De madre naturaleza a naturaleza amante
No pocas mentes sensatas auguran, de vez en cuando, que el barril de petr¨®leo alcanzar¨¢ los 100 d¨®lares. O m¨¢s. Pero ?por qu¨¦ no los 500 o los 1.000 d¨®lares? En este punto, el hombre se habr¨¢ emancipado obligadamente del crudo. O dicho de otro modo: cuando se registrara esta imaginada tesitura el ser humano ser¨ªa radicalmente inducido a prescindir del producto. En ese mismo d¨ªa y contra las tradicionales voces melanc¨®licas nacer¨¢ una inesperada liberaci¨®n de la especie humana y de la misma Naturaleza.
As¨ª como el Movimiento de Liberaci¨®n de la Mujer (MLM) ha venido creando, entre costes y sufrimientos, entre avances y retrocesos, la liberaci¨®n sexual general -incluida la liberaci¨®n masculina-, el fin del sometimiento al petr¨®leo supondr¨¢ el fin de una subordinaci¨®n secular, anclada en la oscuridad de la Tierra y unida a terribles periodos de cat¨¢strofes y deforestaciones.
La liberaci¨®n respecto al petr¨®leo, una vez descargados de otras graves servidumbres, representa el corte de otro importante cord¨®n umbilical con la Naturaleza. Efectivamente, no podemos vivir sin La Naturaleza, como no es f¨¢cil tampoco vivir sin amor, pero ser¨ªa grave ignorancia confundir la interrelaci¨®n con la subordinaci¨®n y la complicidad con la mansedumbre.
Los ecologistas piden respeto a la Naturaleza mimetizando las maneras de respeto a la Madre. El futuro, no obstante, fomentar¨¢ el amor a la Naturaleza no en cuanto progenitora sino en cuanto amante. No se plantear¨¢ entonces si abusamos o explotamos, si talamos o succionamos de ese cuerpo materno sin medida. El cuerpo reproducir¨¢ al de una amante liberada de la que vamos poco a poco liber¨¢ndonos, seg¨²n las pautas del MLM.
Las lubinas de que disponemos sin necesidad del mar, los tomates que rebosan en el mercado sin haber rozado jam¨¢s la tierra, los ni?os que nacen sin cumplir procedimientos carnales, los bovinos generados al margen de la copulaci¨®n, los materiales de todo orden que no han sido paridos en las entra?as del monte o las medicinas que desde hace tiempo proceden no de las plantas (o s¨®lo vienen de ellas a la manera sexy del amante), componen una nueva realidad al margen de lo natural, un nuevo paradigma civilizatorio que si el petr¨®leo llegara a los 1.000 d¨®lares se redondear¨ªa todav¨ªa m¨¢s.
Tarde o temprano, en cualquier caso, estallar¨¢ este particular apocalipsis mediante el cual la Madre Naturaleza ser¨¢ un viejo monumento y la naturaleza, en cuanto amante, ser¨¢ el movimiento moderno.
El proyecto Gran Simio y todos aquellos de igual inspiraci¨®n forman parte de la misma tendencia que avanza hacia la liberaci¨®n de la maternalidad natural. Un simio tiende a ser legalizado como sujeto de derechos humanos. De esta paradoja surge no s¨®lo la humanizaci¨®n del animal sino tambi¨¦n, simult¨¢neamente, la disipaci¨®n de lo salvaje y la consecuente sustituci¨®n de la Madre sagrada por la igualaci¨®n laica. De este modo la interacci¨®n se facilita y se allana el escal¨®n natural.
El miedo al petr¨®leo caro o car¨ªsimo, como la veneraci¨®n del oro y la devoci¨®n al mar, exponen clases equivalentes de atavismo. Igualmente, en la decadencia de la actual civilizaci¨®n, la mitolog¨ªa del agujero de ozono, el pavor al deshielo de los polos o el terror al recalentamiento del planeta reproducen, a trav¨¦s de su com¨²n componente t¨¦rmico, el p¨¢nico sufrido en el medievo ante las fiebres devastadoras de las epidemias.
Ahora el petr¨®leo es como el falo. La probable conclusi¨®n de su dominio hace posible imaginar el establecimiento gradual de una escena donde, como en los dise?os m¨¢s ben¨¦ficos del para¨ªso, naturaleza y seres humanos retozan y duermen juntos, se aman y se enlazan sin dolor ni temor. M¨¢s bien la pr¨®xima liberaci¨®n del ser humano respecto a la Naturaleza coincide con la transformaci¨®n del hombre en una suerte de mujer, todav¨ªa in¨¦dita. Una figura en formaci¨®n, donde, por otra parte, la mayor¨ªa de las fantas¨ªas m¨¢s dulces de la historia cre¨ªan ver culminada la s¨ªntesis felic¨ªsima del mundo. El amante sin t¨¦rmino.
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