AL: los paisajes de la (des)integraci¨®n
ESTA SEMANA se re¨²nen en Viena los jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n Europea (UE) y de Am¨¦rica Latina (AL). Es la cuarta vez que lo hacen tras las cumbres de R¨ªo (1999), Madrid (2002) y Guadalajara (2004). Se juntan en un ambiente de incertidumbre en ambas zonas, que observan c¨®mo Asia las sustituye como continente de mayor proyecci¨®n econ¨®mica, susceptible de competir con la hiperpotencia EE UU.
La principal experiencia que la UE puede transmitir a AL -la integraci¨®n regional para jugar un papel destacado en la globalizaci¨®n- no se halla en su mejor momento, despu¨¦s de la crisis de identidad que supuso el par¨®n a la Constituci¨®n Europea; como ha definido Felipe Gonz¨¢lez, "Europa se encuentra en una inquietante pero dulce decadencia". Tampoco AL est¨¢ en su mejor momento como unidad regional: a los profundos cambios que acontecen en un a?o en que se multiplican los procesos electorales (y que tienen como consecuencia la emergencia de pol¨ªticas alternativas, cuyo ¨²ltimo ejemplo es la nacionalizaci¨®n del sector de los hidrocarburos en Bolivia) se a?ade una extraordinaria confusi¨®n en las pol¨ªticas de alianza entre los pa¨ªses. La reciente constituci¨®n de la Alternativa Bolivariana de las Am¨¦ricas (Venezuela, Bolivia y Cuba, a la que podr¨ªan a?adirse el Per¨² de Ollanta Humala o la Nicaragua de Daniel Ortega); el anuncio de Ch¨¢vez de que abandona la Comunidad Andina de Naciones; la crisis permanente del Mercosur cuando cumple sus primeros 15 a?os de vida; la continua firma de tratados bilaterales con EE UU (que refuerzan su proyecto de la Alianza del Libre Comercio Americana, ALCA) son los ¨²ltimos ejemplos de esa dispersi¨®n.
En la zona hay una creciente desigualdad, tanto de rentas como de oportunidades. A pesar del crecimiento, sigue teniendo la distribuci¨®n menos igualitaria del planeta, la pobreza se ha estancado y crece el desempleo
El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso acaba de declarar que "en Latinoam¨¦rica hay desintegraci¨®n econ¨®mica". La participaci¨®n de la zona en el comercio mundial se ha reducido dr¨¢sticamente, desde un 12% en los a?os cincuenta hasta un 6% en los setenta y un 3% en la actualidad. A pesar de los distintos acuerdos de integraci¨®n, los flujos comerciales interregionales son los m¨¢s bajos del mundo y se sit¨²an en el 22% (en la UE superan el 60%, y en el Sureste asi¨¢tico llegan al 50%). En Mercosur, por ejemplo, el 60% de los acuerdos no se incorporan a las legislaciones nacionales, se incumple el arancel exterior com¨²n y se producen represalias comerciales unilaterales. No existen instituciones con la capacidad de establecer sanciones en los casos de incumplimiento.
Las pol¨ªticas de nacionalizaciones y de sustituci¨®n de importaciones fracasaron en el pasado. Pero tambi¨¦n lo han hecho los experimentos neoliberales incorporados en el Consenso de Washington. La dr¨¢stica reducci¨®n del papel del Estado como regulador y redistribuidor; la insuficiente legislaci¨®n en los mercados liberalizados; la debilidad de la pol¨ªtica de la competencia que ha favorecido a las multinacionales, muchas veces formadas en los antiguos sectores p¨²blicos y con m¨¢s capacidad que los Gobiernos elegidos; la falta de transparencia en los procesos privatizadores... han generado una creciente desigualdad de rentas y de oportunidades. Las reformas neoliberales de los a?os noventa no han servido, y en ocasiones han dificultado el avance en los indicadores de distribuci¨®n de renta y cohesi¨®n social. A pesar del crecimiento econ¨®mico de los ¨²ltimos a?os, la renta per c¨¢pita media de la regi¨®n crece con mucha lentitud y hoy todav¨ªa se sit¨²a por debajo de los 3.000 euros anuales; AL sigue teniendo la distribuci¨®n de la renta menos igualitaria del planeta; la pobreza y la indigencia se han estancado a pesar de ese crecimiento y afectan a m¨¢s de 220 millones de personas; el desempleo ha aumentado pr¨¢cticamente en todos los pa¨ªses, en especial entre las mujeres y los j¨®venes; etc¨¦tera.
Hugo Ch¨¢vez coment¨® a Jos¨¦ Miguel Insulza, secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA): "Yo no soy la causa, soy la consecuencia". Creo que no es necesario a?adir nada m¨¢s.
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