Nuevos trabajos, retos sindicales
Me considero un ciudadano con dos convicciones b¨¢sicas en mi compromiso sindical. Aunque parezcan escasas y m¨ªnimas, las considero ¨²tiles y suficientes: la centralidad del trabajo y la defensa de su dignidad, as¨ª como la utilidad del Sindicato para hacer posible una ciudadan¨ªa con derechos, laborales y sociales..
Siempre es ¨²til -y en fechas como la celebraci¨®n del 1? de Mayo adquiere un significado especial-, hacer una reflexi¨®n de calado estrat¨¦gico que contribuya a desarrollar una m¨ªnima aportaci¨®n a esa necesaria pedagog¨ªa social sobre la importancia que tiene el trabajo en nuestras sociedades, as¨ª como el papel relevante, ¨²til y necesario de los propios sindicatos. Soy consciente del descompromiso ideol¨®gico actual para construir una identidad colectiva en medio de un individualismo exacerbado y del triunfo relativo de los nuevos valores del denominado pensamiento ¨²nico, que trata de deslegitimar toda cultura sociopol¨ªtica de los movimientos sociales, incluidos los sindicatos. La necesidad de la desigualdad, el mercantilismo rampante, la limitaci¨®n de los derechos y la lucha por la competencia individual son las f¨®rmulas preferidas que se proponen para alcanzar el bienestar econ¨®mico.
Ante la globalizaci¨®n, el sindicalismo est¨¢ obligado a dar respuestas estrat¨¦gico-ideol¨®gicas
La primera y m¨¢s importante constataci¨®n que hay que poner al descubierto es algo tan sencillo como la vigencia del trabajo. Esto es muy importante, yo dir¨ªa que imprescindible. En los ¨²ltimos tiempos, intelectuales de reconocido prestigio como Rifkin, Gortz, Habarmas u Offe divulgaron la tesis del fin del trabajo y su irreversible declive. La tozuda realidad, una vez m¨¢s, se ha encargado de desmentir dichos pron¨®sticos. Las estad¨ªsticas nos demuestran que el trabajo no s¨®lo no ha desaparecido sino que se est¨¢ extendiendo. Han surgido nuevas necesidades, nuevos sectores de actividad, nuevos empleos. Aumenta la poblaci¨®n ocupadas (entre 16 y 64 a?os), crece la tasa de empleo (aunque cae la de los m¨¢s j¨®venes), y aumenta tambi¨¦n el volumen de horas trabajadas. Es m¨¢s, la Uni¨®n Europea, en la llamada Estrategia de Lisboa, se ha propuesto elevar 10 puntos la tasa de actividad para el a?o 2010.
Ese elenco importante de intelectuales nos ha proporcionado una reflexi¨®n sobre las transformaciones del trabajo en sus formas y contenidos. El trabajo est¨¢ cambiando. Sus formas y contenidos se han transformado profundamente: el empleo se feminiza, se terciariza y se externaliza (con la consiguiente disminuci¨®n del tama?o de las empresas), y tambi¨¦n se precariza (m¨¢s del 50% son precarios: temporales, a tiempo parcial, de subcontratas, falsos aut¨®nomos o empresas de servicios, etc), lo que afecta sobre todo a la mujer. El trabajo se fragmenta, se hace m¨¢s intenso y penoso y crece la insatisfacci¨®n en el mismo. Lo m¨¢s preocupante es que la exigencia de un trabajo decente no es algo que est¨¦ en el discurso pol¨ªtico de las sociedades, salvo para reclamar nuevas "flexibilidades". El trabajador, el factor humano, que se ensalza como ingrediente de la productividad y la principal fuente de riqueza, se ha convertido en la primera variable del ajuste.
Ya en 1999 el grupo de expertos de la Comisi¨®n Europea analiz¨® la nueva realidad del trabajo en el famoso informe Supiot y nos decribi¨® el alcance de esta nueva realidad: "La desestabilizaci¨®n de la relaci¨®n de trabajo expresa una reactivaci¨®n de la contradicci¨®n de clases, o, lo que es lo mismo, de la contradicci¨®n capital/trabajo. Se supone que la naturaleza del trabajo no ha cambiado fundamentalmente en la sociedad postindustrial. Al contrario, lo que ha cambiado en la presente situaci¨®n es la relaci¨®n de fuerzas. El capital se ha reorganizado en los ¨²ltimos 20 a?os: se ha acentuado la autonom¨ªa del capital financiero en relaci¨®n con el capital industrial; el capital se ha mundizializado, abriendo el camino a un movimiento masivo de deslocalizaciones y relocalizaciones de empresas; en fin, el capital es cada vez menos fijo y m¨¢s flexible. Estas transformaciones del capital entra?an una ofensiva patronal dirigida a adaptar al trabajador a las nuevas condiciones de valoraci¨®n del capital. Precisamente en este sentido se hablar¨¢, por ejemplo, de desregulaci¨®n: esta consistir¨ªa en la supresi¨®n de un n¨²mero determinado de impedimentos al capital en el mercado de trabajo".
La segunda constataci¨®n importante a resaltar, es que, si hay trabajo, habr¨¢ sindicatos, con unos nuevos retos de adaptabilidad que ya se est¨¢n abordando, aunque probablemente no con los ritmos necesarios. Habr¨¢ sindicatos porque, pese a todas las teor¨ªas de recursos humanos que tienen la pretensi¨®n de que la empresa sea la que ejerza el liderazgo de "sus" trabajadores, ¨¦stos siempre han buscado formas aut¨®nomas de organizaci¨®n, de expresi¨®n y de negociaci¨®n. ?sa ha sido, y seguramente ser¨¢ en el futuro, la esencia misma del sindicato: una forma aut¨®noma de organizaci¨®n, de expresi¨®n, de lucha y de negociaci¨®n de los trabajadores. La eficacia de la acci¨®n colectiva de los trabajadores, gracias a la dimensi¨®n organizativa del sindicato, ha permitido revalorizar en t¨¦rminos econ¨®micos, sociales y culturales la funci¨®n del trabajo y dignificar la persona del trabajador en nuestra sociedad.
Para concluir esta reflexi¨®n quisiera resaltar alguno de los desaf¨ªos de adaptaci¨®n del sindicato a las nuevas formas de organizaci¨®n de la producci¨®n y a los consiguientes cambios en los contenidos y en sus formas organizativas. Debe colocar en el primer lugar de su agenda, y no s¨®lo declarativamente, la reivindicaci¨®n de un trabajo digno y decente para todos y en todo el mundo, incluidos los pa¨ªses desarrollados. Recuperar y reafirmar algunos principios (a igual trabajo, igual salario; la salud no se vende...) y valores (la solidaridad, la protecci¨®n, los derechos...) para mejor dar respuesta a las aspiraciones de un creciente n¨²mero de trabajadores que no responden al prototipo del operario fordista afiliado al sindicato. Se trata en definitiva de la recuperaci¨®n de esa mayor representatividad y pluralidad sociol¨®gica de la clase trabajadora actual. Esta es una condici¨®n necesaria para recuperar la relaci¨®n de fuerzas que convierte al sindicato en lo que Clausewitz denominaba una "amenaza cre¨ªble". De ah¨ª la importancia de recuperar la acci¨®n sindical en la nueva empresa, m¨¢s difusa y compleja. No estoy de ninguna manera abogando a favor de la atomizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva que pretenden los empresarios y algunos gobiernos cuando quieren, en la pr¨¢ctica, eliminar los niveles sectoriales de negociaci¨®n. La empresa sigue siendo el ¨¢mbito central en el que se define la relaci¨®n salarial y de trabajo, as¨ª como la relaci¨®n de fuerzas de los trabajadores respecto al capital. Ante la globalizaci¨®n depredadora, el sindicalismo est¨¢ obligado a dar respuestas estrat¨¦gico-ideol¨®gicas, con una nueva cultura internacionalista -solidaria, cooperativa-y con una visi¨®n respecto a la democracia participativa en los ¨¢mbitos supranacionales, si quiere seguir cumpliendo su funci¨®n hist¨®rica de sujeto social alternativo.Son unos colectivos que hacen imprescindible la cooperaci¨®n sindical.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) vasco
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