Una enorme mentira

Tengo 35 a?os y soy padre de una hija que accede por primera vez al colegio. Siempre he sido partidario de la educaci¨®n p¨²blica; de hecho, donde vivo, en Vic¨¢lvaro, los centros p¨²blicos son los que tienen m¨¢s prestigio.

Acabo de descubrir la enorme mentira de la mal llamada libre elecci¨®n de educaci¨®n para nuestros hijos. Las posibilidades, a priori, parecen todas, pero si no est¨¢s en la categor¨ªa de familia numerosa, no tienes un hijo o familiar ya en el centro, no eres inmigrante; si, despu¨¦s de una carrera universitaria, t¨² y tu mujer ten¨¦is la desgracia de ejercer profesionalmente (igualdad de la mujer mediante), es decir, de contribuir a los presupuestos de la Administraci¨®n "p¨²blica" doblemente, entonces las posibilidades se evaporan y est¨¢s en manos de un proceso s¨®lo num¨¦rico en el que tu hijo acaba en el centro menos solicitado, es decir, el peor de los posibles.

Asisto a ese proceso, en el que te descubres renunciando por temor a las matem¨¢ticas, incluso a tus primeras opciones -en nuestro caso, el C. P. Vic¨¢lvaro, el mejor de nuestra ¨¢rea de influencia-, incr¨¦dulo e impotente. Mi hija estudiar¨¢ donde la Administraci¨®n decida, en eso no contar¨¢ nuestra libre elecci¨®n.