Naufragios
Dos equipos. Dos posibilidades. Dos partidos radicalmente distintos que terminaron con el mismo resultado, el fracaso total. De la ansiada final espa?ola se lleg¨® al peor de los resultados por caminos diferentes pero igualmente decepcionantes. Ninguno estuvo a la altura, y aunque la desventaja de los vitorianos fue de cuant¨ªa superior, quiz¨¢s el desencanto azulgrana tuvo mayor calado, pues mientras el Tau se encontr¨® con un gran Maccabi, el Bar?a fue su propio verdugo y no tiene excusa alguna para paliar su dolorosa derrota. Aun siendo las dos semifinales dos historias bien distintas, la v¨ªa de agua que result¨® definitiva para ambos naufragios parti¨® de la misma posici¨®n. Un puesto clave. El base. El Maccabi redujo a su m¨ªnima expresi¨®n a Prigioni, santo y se?a del Tau. En el segundo partido, Williams, con su juego ego¨ªsta y falto del m¨¢s m¨ªnimo raciocinio, termin¨® por sacar del partido a sus propios compa?eros, que sobre todo en el segundo tiempo, no pasaron de meros acompa?antes de las constantes acciones individuales de su supuesto director de juego. El resto lo puso Thorton, tan atolondrado y revolucionado como su compatriota. Entre los dos, pero sobre todo Williams, jugaron un partido paralelo, un uno contra el mundo, que l¨®gicamente termin¨® como no pod¨ªa ser de otra forma. De tanto jugar para ¨¦l, cuando el Bar?a tuvo que recurrir a otras opciones, estos estaban fuera de juego. Si tienes en el equipo un jugador como Navarro y se queda en mero actor secundario con un par de l¨ªneas de di¨¢logo, el desprop¨®sito merece la condena.
La tarde empez¨® mal con la inclemente lapidaci¨®n de un Tau que no mereci¨® un final tan abrupto de su aventura europea, pues su comportamiento hasta la semifinal fue m¨¢s que meritorio. Pero se encontraron con la mejor versi¨®n del equipo israel¨ª. El Maccabi se aplic¨® de tal manera sobre Prigioni que desde el salto inicial cortocircuit¨® todo el sistema t¨¢ctico y emocional del equipo vitoriano. Lo ocurrido se sali¨® desde el principio de cualquier gui¨®n imaginable, y el Tau se vi¨® lastrado sicol¨®gicamente al tener que enfrentarse a las primeras de cambio a una situaci¨®n que era imposible de preveer por la superioridad abrumadora con la que se movi¨® en ataque y en defensa el actual campe¨®n. El Bar?a, en cambio, no tuvo que v¨¦rselas con nada parecido. Al contrario. El CSKA fue un equipo menor, limitado durante casi todo el partido a lo que hac¨ªa Holden y sobre todo Papaoulukas. Dos bases, por cierto. Pero incluso cuando parec¨ªa que se iba a llevar el partido sin grandes sufrimientos se vio que Williams estaba dispuesto a pasarse por alto cualquier cosa que significase no jugar para ¨¦l y sus puntos. Anotaba, pero se saltaba una regla de lo que significa ser base. Jugar y hacer jugar. No es de extra?ar que maniatado Prigioni e individualista Williams, los caminos de Tau y Bar?a se vayan a encontrar en el deprimente partido por el tercer puesto.
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