Dign¨ªsima actitud

Muy meritoria y digna fue la actitud de los tres matadores que ayer integraban el primero de los dos carteles previos al ciclo isidril. Y como aperitivo, unos toros infames, a cual m¨¢s desclasado, contra los que se estrellaron sin remedio las ilusiones de los toreros. Pero es de justicia destacar que exprimieron la oportunidad hasta el l¨ªmite e intentaron hacerse acreedores de una posible sustituci¨®n en San Isidro, aunque su mala suerte quiz¨¢s les haya cerrado las puertas. No obstante, se debe confiar en la necesaria generosidad que merecen estos hombres valientes.

A sus dos toros esper¨® Fern¨¢ndez Pineda de rodillas ante la puerta de toriles, lo que dice mucho de su valerosa actitud. A ambos los veronique¨® con soltura, rapidez y elegancia a la ver¨®nica, y a los dos plant¨® cara con gallard¨ªa. Con dos pases cambiados por la espalda comenz¨® la faena al tercero, un toro que le permiti¨® pocas filigranas. Dibuj¨® Pineda un trincherazo de cartel, y se le not¨® que torea poco y que sus fundamentos t¨¦cnicos son escasos, pues abusa del pico y cita con la muleta retrasada las m¨¢s de las veces, pero, al menos, tir¨® de la embestida con raza. Su segundo enga?¨® a todos en el caballo, pues si bien acudi¨® con presteza, en la pelea predomin¨® el cabeceo sobre la fijeza; despu¨¦s, el animal se desfond¨® y los ardientes aplaudidores se llevaron un disgusto. Pineda no pudo lucirse, aunque lo intent¨® por ambos lados y lo mat¨®, como a su primero, de una buena estocada.

Llegaba Torres Jerez a confirmar una alternativa que recibi¨® en la feria de agosto de Almer¨ªa del a?o pasado. S¨®lo dos festejos en su haber y 28 a?os. Su bagaje es muy escaso, pero vino a Madrid como hay que venir: con valor y responsabilidad. Llam¨® la atenci¨®n que ante su dificultoso primero, descastado y de corto recorrido, se asent¨® en la arena, tom¨® la muleta con la zurda y sobre esta mano plante¨® la faena. Los pases no pudieron ser limpios y largos, pero s¨ª muy meritorios y emotivos, porque surg¨ªan de la enorme ilusi¨®n de un torero. Sos¨ªsimo era el sexto, y aunque el planteamiento de faena fue inteligente, su labor no pudo pasar de voluntariosa. Se jalearon sus redondos a un toro parado, pero lo que se premiaba era su dign¨ªsima actitud, merecedora, como la de sus compa?eros, de nuevas oportunidades.

Juan Diego mostr¨®, quiz¨¢s, la imagen m¨¢s fr¨¢gil, lejana de aquella tarde agoste?a de 2003 cuando consigui¨® emocionar a todos y salir a hombros por la Puerta Grande con un toreo artista y profundo. Sigue mantienendo el porte elegante y fino, se luci¨® en unas ver¨®nicas y una tanda de redondos bien trazados en su primero, pero le falt¨® enfadarse un poco m¨¢s para superar la falta de casta al que le hizo una labor que no pas¨® de vulgar. Muy rajado el otro y s¨®lo pudo ofrecer voluntad y una muy escasa punter¨ªa con el descabello.