Cabalga El Cid
Los pueblos ?se definen m¨¢s por los pol¨ªticos a quienes votan, o por los personajes a los que honran? Ahora M¨ªo Cid vuelve a estar de moda: en el ¨²ltimo Semanal un erudito ingl¨¦s dec¨ªa hablar con ¨¦l, y para las vacaciones de verano se nos impele a peregrinar por un itinerario esencialmente patri¨®tico (si nos atenemos a cierto curioso concepto de patria) Polvo, sudor y hierro, ya podemos pedalear sobre las huellas del Campeador, y ese milagro de la pol¨ªtica llamado Milagrosa Mart¨ªnez acaba de firmar un protocolo destinado a potenciar, junto con Castilla y Le¨®n, Castilla-La Mancha y Arag¨®n, una ruta que habr¨¢ de ser "referencia tur¨ªstica internacional". Todo para conmemorar los 800 a?os del Cantar que ensalza las gestas de Rodrigo D¨ªaz de Vivar, el singular infanz¨®n.
En pos de m¨¢s detalles sobre tan brillante idea, me creer¨¢n si les digo que he vuelto a encontrarme con un top¨®nimo que cre¨ªa enterrado en el famoso sepulcro bajo siete llaves, junto a unos huesos con certificado de autenticidad: aquella "Valencia del Cid" tan cara a los espadones del siglo XIX. Igual que en el itinerario vital del famoso guerrero, Valencia es la ¨²ltima etapa del camino propuesto en una p¨¢gina de Internet donde se anuncia nada menos que la Diputaci¨®n de Lleida (para que luego digan que los catalanes mos volen furtar las esencias) La cosa es que en esta famosa road novel del siglo XI, el Arc¨¢ngel San Gabriel le hace al hidalgo un poco de agente de viajes empuj¨¢ndole al mundo: ve, campea, y mira a ver qu¨¦ sacas (bueno, a lo mejor esto ¨²ltimo se lo imagin¨® el correcaminos, porque era lo usual y adem¨¢s porque le conven¨ªa) Y all¨¢ que, obediente, cabalg¨® el castellano por doquier tomando y perdiendo plazas, juramentando y traicionando: casi 600 kil¨®metros, desde Burgos hasta Valencia, abarcaron las cuitas del caballero, ¨¦l a lomos de Babieca y ahora prestas a que las hollemos sobre la mountain.
?Un h¨¦roe "nacional"? Veamos. El admirado y "fiel" burgal¨¦s puso su ej¨¦rcito, por ejemplo, al servicio de al-Mustain, rey musulm¨¢n de Zaragoza contra Ramiro I de Arag¨®n, aunque luego le traicionar¨ªa dej¨¢ndose sobornar por el inepto rey de Valencia al-Qadir. Al m¨¢s puro estilo mafioso, cada a?o cobraba a ¨¦ste 120.000 dinares por proteger una ciudad en la que sus mesnadas sembraron el terror, al tiempo que la expoliaban con rapacidad insaciable. Tras la revuelta popular que acab¨® con el reinado y la vida de su se?or, Rodrigo ces¨® en el cargo. Su forma de reclamar por despido improcedente fue someter a la "amada" Valencia durante 20 meses al hambre y la peste, y a sus habitantes a crueles tormentos de sangre y fuego. Claro, el Cantar, un adelantado del Nodo y de Canal 9, s¨®lo cuenta lo que cuenta, y a su modo. Y los pocos que lo han le¨ªdo, entienden lo que entienden o lo que quieren entender. Josep Maria Espin¨¤s se asombraba de que los ultras valencianos organizaran una jura de bandera y un homenaje al Cid, que nunca fue espa?ol porque Espa?a no exist¨ªa, porque tantas veces combati¨® a los castellanos a favor de los "moros", y porque seguro que sol¨ªa preguntar: ?Qui¨¦n me contrata y cu¨¢nto me paga? (Y pensar que ha quedado como un mod¨¦lico vasallo que tuvo la mala fortuna de no poder servir a un buen se?or...)
Advierte Espin¨¤s que al capit¨¢n mercenario le quieren seguir haciendo ganar batallas despu¨¦s de muerto para oscurecer la figura del fundador del reino cristiano de Valencia: Jaume I.
Cuando se anunci¨® ese otro genial proyecto para Castell¨®n denominado Ciudad de las Lenguas (Centro Internacional de Ense?anza del Castellano), Francesc de Paula Burguera alert¨® aqu¨ª sobre los intentos de resurrecci¨®n, con todas sus consecuencias, de aquella Valencia del Cid.
No olvidemos que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar eligi¨® en su d¨ªa la gallarda guisa de don Rodrigo, capa roja flameante, para posar y pasar a la posteridad en el Semanal. Ni que el president Camps Campeador ofrenda nuevas glorias con soflamas diarias sobre lealtad y naci¨®n (espa?ola, por supuesto, lo acaba de repetir en Madrid)... y poniendo al servicio de la "amenazada" lengua castellana la Tizona que los valencianos pusimos en sus manos: la Generalitat.
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