La crisis mundial de recursos humanos
Este a?o la OMS ha dedicado el d¨ªa de la salud a la crisis mundial en los recursos humanos del sector. Seg¨²n el subdirector general Tim Evans "... d¨¦cadas de anemia inversora en la formaci¨®n, remuneraci¨®n, condiciones de trabajo y gesti¨®n de esos profesionales (...) han provocado una grave carencia de personal con conocimientos clave y un nivel creciente de cambios de profesi¨®n, jubilaciones anticipadas y migraciones nacionales e internacionales".
Si bien el problema afecta en mayor o menor medida a todo el planeta, la situaci¨®n es muy distinta seg¨²n se trate de pa¨ªses ricos o pobres. El 9,7% de la fuerza de trabajo en la Uni¨®n Europea es del sector de bienestar social, sanidad incluida. En Espa?a, por ejemplo, a cada m¨¦dico colegiado le corresponden de 250 a 275 habitantes. No parece pues que nos enfrentemos a un d¨¦ficit absoluto, sino a distorsiones en la distribuci¨®n de los profesionales, por especialidades, funciones y territorios.
Los sanitarios est¨¢n desmotivados por las cargas burocr¨¢ticas y la falta de est¨ªmulos profesionales e incentivos econ¨®micos
Los conflictos laborales de estos d¨ªas ponen de relieve deficiencias espec¨ªficas en la gesti¨®n de los recursos humanos, algunas de ellas particularmente llamativas como la inexistencia de un sistema de informaci¨®n de recursos humanos del sistema nacional de salud, como destacan Beatriz Gonz¨¢lez y Patricia Barber en el cap¨ªtulo 'Los recursos humanos y sus desequilibrios mitigables' del informe SESPAS (www.sespas.es). Ni siquiera disponemos de un registro de profesionales sanitarios en activo, informaci¨®n imprescindible para analizar adecuadamente la situaci¨®n y racionalizar las eventuales soluciones.
De ah¨ª que cada cual vea de arrimar el ascua a su sardina aportando aquellos datos que m¨¢s justifican sus reivindicaciones. Todo lo cual no quita para reconocer que las condiciones de trabajo de la mayor¨ªa de los profesionales son inadecuadas. Pero aunque algunas de las situaciones m¨¢s dram¨¢ticas se puedan aliviar a corto plazo, hace falta bastante coraje para alcanzar una soluci¨®n m¨¢s duradera. Lo que se echa en falta es una verdadera pol¨ªtica de recursos humanos, es decir, cu¨¢l es el papel de los profesionales en el sistema. Todav¨ªa m¨¢s, c¨®mo se reorienta la sanidad, m¨¢s ocupada en sobrevivir y expansionarse que en los problemas de salud de la poblaci¨®n.
Precisamente, el lema escogido para la ocasi¨®n, "Trabajando -o colaborando- juntos por la salud", apunta la conveniencia de establecer una estrategia basada en las necesidades de la poblaci¨®n y que asuma las limitaciones del sistema sanitario, al que no es l¨®gico que se le pidan respuestas fuera de su alcance y cuyas actividades casi nunca son inocuas. De la misma manera que en el ej¨¦rcito al soldado el valor se le supone, a los sanitarios se nos supone ben¨¦ficos para la salud de la poblaci¨®n, lo que es cierto respecto de las intenciones, pero abusivo en cuanto a los resultados. Algo sabido desde los tiempos de Hammurabi y que de tanto en tanto se recuerda, como el c¨¦lebre informe Errar es humano del Instituto de Medicina hace apenas cinco a?os.
De ah¨ª la conveniencia de evaluar adecuadamente el impacto de las intervenciones sanitarias, que, dadas sus caracter¨ªsticas, llevan a cabo b¨¢sicamente trabajadores y profesionales. Lamentablemente, no sabemos con suficiente detalle qu¨¦ parte del trabajo de los sanitarios se traduce en mejoras reales de salud en la poblaci¨®n. Aun cuando los intangibles sean, en este caso, razonablemente elevados, la mera existencia de estos profesionales y de un sistema sanitario p¨²blico ya es positiva, por la seguridad que comporta disponer de unos servicios sanitarios a los que acudir en caso de infortunio.
Es probable que el sistema sanitario p¨²blico deba adaptar su orientaci¨®n si quiere seguir siendo viable y no s¨®lo, ni principalmente, por cuestiones econ¨®micas, sino m¨¢s bien por su (in) efectividad y su (in) equidad. Junto a los innegables progresos t¨¦cnicos y cient¨ªficos que en muchos casos son espectaculares, la respuesta del sistema sanitario frente a los problemas de salud m¨¢s frecuentes es, como m¨ªnimo, discutible.
La asistencia que se proporciona a los pacientes cr¨®nicos, particularmente a los mayores, y, sobre todo, a los enfermos terminales, es un ejemplo de lo mucho que se puede gastar sin que ni los profesionales ni los afectados se sientan satisfechos. Pero tambi¨¦n podemos considerar la gran cantidad de recursos -en dinero y en esfuerzo- que el sistema sanitario p¨²blico destina a la prevenci¨®n de factores de riesgo como la hipertensi¨®n arterial o las dislipemias, buena parte de los cuales resultan bald¨ªos debido a la ausencia de orientaci¨®n comunitaria de las intervenciones. As¨ª pues, parece conveniente incorporar la perspectiva comunitaria tanto al componente asistencial como al de salud p¨²blica y establecer v¨ªnculos operativos entre sectores hasta ahora insuficientemente relacionados como los de salud mental y atenci¨®n primaria.
En este contexto las responsabilidades nos alcanzan a todos. Huelga mediante o no, los profesionales se declaran desmotivados. La ausencia de incentivos econ¨®micos no es despreciable, como tampoco lo son las condiciones de trabajo y las cargas burocr¨¢ticas, muchas veces incomprensibles; pero tal vez es peor la falta de est¨ªmulos para llevar a cabo sus funciones profesionales. En este sentido, quiz¨¢ parte del desencanto de muchos cl¨ªnicos tenga que ver con las expectativas que hacen de la medicina una ciencia -si no algo casi milagroso- m¨¢s que una profesi¨®n dedicada a la atenci¨®n de los pacientes.
La crisis de los recursos humanos de la sanidad no es, como la salud misma, asunto exclusivo de los sanitarios, sean pol¨ªticos, gestores, profesionales o acad¨¦micos. Es cuesti¨®n de todos y va siendo hora de poner las cartas encima de la mesa si no queremos que nos explote entre las manos.
Andreu Segura es profesor de Salud P¨²blica de la Universidad de Barcelona (asegura@ies.scs.es). Amando Mart¨ªn-Zurro es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (amartinz@ies.scs.es).
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