?Por qu¨¦ pagar m¨¢s por equidad?
El autor sostiene que adquirir productos elaborados por trabajadores bien remunerados es una elecci¨®n m¨¢s ¨¦tica que comprar m¨¢s barato y donar la diferencia a entidades ben¨¦ficas.
Marks & Spencer, una cadena de supermercados y de ropa con 400 tiendas en todo el Reino Unido, anunci¨® recientemente que est¨¢ convirtiendo toda su rama de caf¨¦ y t¨¦, con un total de 38 l¨ªneas, a Fairtrade, un s¨ªmbolo de marketing que representa una "producci¨®n ¨¦tica". La cadena ya vende s¨®lo t¨¦ y caf¨¦ Fairtrade en sus 200 cafeter¨ªas Caf¨¦ Revive. Tambi¨¦n est¨¢ fomentando la compra de camisas y otros productos fabricados con algod¨®n Fairtrade. El anuncio se produjo durante "Fairtrade Fortnight", una promoci¨®n de dos semanas de productos Fairtrade que incluy¨® giras donde agricultores de pa¨ªses en desarrollo les contaban a los brit¨¢nicos de qu¨¦ manera Fairtrade asiste a sus comunidades.
Los consumidores se inclinan, cada vez m¨¢s, por alimentos org¨¢nicos producidos localmente
El movimiento hacia un consumo m¨¢s ¨¦tico hizo importantes avances tambi¨¦n en Estados Unidos, ya que los consumidores se inclinan, cada vez m¨¢s, por alimentos org¨¢nicos producidos localmente y huevos de gallinas que no est¨¢n encerradas en jaulas. En el Reino Unido, una encuesta determin¨® que la mitad de las personas a las que se les mostr¨® el s¨ªmbolo Fairtrade lo reconoci¨® y entendi¨® que se refiere a productos que representan mejores condiciones para los agricultores del Tercer Mundo. No existe una investigaci¨®n comparable en Estados Unidos, pero a partir de datos relacionados, y de discusiones con mis propios alumnos, se infiere que la cifra ser¨ªa mucho menor.
Los comerciantes que buscan una certificaci¨®n Fairtrade deben pagar a los productores un precio que cubra los costos de una producci¨®n sustentable y ofrezca un salario que les permita vivir. Por ejemplo, el precio m¨ªnimo para el caf¨¦ es de 1,26 d¨®lares por 450 gramos, no importa cu¨¢nto pueda haber ca¨ªdo el precio de mercado. Si el precio de mercado sube por encima de esa cifra, el precio de Fairtrade aumentar¨¢ de modo que siga costando cinco centavos m¨¢s por cada 450 gramos.
A los peque?os agricultores, por su parte, se les exige organizarse en cooperativas u otros grupos que permitan la participaci¨®n democr¨¢tica. Las plantaciones y las f¨¢bricas pueden usar la etiqueta Fairtrade si les pagan a sus empleados salarios decentes, si cumplen con las normas de salud, seguridad y medio ambiente, si les permiten organizar sindicatos u otras formas de asociaciones de trabajadores, si ofrecen una vivienda digna a los trabajadores que no vivan en su propia casa y si no usan mano de obra infantil o mano de obra forzada.
No todos est¨¢n de acuerdo con Fairtrade. Brink Lindsey, director del Centro para Estudios de Pol¨ªticas Comerciales del promercadista Instituto Cato, cree que la campa?a del caf¨¦ Fairtrade es "un callej¨®n sin salida bienintencionado". Con cierta justificaci¨®n, sostiene que la causa real de la ca¨ªda de los precios del caf¨¦ no fue el acaparamiento de las multinacionales, sino los grandes incrementos en la producci¨®n de caf¨¦ en Brasil y Vietnam, combinados con nuevas t¨¦cnicas que hacen posible cultivar caf¨¦ con menos mano de obra y, por lo tanto, con menores costos.
Seg¨²n la opini¨®n de Lindsey, si queremos ayudar a los cultivadores de caf¨¦, deber¨ªamos alentarlos a abandonar el caf¨¦ y producir cultivos m¨¢s rentables -y aqu¨ª se?ala, pertinentemente, las barreras comerciales y los subsidios de los pa¨ªses ricos como obst¨¢culos que deben desmantelarse- o pasar a productos de mayor valor, como caf¨¦s especiales, que tienen precios m¨¢s elevados.
Lo curioso sobre el argumento de Lindsey, sin embargo, es que se podr¨ªa decir que la campa?a de caf¨¦ Fairtrade est¨¢ haciendo justamente lo que ¨¦l recomienda -alienta a los cultivadores de caf¨¦ a producir un caf¨¦ especial con un valor m¨¢s elevado-. Los economistas pro-mercado no objetan que las corporaciones apelen flagrantemente al esnobismo para promover sus productos. Si la gente quiere pagar 48 d¨®lares por 450 gramos de caf¨¦ Blue Mountain de Jamaica porque eso es lo que prefiere James Bond, los economistas no objetan que el mercado se est¨¦ distorsionando. Entonces, ?por qu¨¦ ser cr¨ªticos cuando los consumidores eligen pagar 12 d¨®lares por 450 gramos de caf¨¦ que, saben, fue cultivado sin sustancias qu¨ªmicas t¨®xicas, bajo ¨¢rboles que favorecen la supervivencia de los p¨¢jaros, por agricultores que pueden permitirse alimentar y educar a sus hijos?
Los economistas podr¨ªan responder que, si uno quiere ayudar a la gente a alimentar y educar a sus hijos, puede pagar 10 d¨®lares por 450 gramos de caf¨¦ que no sea Fairtrade pero que tenga el mismo gusto y darle los 2 d¨®lares que ahorra a una entidad de beneficencia que le d¨¦ alimento y educaci¨®n a los chicos pobres.
Es una estrategia posible, pero Fairtrade tiene sus ventajas. Los cultivadores saben que tienen que ofrecer un producto que les guste a los consumidores, tanto por su sabor como por la manera en que se lo cultiva. Si su producto se vende bien, pueden enorgullecerse de haber producido algo que la gente busca en todo el mundo. Desde la perspectiva de los cultivadores, es preferible recibir una bonificaci¨®n por vender un producto Fairtrade que recibir una donaci¨®n de caridad que recibir¨ªan de todas maneras, trabajaran o no, y sin importar la calidad de lo que producen.
Pagar m¨¢s por una etiqueta Fairtrade no es m¨¢s "anti-mercado" que pagar m¨¢s por una etiqueta Gucci, y refleja mejores prioridades ¨¦ticas. Fairtrade no es un subsidio gubernamental. Su ¨¦xito depende de la demanda del mercado, no del lobby pol¨ªtico. Afortunadamente, en Europa, esa demanda de mercado est¨¢ creciendo r¨¢pidamente. Es de esperar que pronto alcance niveles similares en todo el mundo desarrollado, y donde la gente pueda elegir cu¨¢les son sus gastos discrecionales.
Peter Singer es profesor de Bio¨¦tica en la Universidad de Princeton y autor, junto con Jim Mason, del inminente libro The Way We Eat: Why Our Food Choices Matter. Traducci¨®n de Claudia Mart¨ªnez
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