Temblor en la intimidad

La velada ideada por la bailarina Lola Jim¨¦nez se compone de dos piezas, un solo de baile y la proyecci¨®n de un v¨ªdeo, enlazados por una austera ¨®ptica de b¨²squeda interior que puede resumirse en una frase de la obra: "Ya nadie escucha a nadie". La primera secci¨®n habla de muerte, soledades y un cierto abandono sobre el amor bald¨ªo; unas luces rasantes y dram¨¢ticas acent¨²an el movimiento que va haci¨¦ndose cat¨¢rtico y casi espasm¨®dico: es la artista que huye sobre la m¨²sica, el rumor de voces o el llanto de un ni?o.

Este trabajo sin concesiones a la galer¨ªa resulta una verdadera batalla de dom¨¦stica crueldad que termina en una dura estampa de martirologio (recuerda en su intensidad un cuadro de Ribera). A pesar de que en el solo se usan acciones trilladas y muy manipuladas con anterioridad como pintar el cuerpo desnudo con una barra de labios o hacer con tiza la silueta del cuerpo abandonado sobre el lin¨®leo del suelo: son lugares comunes pero que en Jim¨¦nez se vuelven tambi¨¦n vectores de una ansiedad doliente donde habitan el deseo y la desesperanza.

El v¨ªdeo discurre a partir de una c¨¢mara inquieta que es realmente la que baila y recorre rostros y sombras donde la expresi¨®n resume los di¨¢logos; se trata de buscar en la intimidad de la respiraci¨®n y en el temblor de algunas palabras los significados que impulsan a la costosa danza de esta artista.