El combustible de Al Qaeda
La amenaza yihadista no puede resolverse en el campo de batalla. Y dado que la desconfianza en las ideas y los valores occidentales se deja sentir de forma profunda y generalizada en todo el mundo musulm¨¢n, la guerra por los corazones y las mentes no puede ganarse a trav¨¦s de la televisi¨®n por sat¨¦lite, las emisiones radiof¨®nicas y la diplomacia p¨²blica. S¨®lo se puede ganar cuando el mundo musulm¨¢n desarrolle una sociedad civil propia que desplace las mentalidades tribales que a¨²n rigen hoy. Hasta entonces, Occidente debe enfrentarse al radicalismo con radicalismo: reduciendo dr¨¢sticamente su dependencia del petr¨®leo ¨¢rabe que alimenta a la yihad mundial.
La condici¨®n esencial para el ascenso de la sociedad civil en cualquier lugar es el establecimiento de una cultura meritocr¨¢tica en la que las destrezas y cualidades de los individuos se valoren m¨¢s que las afiliaciones ¨¦tnicas o religiosas. Pero a diferencia de los pa¨ªses occidentales, Irak y Afganist¨¢n son Estados naci¨®n relativamente j¨®venes en los que los individuos forman parte de tribus y clanes ancestrales que todav¨ªa buscan sus leyes en Dios. Se han celebrado elecciones en Irak y Afganist¨¢n, y la valent¨ªa de los votantes ha sido asombrosa. No obstante, debemos preguntarnos qu¨¦ significa la democracia cuando las personas votan, como ha ocurrido en esos dos pa¨ªses, como miembros de tribus o sectas religiosas y no como individuos.
Lamentablemente, mientras las sociedades civiles no se establezcan firmemente, las lealtades a un clan, fortalecidas por el sentimiento religioso, ser¨¢n los factores impulsores en buena parte del mundo arabo-isl¨¢mico. En tales condiciones, las fr¨¢giles instituciones democr¨¢ticas de Irak y Afganist¨¢n no pueden resistir la presi¨®n del radicalismo. Adem¨¢s, cambiar esas lealtades est¨¢ fuera del alcance de la influencia exterior occidental. Ese tipo de cambio debe producirse desde el interior. Las potencias occidentales han demostrado que pueden derrocar tiran¨ªas como la de Sadam o la de los talibanes. Pero, aparte de las v¨ªctimas de los tiranos, para muchos habitantes del mundo arabo-isl¨¢mico, dichos actos no son m¨¢s que arrogante imperialismo occidental.
En ausencia del desarrollo de una sociedad civil vigorosa -que desde Occidente podemos intentar espolear, pero cuyo ritmo no podemos dictar- ?qu¨¦ senda eficaz podemos seguir?
No es posible derrotar al islamismo radical mediante el poder militar occidental, pero s¨ª hay otra fuerza capaz de derrotarlo: el poder de las mentes occidentales creativas e inventivas. En su discurso sobre el Estado de la Uni¨®n, George Bush se refiri¨® acertadamente a la adicci¨®n estadounidense al petr¨®leo, pero no mencion¨® el tema esencial: esa adicci¨®n est¨¢ financiando las bombas que estallan en las cunetas de Irak, el desarrollo de la bomba at¨®mica iran¨ª y la proliferaci¨®n en muchos lugares de mezquitas radicales.
Los pa¨ªses del mundo libre deben imponerse con urgencia un objetivo ambicioso: en el plazo de cinco a?os tienen que idear un sistema para acabar con la dependencia del petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo. Al igual que John F. Kennedy ten¨ªa el objetivo de llevar al hombre en el espacio, al igual que el Proyecto Manhattan condujo en tres a?os a la derrota de Jap¨®n con la invenci¨®n de un arma nueva, tambi¨¦n los pa¨ªses occidentales deben iniciar un programa urgente para desarrollar una fuente energ¨¦tica eficaz, asequible y no dependiente del petr¨®leo.
Depende de Occidente el tomar la iniciativa all¨ª donde goza de una mayor ventaja: la b¨²squeda de soluciones tecnol¨®gicas a problemas concretos. Ya existen muchas alternativas a los combustibles f¨®siles: energ¨ªa solar y e¨®lica, carb¨®n de combusti¨®n limpia, biocombustibles como el etanol, coches h¨ªbridos y motores de hidr¨®geno. Es cierto que tal vez se necesiten d¨¦cadas para transformar el sistema energ¨¦tico mundial, pero un gran avance tecnol¨®gico reducir¨ªa dr¨¢sticamente el precio del petr¨®leo y disipar¨ªa el sue?o de Osama Bin Laden de establecer un rico califato isl¨¢mico basado en las rentas obtenidas del petr¨®leo.
Para Bin Laden, s¨®lo cuando est¨¦n unidos en la Umma (la comunidad isl¨¢mica) podr¨¢n los musulmanes, chi¨ªes y sun¨ªes, resistirse a las seducciones occidentales. Como el ayatol¨¢ Jomeini antes que ¨¦l, Bin Laden sabe que s¨®lo el control de las reservas petrol¨ªferas mundiales dar¨¢ a la Umma poder para triunfar sobre sus enemigos infieles. Arabia Saud¨ª es el objetivo central de la revuelta de Bin Laden, ya que no s¨®lo alberga los lugares m¨¢s sagrados del islam, sino tambi¨¦n las mayores reservas petrol¨ªferas del mundo.
S¨®lo el r¨¢pido despliegue de nuevas tecnolog¨ªas y la decisi¨®n de los fabricantes de coches, las empresas petrol¨ªferas, las compa?¨ªas energ¨¦ticas y los gobiernos occidentales puede acabar con la amenaza de los mul¨¢s iran¨ªes y con Al Qaeda.
El petr¨®leo es el ox¨ªgeno tanto de las tiran¨ªas y dictaduras del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n como de sus movimientos radicales. Sin ¨¦l, las ideolog¨ªas islamistas se asfixiar¨¢n. En Occidente, la reducci¨®n de las importaciones de petr¨®leo de Oriente Pr¨®ximo unir¨¢ a progresistas y conservadores y se solucionar¨¢n problemas medioambientales y de seguridad. Las nuevas tecnolog¨ªas contaminar¨¢n menos y tal vez reduzcan el efecto invernadero y, al mismo tiempo, debiliten las ideolog¨ªas y los reg¨ªmenes tir¨¢nicos ¨¢rabes e isl¨¢micos. En otras palabras, se trata del petr¨®leo, est¨²pidos. Si quieren derrotar a Bin Laden y a los mul¨¢s, empiecen a conducir coches h¨ªbridos.
Ayaan Hirsi Al¨ª es diputada holandesa y autora del libro Yo acuso. Leon de Winter es novelista holand¨¦s. ? 2006, Global Viewpoint. Traducci¨®n de News Clips.
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