"Mi padre es un recuerdo luminoso"
Catherine Camus (Par¨ªs, 1945) es hija de Albert Camus y su segunda esposa, Francine Faure, y responsable de la publicaci¨®n, en 1994, de El primer hombre, la novela inacabada cuyo manuscrito llevaba consigo su padre cuando muri¨® en un accidente de autom¨®vil el 4 de enero de 1960. Ahora supervisa la nueva edici¨®n de sus obras completas en la colecci¨®n La Pl¨¦iade. La entrevista tiene lugar en el delicioso jard¨ªn trasero de la editorial Gallimard, en Par¨ªs. Un lugar que Catherine conoce como la palma de su mano. "Yo ten¨ªa seis meses cuando llegamos aqu¨ª", explica, "como mis padres no ten¨ªan domicilio, Michel y Jeaninne Gallimard nos recogieron, all¨ª arriba, en la buhardilla. Cuentan que mi hermano y yo nos comimos el manuscrito original de La condici¨®n humana de Malraux".
"Con El primer hombre Camus llegaba al ciclo del amor. Hay mujeres, hay historias de amor"
"Comprend¨ª que era c¨¦lebre cuando muri¨®. Fue atroz. No se nos permiti¨® tener pena"
"Simone de Beauvoir jug¨® un papel terrible en la separaci¨®n de Camus y Sartre"
Pregunta. ?Cu¨¢l es el primer recuerdo que tiene de su padre?
Respuesta. Mi padre es un recuerdo luminoso, de un hombre muy vivo, divertido y severo, y tierno. No puedo hablar del escritor, aunque le ve¨ªa escribir, ni sab¨ªa que era famoso. Comprend¨ª que era c¨¦lebre cuando muri¨®. Fue algo atroz. No se nos permiti¨® tener pena.
P. ?Qu¨¦ sucedi¨® despu¨¦s del accidente?
R. Pasamos a no ser nada. Muy poca gente comprendi¨® el trauma que supuso su muerte para nosotros.
P. Pas¨® mucho tiempo hasta que usted tom¨® las riendas del legado de su padre y decidi¨® publicar El primer hombre. ?Por qu¨¦ lo hizo?
R. Cuando muri¨® mi madre yo ten¨ªa 34 a?os y me dijeron que ten¨ªa que hacerme cargo de la gesti¨®n de la obra de mi padre. Yo era abogada. La vida fue la que escogi¨®; creemos que somos due?os de nuestro destino, pero s¨®lo en una parte muy peque?a. Siempre he pensado que hay que estar abierto a lo que la vida nos propone.
P. ?Fue entonces cuando profundiz¨® en la obra de su padre o ya la conoc¨ªa bien?
R. Sab¨ªa lo que hab¨ªa escrito, lo hab¨ªa le¨ªdo. Pero adem¨¢s conoc¨ªa el interior, porque mi padre se parece a su obra. No hay una dicotom¨ªa; su obra es tal y como era ¨¦l. Aprend¨ª el oficio. Me tom¨® tres a?os saber con qui¨¦n ten¨ªa que hablar, ad¨®nde dirigirme, c¨®mo funcionaba el mundo editorial y todas las trampas que hay que sortear.
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® publicar El primer hombre y por qu¨¦ la public¨® tal cual estaba en el manuscrito, sin editarla, dejando todas las notas y versiones que hab¨ªa?
R. No pregunt¨¦ lo que deb¨ªa hacer, aunque me dieron todo tipo de consejos. Ya hab¨ªa hecho la edici¨®n de los Cuadernos. No calculo a largo plazo. Hago una cosa y cuando la he acabado empiezo con la siguiente. Soy una p¨¦sima jugadora de ajedrez. Tras los Cuadernos rele¨ª El primer hombre y lo encontr¨¦ conmovedor y muy revelador sobre qui¨¦n era Camus. Me di cuenta de que era tambi¨¦n un grito de libertad, porque el estilo es diferente de todo lo que hab¨ªa escrito antes, se sale del clasicismo, de la sobriedad, es m¨¢s l¨ªrico y le dice al lector: he aqu¨ª qui¨¦n soy yo. El comienzo, naturalmente, porque el libro que ¨¦l quer¨ªa hacer deb¨ªa de tener m¨¢s de 600 p¨¢ginas y lo que dej¨® al morir no era ni un tercio. Precisamente, para el tomo cuatro de la revisi¨®n de las obras completas de La Pl¨¦iade, he preparado los documentos que muestran c¨®mo conceb¨ªa la obra, la evoluci¨®n de los personajes. Quer¨ªa escribir sobre la guerra, la resistencia, la colonizaci¨®n y la guerra de Argelia. Pero lo que dej¨® es una especie de autobiograf¨ªa.
P. ?C¨®mo cree que hubiera sido la fase que se iniciaba con El primer hombre?
R. Hay el ciclo del absurdo, el de la rebeli¨®n, y con El primer hombre Camus llegaba al ciclo del amor. Hay mujeres, hay historias de amor que estaban previstas. Hab¨ªa algo de verdad bruta que me gustaba, por eso quise que llegara al p¨²blico tal como lo dej¨®. No quer¨ªa que hubiera 80 p¨¢ginas indicando c¨®mo deb¨ªa ser le¨ªdo.
P. Cuando escribi¨® El primer hombre Camus ya era un maldito para la izquierda...
R. ?l siempre dijo que la historia le dar¨ªa la raz¨®n, pero s¨ª, estaba muy solo, porque denunci¨® el Gulag, el estalinismo, la URSS, pero tambi¨¦n abandon¨® la Unesco cuando entr¨® la Espa?a de Franco. La derecha lo encontraba demasiado de izquierdas y la izquierda le consideraba el aliado objetivo de la derecha. Estaba muy solo. S¨®lo los libertarios le fueron siempre fieles.
P. ?Y c¨®mo vivi¨® usted esa pol¨¦mica? ?Not¨® un cambi¨® con los a?os?
R. S¨ª, cambi¨®. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn fue el gran cambio, pero ya hab¨ªa empezado a cambiar a principios de los a?os ochenta. Pero nunca me import¨®. No me parece mal que haya personas a quienes no les gusta Camus; es importante en la vida tener enemigos.
P. ?Qu¨¦ cree que pensar¨ªa su padre del mundo en el que vivimos?
R. No s¨¦, pero constato que hay respuestas en sus escritos pol¨ªticos. Lo que dijo hace 40 a?os era a menudo premonitorio y se puede aplicar perfectamente al presente. Por ejemplo, cuando habla sobre la televisi¨®n, que acababa de nacer, escribe que ya no es tan importante ser le¨ªdo como aparecer por televisi¨®n, o cuando dice que el eslogan ha reemplazado al di¨¢logo o que suprimiendo el verbo se abre la puerta del totalitarismo, por no hablar de la cr¨ªtica a lo que ahora se llama lo pol¨ªticamente correcto que implica no llamar a las cosas por su nombre.
P. ?Quedan cosas por publicar? ?Guarda papeles in¨¦ditos?
R. No, aunque en La Pl¨¦iade habr¨¢ un in¨¦dito importante, una pieza teatral de 1947 o 1948, una especie de s¨¢tira escrita como las piezas del siglo XVIII, en la que se mete tanto con su propia filosof¨ªa como con la de Jean-Paul Sartre, que en la obra se llama Monsieur Neant...
P. ?Tuvo usted una relaci¨®n personal con Sartre?
R. Nunca. S¨¦ que siempre preguntaba a Robert Gallimard c¨®mo se encontraba mi madre y nosotros, y que le ped¨ªa que le dijera si ten¨ªamos problemas. Porque yo pienso que Sartre era alguien muy generoso, que ten¨ªa una mala conciencia de burgu¨¦s que influ¨ªa un tanto en sus juicios, que era demasiado intelectual y no otorgaba confianza a sus tripas, a su instinto...
P. Era la otra cara de la moneda de su padre...
R. S¨ª, por supuesto, pero no me gusta oponerlos, fueron amigos, luego se separaron, y pienso tambi¨¦n que Simone de Beauvoir jug¨® un papel terrible...
P. ?Por qu¨¦?
R. Si apaga la casete se lo digo.
Camus vuelve a Argelia
Albert Camus, hijo de espa?ola y hu¨¦rfano de un soldado muerto en la batalla del Marne, en la Gran Guerra, naci¨® en Mondovi (Argelia) en 1913 y muri¨® en Francia, en 1960, en plena guerra de liberaci¨®n, dos a?os antes de la independencia de la colonia. Pero su tierra natal le quiso olvidar. Dej¨® de existir, acusado de no haber introducido personajes ¨¢rabes en sus obras o de no haber apoyado, al menos en lo que se refiere a sus m¨¦todos, al movimiento independentista argelino. Hasta ahora.
Todav¨ªa desgarrada entre la herencia de la colonia, los horrores de la guerra de independencia y un presente de fun¨¢mbulo en el que, por un lado el poder pol¨ªtico decide acabar con las escuelas que ense?an en franc¨¦s y, por otro, opta de pronto por reabrir las puertas a este hijo deslumbrante... y franc¨¦s, Argelia le ha vuelto a considerar suyo. La universidad de Argel, organiz¨® por primera vez el pasado 24 de abril un coloquio titulado: Albert Camus y las letras argelinas, el espacio del interdiscurso. Y camusianos de todo el mundo, muchos de los cuales no hab¨ªan pisado nunca la tierra de origen del escritor, desmenuzaron su obra durante tres d¨ªas que culminaron con la representaci¨®n de Los justos en la capital argelina.
Si bien es cierto que no hubo acuerdo sobre la argelinidad de Camus, tal vez las palabras del escritor y acad¨¦mico Nourredine Saadi sirvan para situar el debate: "Camus no era un nacionalista argelino, es hijo de la colonia y la repoblaci¨®n, hay que aceptarlo, pero nos pertenece porque dice cosas que amamos y que nos iluminan sobre este pa¨ªs que es el nuestro".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.