John Irving y el cine, una relaci¨®n dif¨ªcil
DICE JOHN Irving en el libro que escribi¨® a prop¨®sito del proceso de conversi¨®n de su novela Pr¨ªncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra en la exitosa pel¨ªcula Las normas de la Casa de la Sidra -por la cual gan¨® como guionista el oscar-, y titulado en Espa?a Mis l¨ªos con el cine, que hay que tener cuidado con no confundir las excentricidades de un personaje literario con el protagonismo extremo de esas mismas excentricidades. En el libro, l¨²cido y amable, el autor pasa lista a algunas de las adaptaciones que el cine americano lleva hechas de sus 11 novelas, deteni¨¦ndose en las m¨¢s importantes y prescindiendo de otras, como Simon Birch, de Mark Johnson, remotamente basada en Oraci¨®n por Owen.
Y hay que estar de acuerdo con ¨¦l cuando afirma que el guionista de El mundo seg¨²n Garp de George Roy Hill, Steve Tesich, confundi¨® el humor surreal que campa por la novela con la mera invenci¨®n de chascarrillos, o cuando dice que Tony Richardson se pas¨® de rosca al hacer, en su desarrapada versi¨®n de El hotel New Hampshire, un digest reducido de todo lo que por el libro transita. La composici¨®n de los personajes y el humor suelen ser los puntos d¨¦biles de todas las adaptaciones que se han hecho de una obra que ha interesado siempre al cine (Irving prepar¨® ya una versi¨®n de su primera novela, Libertad para los osos, en 1969, para la que la dirigiera Irvin Kershner) y que, al menos para quien esto firma, ha tenido sus mejores logros en Las normas de la Casa de la Sidra, en la que Irving potenci¨® el verdadero tema de la novela, el derecho al aborto, en lugar de quedarse en la, no obstante, magn¨ªfica relaci¨®n amorosa entre tres de sus personajes.
Y en la ¨²ltima, esa Una mujer dif¨ªcil de Tod Williams, que recrea s¨®lo el comienzo de la extraordinaria novela hom¨®nima, y en la que el director condensa convincentemente el mundo irvingiano desde el humor surreal al drama y la composici¨®n de unos personajes cuya excentricidad corre pareja con su honda humanidad, buen ejemplo de una dif¨ªcil relaci¨®n de trasvase entre cine y literatura que, a no dudar, dar¨¢ nuevos frutos en el futuro. Y si no, al tiempo.
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