"En la escritura conviven la repulsi¨®n y la belleza"
No hace tanto que Margo Glantz, nacida en Ciudad de M¨¦xico hace 76 a?os, estuvo en India. Ahora prepara un viaje a Nueva Zelanda y unos d¨ªas en Par¨ªs antes de volver a su pa¨ªs y despu¨¦s de haber asistido en Alcal¨¢ de Henares a la entrega del Premio Cervantes a su amigo Sergio Pitol. Entre tanto, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, esta ir¨®nica y sabia acad¨¦mica de la Lengua, narradora y ensayista, habla de Las genealog¨ªas, que cuenta la peripecia de sus padres, jud¨ªos ucranianos asentados en el Distrito Federal.
PREGUNTA. Las genealog¨ªas ha tenido varias ampliaciones desde 1981. ?Lo considera ya cerrado?
RESPUESTA. Empec¨¦ a escribirlo porque un primo m¨ªo muri¨® de un balazo en la cabeza, por un asunto de drogas, creo. Fuimos al pante¨®n israel¨ª y recordamos una escena de cuando mi padre era joven, ya en M¨¦xico. Un grupo de fascistas lo hab¨ªa querido linchar. Lo cont¨¦ en un art¨ªculo y mucha gente me anim¨® a seguir la historia. Durante dos a?os trabaj¨¦ sus vidas con una grabadora. Para terminar el libro tuve que irme a Odessa. Quer¨ªa saber c¨®mo eran mis padres de ni?os, qu¨¦ paisajes vieron, qu¨¦ olores los rodearon. Mi padre conoci¨® la primera versi¨®n. Le di el punto final al libro cuando muri¨® mi madre. Luego muri¨® mi hermana, o sea, que pronto me toca a m¨ª.
P. ?Qu¨¦ le dijo su padre?
R. Fue a la presentaci¨®n del libro y llor¨®, pero eran l¨¢grimas de senilidad, ya no pod¨ªa controlar sus emociones.
P. En el libro dice que los jud¨ªos son muy llorones, y que las jud¨ªas m¨¢s.
R. S¨ª, yo me emociono escuchando cualquier himno nacional... incluido el Deutschland ¨¹ber alles.
P. Usted habla de recuerdos falsos, dice que acudi¨® a determinados novelistas para imaginar lo que sus padres recordaban. Y que ellos se correg¨ªan mutuamente los recuerdos.
R. Mi padre era poeta y a menudos habl¨¢bamos de escritores. ?l hab¨ªa conocido a Isaak Babel y a otros muchos autores, tambi¨¦n a grandes figuras del socialismo. Era interesante discutir, pero sus recuerdos eran muy fr¨¢giles, fragmentarios, se combinaban con cosas muy banales. Como las conversaciones corr¨ªan el riesgo de no llegar a ninguna parte, me puse a releer a mis autores rusos preferidos. Como Babel era de Odessa, me ayud¨® mucho a rellenar, mejor dicho, a enderezar los recuerdos de mis padres para darles un sentido m¨¢s poderoso.
P. Todo el libro est¨¢ recorrido por la sensaci¨®n de ser jud¨ªa sin acabar de serlo. ?Cu¨¢l era su relaci¨®n con ese mundo?
R. Mis padres nunca alcanzaron a tener una situaci¨®n econ¨®mica digamos correcta. Nos mud¨¢bamos continuamente y no viv¨ªamos donde estaba instalada la comunidad jud¨ªa, que era m¨¢s pr¨®spera. No fuimos al colegio israel¨ª, por ejemplo. Yo me cri¨¦ en una atm¨®sfera bastante mixta. Ten¨ªa conciencia de la vida jud¨ªa pero me sent¨ªa muy arraigada a M¨¦xico. Era una ni?a entre dos mundos y eso me creaba muchas confusiones, la verdad.
P. ?Por ejemplo?
R. Donde yo viv¨ªa hab¨ªa festividades cat¨®licas muy arraigadas que han ido desapareciendo. La trona de Judas, por ejemplo: de los hilos del tel¨¦grafo se colgaban unas preciosas figuras de Judas hechas con papel mach¨¦ que luego se tronaban con cohetes. Eso me fascinaba y a la vez me daba terror porque, claro, con Judas iban los jud¨ªos. Por un lado, quer¨ªa ser como mi familia, por otro, ciertas cosas de la comunidad jud¨ªa me molestaban profundamente. Era una comunidad muy encerrada en s¨ª misma, hablaban en y¨ªdish...
P. ?C¨®mo resolvi¨® el conflicto?
R. De toda la familia fui la que m¨¢s me asimil¨¦ al medio mexicano. No me cas¨¦ con un miembro de la comunidad y se arm¨® mucho l¨ªo en mi casa. Trataron de anular mi matrimonio. Para mis padres -con los que, por otro lado, me llevaba muy bien- era una verg¨¹enza, una especie de sacrilegio. Fui la oveja negra. Para colmo, ?mis hermanas eran rubias!
P. Pero fuera de casa la consideraban jud¨ªa, ?no?
R. Siempre existi¨® en M¨¦xico un cierto resquemor contra los jud¨ªos. Y se desarroll¨® sobre todo en la ¨¦poca del nazismo, porque fueron precisamente amigos de mi padre los que intentaron matarlo. Siempre hubo un deje de desconfianza. Un d¨ªa me enter¨¦ en la universidad de que un compa?ero iba diciendo que yo era una jud¨ªa que quer¨ªa medrar.
P. Aunque la peripecia de sus padres fue dura, lo fue m¨¢s para su madre por ser mujer. ?C¨®mo lo vivi¨® usted?
R. Mi padre se lament¨® siempre de tener s¨®lo hijas. Cuando naci¨® la cuarta sufri¨® enormemente porque ya quer¨ªa un var¨®n. Para ¨¦l era la ¨²nica posibilidad de que su nombre se heredara. De alguna forma yo fui su preferida y hered¨¦ su nombre. Mis hermanas usan los apellidos de sus maridos. Aunque yo me cas¨¦ dos veces, no me quit¨¦ el de mi padre. El honor del nombre es muy importante entre los jud¨ªos. Mis padres eran bastante liberales, pero al mismo tiempo eran jud¨ªos, y la religi¨®n jud¨ªa es terrible, como la ¨¢rabe. Los jud¨ªos religiosos son espantosos, todas las ma?anas rezan diciendo: "Gracias a Dios que no me hiciste mujer". Y en el Lev¨ªtico dice: "Los campos, las plantas, los animales y las mujeres son buenos y son f¨¦rtiles". Las mujeres entran en el grupo de lo natural. Eso influye mucho en la educaci¨®n.
P. Usted fue por libre.
R. Yo era muy independiente, me divorci¨¦..., pero si me vest¨ªa de cierta manera, mi padre me rega?aba. Mis hermanas estaban casadas y pod¨ªan firmar en las cuentas del banco de mis padres, pero yo no porque estaba divorciada. Ten¨ªa una independencia absoluta, publicaba en los peri¨®dicos, viajaba mucho ?y no ten¨ªa firma en el banco porque como no hab¨ªa un var¨®n detr¨¢s de m¨ª! Luego, en los a?os setenta, en Estados Unidos, quise comprar un coche, pero no me daban el cr¨¦dito si no firmaba mi marido pese a que yo ten¨ªa un buen puesto en la universidad. Viv¨ª esas cosas muy violentamente. Aunque no tanto como lo vivi¨® mi madre.
P. ?La historia de la literatura ha sido justa con las escritoras?
R. Yo me he dedicado mucho a mujeres que cambiaron la historia, empezando por la Malinche. Sin ella Cort¨¦s no hubiera podido hacer lo que hizo. Hubiera conquistado M¨¦xico de cualquier manera pero no en el tiempo r¨¦cord en que lo hizo, tanto que en los c¨®dices de la ¨¦poca, la Malinche aparece vestida ya como una mujer de clase superior (no es una esclava), tiene el signo de la palabra (cuando las mujeres ten¨ªan que estar calladas) y alza la mano en un gesto de mandato.
P. ?Y sor Juana In¨¦s de la Cruz?
R. Siendo mujer y monja, es la figura m¨¢s importante de los siglos de oro. Cuando los galeones llegaban a Espa?a desde M¨¦xico, la gente preguntaba: "Adem¨¢s de oro, ?han tra¨ªdo obras de la madre Juana?". Era el oro intelectual de Am¨¦rica, una best seller reconocida en todas partes. En menos de un a?o se reedit¨® la Inundaci¨®n Cast¨¢lida. En una ¨¦poca en que era car¨ªsimo, se hicieron veinte ediciones de sus obras. Hubo hasta ediciones pirata mientras muchos autores de los siglos de oro nunca vieron sus obras publicadas. G¨®ngora y Quevedo funcionaban por manuscritos. Es una poeta admirable. Y con un pensamiento de una agudeza extraordinaria. Sor Juana descubre una ley de la din¨¢mica de los cuerpos s¨®lidos al mismo tiempo que Newton. Lo dice en un texto maravilloso, la respuesta a sor Filotea.
P. Usted asisti¨® a la entrega del Cervantes a Sergio Pitol. All¨ª la ministra de Cultura dijo que esperaba que el pr¨®ximo a?o hubiera una ganadora. ?Cu¨¢les ser¨ªan sus candidatas?
R. Se menciona mucho a Ana Mar¨ªa Matute y ser¨ªa estupendo que se lo dieran. Creo que es una gran escritora, por la ¨¦poca en que escribi¨®, por su valent¨ªa, pero siento tambi¨¦n que escribi¨® fundamentalmente un libro, como Carmen Laforet. Publicaron libros seminales, pero se quedaron ah¨ª.
P. ?Y en Am¨¦rica Latina?
R. All¨ª hay grandes poetas: Blanca Varela, Idea Vilari?o, se acaba de morir Marosa di Giorgio, que era medio loca pero muy interesante. Hay una gran poeta mexicana que se llama Coral Bracho, aunque tal vez es muy joven para el premio. En M¨¦xico hay mejores poetas que novelistas.
P. Cuando present¨® Historia de una mujer que camin¨® por la vida con zapatos de dise?ador dijo que el libro es tambi¨¦n una cr¨ªtica a cierta literatura femenina "en la que hay demasiado regodeo".
R. En una ¨¦poca, en Am¨¦rica Latina, la literatura femenina se convirti¨®, gracias a las editoriales y al mercado, en una literatura que ten¨ªa una manera espec¨ªfica de producir novelas. Era una imitaci¨®n de Garc¨ªa M¨¢rquez en la que el llamado realismo m¨¢gico brillaba por su esplendor. Era literatura de entretenimiento. Ten¨ªa, eso s¨ª, un grado superior a las revistas de moda y algunas novelas son muy buenas porque tienen oficio. No es posible denigrarlas, pero no es el tipo de literatura que a m¨ª me interesa.
P. Usted, precisamente, ha escrito sobre moda.
R. He estado vinculada a la moda desde muy ni?a. Mi madre era una mujer muy hermosa y elegante. Desde chica tuve al alcance revistas de artistas de cine, de Loreta Young, de Greta Garbo... Yo quer¨ªa ser como ellas, y mire, soy medio jorobada.
P. M¨¢s de una vez la habr¨¢n tildado de poco intelectual.
R. Pues s¨ª. Yo soy una maestra realmente buena. As¨ª lo creo. Adem¨¢s de ser una persona preparada, me entusiasma tanto lo que hago que lo comunico bien. Muchos alumnos me lo reconocen, y eso me da mucho placer. Pero una vez estuve en un examen profesional, un compa?ero oy¨® mi r¨¦plica y me dijo: "Yo pensaba que s¨®lo eras elegante, pero veo que eres adem¨¢s inteligente". Siempre hay prejuicios. Por otro lado, es cierto que he trabajado mucho la moda y la frivolidad, pero siempre inmersas en contextos muy violentos, desgarrados: la enfermedad, la cercan¨ªa entre el hombre y el animal...
P. ?Le fascina el contraste entre el glamour y las funciones, digamos, menos nobles del cuerpo?
R. No s¨¦ de d¨®nde me viene. Acabo de terminar un libro que se llama Sa?a en el que lo escatol¨®gico es fundamental. Es una de las partes m¨¢s importantes de la vida. Uno viene con esas funciones corporales. El mismo parto se produce con heces, con sudor, con sangre. Las funciones m¨¢s b¨¢sicas tienen que alternar con la belleza.
P. ?C¨®mo afecta eso a la escritura?
R. Mire, fui a India. La vecindad con la mutilaci¨®n, la enfermedad, la suciedad, los olores es algo pavoroso. Es una de las cosas m¨¢s horribles y a la vez m¨¢s fascinantes. Estoy escribiendo sobre esas hileras de leprosos, sobre el Ganges: algunos haciendo sus necesidades, otros lav¨¢ndose los dientes en el r¨ªo. Lo ha dicho tanta gente, pero verlo... Y oler las piras funerarias.Pasolini, en su libro sobre la India, dice que no huele la carne quemada, pero huele horrible. Esas cosas te repelen y a la vez tienes que convivir con ellas, es lo m¨¢s elemental. Tambi¨¦n en la escritura tienen que convivir la repulsi¨®n y la belleza. Y tal vez uno las tolere menos vi¨¦ndolas que escribiendo sobre ellas. As¨ª es de terrible. Esas cosas me horrorizan y me fascinan a la vez. No s¨¦ por qu¨¦. Debo de ser muy morbosa.
![Margo Glantz, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XYKL4GKKM6RYRMXP4EGM3VQ3UE.jpg?auth=9057b86a89ccb8cb8dac564cf180b7ec94d914fb70ea74f84bfd1209740b37b3&width=414)
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