"A m¨ª me enterrar¨¢n aqu¨ª, que es donde he sido feliz"
Si se hubiera quedado en su pa¨ªs, lo m¨¢s probable es que ahora estuviera en la c¨¢rcel -"Y en Irak, si entrabas en prisi¨®n, no sal¨ªas nunca"- de modo que se puede decir que Madrid le ha dado la libertad. Najah ha querido exprimirla al m¨¢ximo. Para empezar, es el representante en Espa?a y Portugal del Partido Comunista Iraqu¨ª, cuya militancia le oblig¨® abandonar su pa¨ªs antes de que la polic¨ªa secreta de Sadam diese con ¨¦l "al final del hilo". Y para seguir, es un hombre de negocios, cuatro en total, con m¨¢s o menos ¨¦xito.
"Ten¨ªa dos opciones: o Espa?a o Inglaterra que eran los pa¨ªses a los que hab¨ªan emigrado mis amigos iraqu¨ªes y al final me decid¨ª por Madrid. Veinte a?os despu¨¦s, puedo decir que me conozco las calles mejor que muchos madrile?os, que s¨¦ d¨®nde hacen los mejores callos, y que escog¨ª bien. Tengo un amigo que se fue a Londres y dice que en cinco a?os viviendo en el mismo edificio, ni siquiera le han dicho good morning. Aqu¨ª la gente es muy sencilla y te ayuda en lo que puede. Soy absolutamente feliz en Madrid".
En la capital s¨®lo ha tenido dos sobresaltos: uno econ¨®mico y otro amoroso. "Llegu¨¦ aqu¨ª con 30 millones de pesetas y lo met¨ª todo en una cafeter¨ªa en San Bernardo. Yo no hablaba muy bien castellano y firm¨¦ cosas que no deb¨ªa... Mi abogado me enga?¨® y yo me arruin¨¦. Esos dos primeros a?os en Madrid fueron bastante duros". En cuanto al amoroso, m¨¢s reciente, dice: "Estuve saliendo con una chica que al final result¨® que me enga?aba con otro. Pero eso pasa en todas partes. Sigo pensando que los madrile?os son estupendos".
Se recuper¨® enseguida de los dos sustos. Con el dinero que le qued¨® del restaurante, compr¨® una furgoneta y empez¨® a trabajar de mensajero. Y en cuanto a la solter¨ªa afirma: "No tengo que dar explicaciones a nadie. Llego a casa cuando quiero y nadie me pregunta ad¨®nde voy o de d¨®nde vengo. Es fant¨¢stico". Ya no tiene la furgoneta y cree que es mejor que no le espere nadie en casa, porque nunca est¨¢. Najah es comercial de una empresa brit¨¢nica que dirige un amigo suyo y vende feromonas, un tipo de hormona que atrae a los machos de determinadas especies de insectos y los elimina. Tambi¨¦n es el director de la f¨¢brica de pl¨¢sticos donde se hacen las trampas para colocar las feromonas; tiene a medias con otro compatriota un restaurante en Lavapi¨¦s, ?ufrates, y es el propietario de una f¨¢brica de pan que sirve a su restaurante y a los otros 12 de kebabs de la zona. "Hace un par de a?os s¨®lo hab¨ªa dos y ten¨ªamos mucho ¨¦xito. Ahora hay mucha competencia, pero no me puedo quejar".
Hace dos a?os volvi¨® a Irak a visitar a sus t¨ªos y tom¨® una decisi¨®n: "Yo me muero en Madrid y a m¨ª me entierran aqu¨ª, que es donde he sido feliz".
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