Roy Maclean, enlace de Churchill tan emocionado con Tito, Kemp se mont¨® la guerra por su cuenta contra Enver Hoxha, pese a las ¨®rdenes del Estado Mayor brit¨¢nico. Por supuesto se convirti¨® tambi¨¦n en enemigo de Tito y del ej¨¦rcito de asesores sovi¨¦ticos que Stalin hab¨ªa enviado a la regi¨®n.
Fitz-Roy Maclean era un genio brit¨¢nico de la palabra de ese siglo de decadencia que es el mejor que jam¨¢s tuvo el Imperio. Vino, como Kemp, antes de morir a los Balcanes de sus glorias, de su juventud y de su incre¨ªble vocaci¨®n de hombre libre que sigue conmoviendo a quienes los conocieron y hoy leen. Maclean escrib¨ªa mejor y desde luego era m¨¢s petulante que Kemp. Y la petulancia iba pareja con el compromiso con las m¨¢s estupendas soluciones para hacer casar los intereses de Churchill con los de Tito. Kemp supo que el Partido Comunista Alban¨¦s y las bandas con seud¨®nimos estaban secuestrados por una ideolog¨ªa ya entonces tan criminal como aquella que combat¨ªan, la nazi, que hab¨ªa hecho proyecto industrial de la liquidaci¨®n del individuo y el exterminio de las culturas. Kemp no quiso estar jam¨¢s en la foto de comunistas y nazis juntos reparti¨¦ndose Europa. Sab¨ªa que habr¨ªa guerra entre los miserables. Pero no era para ¨¦l la fotograf¨ªa de Ribbentrop y Molotov la apuesta del futuro. Esa imagen habr¨ªa de perseguir a Europa, a quienes aplaudieron y a quienes callaron por miedo o conveniencia. Como har¨¢n otras. Los nazis tienen, gracias a la victoria de 1945, garantizada la condena de toda la civilizaci¨®n. Que a¨²n algunos se presenten a unas elecciones con un nombre de pel¨ªcula de miedo como Refundaci¨®n Comunista debiera avergonzar a un continente que a¨²n no se ha liberado de sus fantasmas... En la sierra albanesa los comunistas sol¨ªan hacer grandes hogueras y echar a los prisioneros en viejos barriles de combustible llenos de agua hirviendo hasta sacar los huesos blanquecinos y limpios de carne, atados por el cuello. Los Ramadami se acuerdan y llorar¨ªan de emoci¨®n ante el acto de dignidad de un peri¨®dico suizo recordando la tragedia de media Europa y recordando las miserias de tanta memoria selectiva.
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