Jean Fran?ois Revel, un pensador provocador e independiente
Fil¨®sofo y escritor, era la bestia negra de la izquierda e impredecible para la derecha
El fil¨®sofo, escritor y periodista Jean-Fran?ois Revel (Marsella, 1924) falleci¨® la noche del s¨¢bado al domingo de una crisis cardiaca, y Francia perdi¨® as¨ª a una de sus voces menos d¨®ciles, a un pensador independiente y provocador. Autor de m¨¢s de 30 libros, entre los que destacan t¨ªtulos como La tentaci¨®n totalitaria (1970) o Ni Marx ni Jes¨²s (1970), articulista prol¨ªfico, amante de la vida y de los placeres de la mesa, era una de esas personas que no aceptan componendas sobre su libertad de pensamiento.
Seg¨²n anunci¨® su esposa, la periodista Claude Sarraute, Jean-Fran?ois Revel hab¨ªa ingresado dos semanas antes en el hospital Kremlin-Bicetre, a las afueras de Par¨ªs, donde falleci¨® el s¨¢bado por la noche. En su tr¨¢nsito desde una juventud de izquierdas hacia el liberalismo que le estableci¨® como pensador, siempre tuvo como referencia la honestidad intelectual.
Fil¨®sofo de formaci¨®n, alumno de la prestigiosa Escuela Normal Superior, Revel se dedic¨® a la ense?anza hasta bien entrada la treintena. Fue profesor de franc¨¦s en varios institutos, no s¨®lo en Francia, sino tambi¨¦n en Argelia, M¨¦xico e Italia.
A diferencia de la mayor¨ªa de los intelectuales de su pa¨ªs, que nunca aceptaron del todo la evidencia del Gulag sovi¨¦tico, ni siquiera el discurso de Nikita Kruschev en el 30? Congreso del PCUS denunciando el estalinismo -se dec¨ªa entonces, un discurso "atribuido" a Kruschev-, Revel se desmarc¨® muy pronto de la ortodoxia marxista dominante en el mundo intelectual franc¨¦s.
En 1957 public¨® su primer libro, ?Porqu¨¦ los fil¨®sofos?, en el que ya denunciaba el marxismo y el totalitarismo sovi¨¦tico, al tiempo que atacaba a monstruos como Heidegger o Jacques Lacan.
Aunque fue un escritor prol¨ªfico, tard¨® en iniciar su carrera literaria. Entre 1960 y 1963 dirigi¨® las p¨¢ginas literarias del semanario France Observateur -que luego se convertir¨ªa en Le Nouvel Observateur-, labor que compaginaba con el trabajo como consejero en varias editoriales y la direcci¨®n de una colecci¨®n en la editorial Pauvert. Y en 1963, finalmente, decidi¨® abandonar la docencia que ejerc¨ªa en la universidad y dedicarse de pleno al periodismo y la escritura.
A partir de ese momento y hasta 1981 Revel compagina la literatura y el pensamiento con el trabajo redaccional en los semanarios m¨¢s determinantes de Francia. Durante buena parte de la d¨¦cada de los sesenta todav¨ªa es considerado como un hombre de izquierdas.
En 1966 se convierte en editorialista del L'Express, cuya direcci¨®n asume en 1978. Tres a?os m¨¢s tarde, en 1981, dimite fulminantemente en solidaridad con un redactor despedido y se pasa a Le Point, ideol¨®gicamente mucho m¨¢s a la derecha, concluyendo as¨ª su periplo del marxismo al liberalismo.
Pero sus intereses no se reduc¨ªan al estricto pensamiento pol¨ªtico: la gastronom¨ªa, los viajes o los ensayos sobre escritores como Marcel Proust llenan una obra poli¨¦drica y siempre sugerente por su honestidad y la fuerza de su escritura.
Es autor de una historia de la gastronom¨ªa -Revel no s¨®lo era un gourmand, sino tambi¨¦n un gourmet- y de una antolog¨ªa de la poes¨ªa francesa. Fue nombrado miembro de la Academia Francesa -uno de los 40 inmortales- en 1997.
Le gustaba fustigar a sus coet¨¢neos y a los miembros de la casta intelectual francesa a quienes acusaba de haber olvidado su misi¨®n de servir a la justicia y a la verdad para convertirse en "esclavos voluntarios del compromiso ideol¨®gico". "En consecuencia", a?ad¨ªa, "la pol¨ªtica no se ha moralizado y, en cambio, la moral se ha politizado".
Entre sus obras m¨¢s importantes destacan Ni Marx ni Jes¨²s (1970), La tentaci¨®n totalitaria (1976), C¨®mo terminan las democracias (1983), El conocimiento in¨²til (1988), El fin del siglo de las sombras (1999) o El monje y el fil¨®sofo (1997), escrito en colaboraci¨®n con su hijo Matthieu Ricard, un monje del entorno del Dalai Lama. Ni siquiera octogenario perdi¨® su capacidad de polemizar.
Su ¨²ltimo libro, La obsesi¨®n antiamericana. Su funcionamiento, sus causas, sus inconsecuencias (2002), ve¨ªa la luz justo cuando los sentimientos de las sociedades europeas frente a la hiperpotencia de Washington alcanzaban su c¨¦nit.
Su muerte, al inicio del largo puente del primero de mayo, cogi¨® por sorpresa a los eventuales hagi¨®grafos. Desde la Academia Francesa, Jean d'Ormesson lo defini¨® como "uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo".
Desde el poder, el presidente Jacques Chirac rindi¨® homenaje a "un defensor infatigable de la dignidad del hombre, un guardi¨¢n exigente y vigilante de la democracia".
El primer ministro Dominique de Villepin salud¨® "su originalidad, su coraje intelectual su eclecticismo y su humor".
Desde la izquierda no llegaron muchos halagos, pero el del escritor e historiador Max Gallo compensa el silencio de otros: "No era alguien que se contentara con lo pol¨ªticamente correcto", dijo. "Era un hombre bueno, un hombre generoso que defend¨ªa con coraje lo que cre¨ªa que era la verdad. Nunca abrig¨® peque?as rivalidades s¨®rdidas". Gallo, con el que Revel discrepaba en casi todo, aseguraba que ¨¦ste "no ve¨ªa en el otro un rival, sino alguien a quien hab¨ªa que ayudar, y a mi me ayud¨® mucho". -
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